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Escritos en libertad

Las lágrimas de Paco

lunes 07 de noviembre de 2011, 22:40h
Ha ocurrido, aunque con un retraso innecesario, lo que la lógica política demandaba: el lastre se ha caído y Zapatero cerrará la campaña electoral en León. Despejada la duda, aunque realmente era una simple pregunta retórica, que se planteaba en la última crónica de quien suscribe. La recuerdo:  ¿Seguirá viva la consigna de Zapatero de "prietas las filas"  o le pedirá a su amigo del alma que renuncie por el bien del partido?

Dicen los medios que fue necesaria una llamada de Ferraz para que Paco Fernández se diera por aludido y entendiera que no era suficiente con renunciar a su futuro sueldo de diputado nacional y a su retribución de 44.000 euros anuales como portavoz en el Ayuntamiento de León.  El escándalo de la indemnización de 540.000 euros como empleado de Caja España, por "acuerdo bilateral" de las partes, y en consecuencia legal, era pura dinamita. Es práctica habitual que los políticos más curtidos afronten este tipo de cuestiones con el mismo remedio que se utiliza para la gripe: dejar pasar el tiempo. Al final los periodistas se cansan del asunto, queda en el olvido,  y además ya se sabe que la mancha de mora con mora se quita. Bastaba con encontrar cualquier otro asunto controvertido.

Pero no había tiempo. Veinte días resultan insuficientes para el olvido y al final se corría el riesgo de que las elecciones del 20-N se convirtieran en León en un plebiscito sobre la moralidad de Paco Fernández y no sobre el trato favorable que León ha recibido en los últimos ocho años del presidente de Gobierno.

El ex alcalde Fernández, consecuentemente, se vio obligado a dimitir de todos sus cargos y a renunciar a ir en la lista como número dos al Congreso de los Diputados. El aplazamiento del haraquiri ha dejado maltrecho al cabeza de lista, José Antonio Alonso, y con rostro muy desairado al secretario regional de los socialistas, Óscar López, quien se fajó fino defendiendo lo indefendible. Y para nada.

Dicen quienes le vieron que Paco Fernández anunció su renuncia ante los medios de comunicación (pasadas las ocho de la tarde para evitar los telediarios y las ediciones del día siguiente de los periódicos que se hacen en Madrid)  con lágrimas traicioneras. No ha explicado si las lágrimas eran de pena por lo que deja y aquello que ya no logrará jamás o si era de rabia por tantas traiciones como sin duda ha sufrido.

Alguna referencia hizo a esta última cuestión. Dijo que habían vencido los poderosos. No explicó si poderosos del dinero o poderosos del poder político. Tal vez sean los mismos. Seguramente Paco Fernández nunca pensó que los periodistas que le hacían la ola cada mañana, que habían permanecido amordazados por prebendas que cobraban otros (se puede mirar para cualquier lado sin temor a errar en el ojeo) iban a ser los más virulentos en el ataque al ciervo herido.  Seguirán mordiendo los despojos. En estos tiempos que corren un político sin chequera y sin boletín oficial no es nada. A lo mejor él cree que sí, como en los últimos tiempos Paco, que fue de economista experto en fusiones bancarias, estadista del leonesismo de ficción y líder de masas, sin mirar nunca hacia atrás para comprobar cuántos le seguían y con qué intenciones.

Llorar por la decepción, por la traición de quienes creía amigos... Hablaba en los últimos años sólo con los dioses y se había creído uno más del Olimpo. Qué decepción.

Fernando Aller. Periodista.
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