Tanta guerra ¿para qué?

Manuel Pizarro, un luchador que ha hecho, me parece, mucho por su compañía y sus accionistas, relativamente poco por el entendimiento entre catalanes y resto de los españoles (pero ello, tengo la impresión, no ha sido culpa suya, no principalmente, al menos) y bastante por la economía nacional, se ha despedido al borde de las lágrimas. Ha peleado su batalla y hemos de admitir que no le ha salido mal, al menos para los que confiaron en él sus dineros, que no son todos, obviamente, ahorradores españoles. La de las opas sobre Endesa ha sido una guerra de dos años en la que se ha invertido mucho dinero –los abogados siempre ganan--, mucho esfuerzo y algunos se han dejado algunas plumas: los organismos reguladores y el Gobierno, que asomó demasiado la oreja, sobre todo. Los primeros han mostrado una cierta parcialidad, y el segundo, un intervencionismo descarado, especialmente mientras José Montilla fue el ministro de Industria que gerenciaba la cosa.

Pero me parece que, al final, se ha impuesto el pragmatismo y se ha llegado a una paz que confiemos en que sea una paz duradera. Los empresarios han mostrado, tras un período loco en el que parecía que todos habían perdido la cabeza, tener algo más de sentido común que los políticos. Presentar una Opa hostil es algo natural en nuestras leyes de oferta y demanda; el espectáculo posterior ha perjudicado la imagen de España –no de sus empresas, sí de su Ejecutivo—en la Unión Europea y también en los mercados internacionales. Porque se ha ido más allá de los límites habituales y, acaso, tolerables.

Algún día se hará, desde la total imparcialidad, la historia de estos dos años de maniobras orquestales en la oscuridad, de actuaciones cuestionables en y de los tribunales, de parcialidades periodísticas y de insensateces políticas –no solamente achacables a quienes gobiernan la nación. Porque ¿de quién partió la chiflada campaña anticatalana?--. Pero, al final, al menos se han aquietado las aguas, aunque no haya sido sin que se vea la ‘longa manus’ de un Zapatero que no debería haberse involucrado tanto. Y, sobre todo, se ha impuesto la elegancia de quienes han sabido perder en medio de la tormenta –o sea, Gas Natural—y también, aunque esto es más fácil, de quien ha podido ganar. Adios, Pizarro presidente de Endesa; quién sabe hacia dónde dirigirá sus pasos ahora este turolense que ha hecho casi de todo…menos dedicarse a la política. ¿Será eso?