La dimisión de Joan Ignasi Pla

Nada causa más muertes en política que el llamado fuego amigo. Le acaba de suceder en Valencia al dimitido secretario regional del PSOE, Joan Ignasi Pla: medios periodísticos afines son quienes han aireado el escándalo económico que le ha costado el puesto. El propio Pla ha reconocido la vendetta interna y, como contraste, ha agradecido a Paco Camps y al PP su discreción en este asunto.

 Si el dimisionario era ya un cadáver político tras su apabullante derrota electoral del pasado mayo, ¿por qué celebrar sus exequias ahora? Pues porque, con él al frente, pintaban bastos para el PSOE en las próximas generales. Una encuesta del Instituto Opina para el grupo PRISA —el mismo que ha desvelado el impago por Pla de las reformas de su piso— pronosticaba hace sólo una semana que el PP doblará en la Comunidad Valenciana la distancia que le sacó al PSOE hace cuatro años y que obtendrá dos diputados más, mientras que los socialistas perderán uno.

Es en ese escenario donde tiene lugar este fin de semana la entronización de facto de María Teresa Fernández de la Vega como cabeza de lista para las elecciones de marzo. La tenía que presentar, por lógica, un agónico y amortizado Joan Ignasi Pla. ¿Qué mejor, entonces, que rematarlo para impedir que su mala imagen contamine a la vicepresidenta?

Así de dura es la política. Sobre todo, para un PSPV-PSOE que no levanta cabeza desde que Eduardo Zaplana lo desalojó de la Generalitat en 1995. Desde entonces, el socialismo autóctono ha gastado más energías en el navajeo interno que en recuperar el poder autonómico perdido.

Con la gestora recién nombrada por Madrid se trata de establecer una tregua bajo la batuta interesada, que no neutral, de Joan Lerma, ex presidente y actual portavoz del PSOE en el Senado. En cualquier caso, Pepiño Blanco ha ordenado que no se exhiba ninguna navaja hasta después de las elecciones.

No parece fácil. Jordi Sevilla, aspirante al puesto ahora vacante, habría estado tras la caída de Pla. Otro candidato, Ximo Puig, acólito de Lerma, ha dado el siempre delicado paso de participar en la Feria de Francfurt con la delegación de la cultura catalana. Todo parece favorecer, por consiguiente, a Jorge Alarte, tercero en discordia y el más discreto, más joven y más moderado de los aspirantes a la secretaría general.

Pero no hay que anticipar acontecimientos en un partido tan acostumbrado en los últimos años a vivir al borde del abismo que cualquier atisbo de normalidad no les parece creíble ni a los propios interesados.