red.diariocritico.com
¿La prensa? Que vergüenza

¿La prensa? Que vergüenza

“Chile, fértil provincia”. Así describía a este territorio don Alonso de Ercilla y Zúñiga, hace casi cinco siglos. Así lo describiría hoy, si hubiera observado estupefacto lo que fue quincuagésimo el Festival de la Canción de Viña del Mar. Porque en los comienzos del siglo XXI, desde un punto de vista cultural, Chile sigue siendo una provincia, con todo el respeto que merecen las provincias.

¿Quiénes fueron las figuras y los grandes ausentes en el festival?

Antonio Vodanovic, en la noche inaugural, recibió el sentido homenaje de su pueblo. Era el mismo Vodanovic, locutor del general Augusto Pinochet en la fiesta de Chacarillas del 9 de julio de 1977. Y no sólo eso, era también uno de los 77 líderes “de la juventud chilena” que convocaron a ese acto para respaldar al dictador.

Dos años antes, en 1975, Vodanovic se había convertido en el animador del festival de Viña del Mar. Y se apegó a esas lucrativas funciones durante 29 años. Por eso volvió en la noche de apertura de esta quincuagésima versión. No quería hacerlo, pero los organizadores le garantizaron que por acceder a recibir el homenaje popular, recibiría además seis millones de pesos.

¿Y en esa noche inaugural quién se acordó de Ricardo García, que fue uno de los creadores del primer festival, ése que transmitió Radio Minería en el verano de 1960? ¿Quién se acordó de Raúl Matas, de César Antonio Santis, de Gabriel Muñoz, de Alejandro Chávez, que animaron el festival antes que Vodanovic se apoderase del cargo? ¿Quién se acordó de Isidro Handler, que dirigió la Orquesta Festival en los primeros años, antes que llegara “el maestro” Horacio Saavedra de la mano de los militares y Vodanovic?

La edición número 50 del Festival de Viña del Mar pasó bajó el telón sin rendir homenaje a estos pioneros. Pero también pasará a la historia por la presencia de Leonardo Farkas, un músico que se hizo millonario y quiso cumplir su sueño. Cuando fue designado miembro del jurado, las cámaras y micrófonos se volcaron hacia él. Los periodistas querían saber cuánto gastaría en propinas, qué donaciones realizaría y si subiría al escenario en su condición de “Hombre Orquesta”.

Y Farkas lo hizo. Entregó un choque a un hogar de niñas, obsequió 15.000 helados a los bañistas en las playas, regaló 15.000 sandwichs a los asistentes a una de las funciones del festival… Y sobre el escenario entregó un curioso repertorio que tocó y canto, como en sus tiempos juveniles en Estados Unidos.

Entonces la prensa lo destrozó.

Improvisados críticos musicales calificaron su espectáculo como “mediocre”, “freak”, “desconcertante” y, desde luego, poco digno de un festival tan importante como el de Viña del Mar. Después de leer a uno de estos críticos en El Mercurio, la lectora  Loreto Tocornal escribió: “¡Ayyy, el periodismo de hoy!”.

Lo que Loreto no sabía es que esos mismos periodistas que se burlaron del músico le reclamaron al empresario que no habían recibido ningún sandwich. Entonces Farkas les ofreció una “fiesta para la prensa” y les hizo llegar 10 millones de pesos para financiar tan justo homenaje.

“¿Es correcto que Farkas quiera comprometer de este modo a la prensa?”, se preguntaba una lectora de noticias de la televisión. Pero debió formular la pregunta en el sentido inverso. Porque si hay algo vergonzoso y digno de un país del Cuarto Mundo, es la actitud de los periodistas que aceptaron ese “homenaje”.

Hoy no están entre nosotros, para sufrir esta vergüenza, aquellos dignos pioneros del periodismo moderno en Chile, como Lenka Franulic, Luis Hernández Párker, Raúl Morales Alvarez o Pepe Carrasco. Pero está el Colegio de Periodistas, cuyo Código de Ética  establece en su artículo trigésimo: “El periodista no utilizará su influencia profesional ni la información privilegiada que recibe en el desempeño de su trabajo, en beneficio propio”.

----------------------
Enrique Fernández
Periodista
Profesor Universitario
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios