La muy comprometedora legalización de Sortu

Hace unos pocos días podíamos escuchar una viva defensa que el lendakari Patxi López hacía de su presidente local, el presidente del socialismo vasco, Jesús Eguiguren, infatigable combatiente por la pacificación definitiva de Euskadi, incluso a costa de que se abran algunas grietas y se provoquen determinadas suspicacias entre los demócratas del “pacto antiterrorista”, socialista y populares. Eguiguren viene defendiendo la necesidad de que conviene legalizar a Sortu, casi frente a todos los demás, que sólo ven inconvenientes en tal propósito. Eguiguren, que probablemente conoce mejor que nadie los entresijos del mundo abertzale, incluidos ETA, Batasuna y los demás, sostiene que, si acaso, falta valentía para dar ese paso, pero que razones hay suficientes para satisfacerle deseo de estos “nuevos batasunos” reunidos y rebautizados en Sortu. Eguiguren se ve entre muchos fuegos, a la hora de determinar su opinión: no le gusta al PP, tampoco entusiasma a Zapatero, y es seguro que desagrada a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, con la abogacía del Estado, la fiscalía y los jueces probablemente contrarios, todos a una, a esa legalización. ¿Es cuestión de valentía, como sugiere el líder socialista vasco? Probablemente no, ni siquiera de oportunidad política. El propio Patxi López viene nadando contra corriente, en esta historia, y se manifiesta más bien con Eguiguren que con Zapatero y Rajoy, en esta complicada ecuación. Parten, los dirigentes vascos, de la opinión de que, en todo caso, mejor es Sortu que Batasuna, que distan mucho de ser  la misma cosa ni siquiera de ser, como suele decirse, los mismos perros con distintos collares o con denominación alterada. Patxi y Xusito, López y Eguiguren, observan en Sortu lo que casi nadie más ha advertido, como explica Eguiguren: que la nueva Batasuna ha optado por el adiós a las armas y que eso nos lleva antes que después al final de ETA. Y que desde la política y las instituciones se pueden hacer cosas decisivas para facilitar, dificultad o dejar pudrir esa evolución, según la explicación de Eguiguren, que viene a decir lo que siempre dijeron los vascos, como los catalanes: “No hacéis ningún esfuerzo para entendernos…” Por lo demás, en su artículo, y contra algunas interpretaciones “fáciles y groseras”, Eguiguren no se añade a los “barones” que toman distancia de Zapatero en estas horas, sino muy al contrario, le dedica elogios bastante insólitos en esta hora difícil para el dirigente del PSOE, como su pregunta: “¿En qué país a un presidente del Gobierno que apostó por la paz y la va a lograr no se le reconoce ni siquiera ese mérito de alcance histórico?” Un mérito como para justificar, y más, toda una legislatura…, cabe añadir. José Cavero. Periodista.