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1 de agosto: ¡nos vamos! (¿o no nos vamos?)

Dicen mis fuentes monclovitas, que por cierto andan cada día más silenciosas, que en los pasillos del palacio presidencial se respira un ambiente de cierta preocupación. No solamente, es de suponer, porque el barómetro del CIS de este viernes vaya a dar al gobierno socialista un ‘palo’ mayor o menor, que parece que también; sino porque, además, piensan que esto de la economía se está poniendo muy feo, y que la imagen de un gobierno marchándose de vacaciones cuando el cuarenta por ciento de los ciudadanos –el mismísimo Rubalcaba dixit—se queda sin ellas, no va a ser, precisamente, la que más conviene en estos tiempos de crisis en los que, ya lo dice la máxima ignaciana, no es aconsejable hacer mudanza.

Y, así, precisamente en este viernes en el que Tráfico nos recuerda a los españoles que varios millones de nosotros vamos a salir escopetados rumbo a las ansiadas vacaciones agosteñas  --varios otros millones ya vemos que no lo harán--, Zapatero quiere multiplicar las fotografías de esa febril actividad, ‘enfermedad’ que le aqueja desde hace semanas: tiene Consejo de Ministros, viaje a Mallorca para entrevistarse con el Rey, encuentro ‘en la cumbre’ con monseñor Rouco…

 ZP quiere cerrar todas las carpetas de golpe antes de recluirse, con muchos más nubarrones que el año pasado, en Doñana, el paraíso donde, aseguran quienes de él han gozado, se olvidan todas las preocupaciones y donde el estrés se esfuma. Y, así, en los últimos días ha enviado a sus ministros a comparecencias parlamentarias de pelaje diverso, él mismo ha protagonizado un debate sobre economía en el Congreso, ha amainado tormentas con Hugo Chávez, se ha vestido la camiseta olímpica, ha constatado la diferencia de estaturas con José María Fidalgo y, ahora, inicia un combate de florete con el irreductible Rouco. ¿Se pueden hacer más cosas, cara al público, en menos horas?

Puede que no. Pero la actividad por la actividad no es necesariamente buena, ni se pueden cerrar de golpe todas las carpetas que estaban abiertas. Y así han salido como han salido las comparecencias parlamentarias de algún que otro ministro –lo del regalo de las bombillas no he podido superarlo aún--, así está descendiendo la credibilidad en el gabinete socialista, así falta un plan reposado de comunicación con la ciudadanía… En fin, que yo aún no conozco lo que nos va a decir el sondeo del CIS, pero, sin dármelas de demasiado listo, me parece que podría llegar a adivinarlo. A ZP no le va a gustar, seguro
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