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En la esquina montevideana: ¡Gol de Galeano!

En la esquina montevideana: ¡Gol de Galeano!

Por Manuel Suárez Suárez
domingo 19 de abril de 2015, 17:11h
La barra del "Rover" está de luto. Se fue el gran don Eduardo camino de la eternidad. Es muy doloroso   despedirse del noble compañero que le abrió el corazón a millones de personas para hacerlos transitar en armonía por la senda de la solidaridad.
 
FLACO: ¡Qué cagada, che! Al final el cáncer de pulmón lo derrotó. Bueno, es un decir, porque Galeano lleva años ganando partidos como local y varios campeonatos americanos de la dignidad y solidaridad con los desfavorecidos. No me resigno. Lo estoy oyendo, con su voz pausada, leyendo textos de una belleza casi mágica. En el "Solís" fue increíble. Lo aplaudimos como locos durante varios minutos.
 
POCHO: Es triste porque Galeano todavía tenía muchas emociones para compartir con nosotros. Al menos pudo ver al Frente Amplio en el timón de la patria de Artigas. Ustedes recordarán que en 1990 publicó un artículo titulado "El derecho a la alegría", acá lo tengo. Nos habla de los problemas de Montevideo y del primer gobierno municipal de Tabaré. Escuchen lo que escribía sobre nuestra ciudad: Yo me la imagino de colores. ¿Por qué no? De colores era, hasta que hace un siglo se agrisó. Y se agrisó por bobería, porque nuestros civilizados doctores pretendieron copiar a Londres y a París. ¿Por qué no recuperar, ahora, los  perdidos colores? ¿Por qué no inventar una nueva ciudad de colores?
 
TANO: Veo que nos venimos documentados. Yo me traje "El libros de los abrazos" para despedir a Eduardo. En sus "huellas digitales" nos recuerda su lugar de nacimiento: Yo nací y crecí bajo las estrellas de la Cruz del Sur. Vaya donde vaya, ellas me persiguen. Bajo la cruz del sur, cruz de fulgores, yo voy viviendo las estaciones de mi suerte. No tengo ningún dios. Si lo tuviera, le pediría que no me deje llegar a la muerte: no todavía. Mucho me falta andar. Hay lunas a las que todavía no ladré y soles en los que todavía no me incendié.
 
DON JOSÉ: Estoy muy abatido, muchachos. Me duele la partida de Eduardo. No le tocaba, todavía --como escribía en "Las huellas digitales" que nos acaba de leer el Tano-- ya que ahora a los 74 años no somos viejos. Menos mal que nos queda su cuantiosa herencia sentimental de palabras que derriban los muros del odio y la incomprensión. Creo oportuno el proponer que las autoridades escolares incluyan en el programa lectivo de 6º año la lectura obligatoria de algunos pasajes de la trilogía, Memoria del fuego.   Nuestros futuros ciudadanos entrarán en la historia de América a través de un gran mosaico de acontecimientos históricos. Nunca olvidarán que el sol, la luna, el arco iris, las nubes, la lluvia o el viento son protagonistas de una obra colectiva que lleva varios siglos en escena.
 
FLACO: La vida no distingue entre nobles personas y nabos al pedo que solamente entorpecen la convivencia en libertad. Con tantos viejos milicos asquerosos que no se arrepienten de sus delitos y se nos muere el gran maestro de la concordia entre uruguayos. Nuestro país es único. Al nacer acá tenemos el privilegio de compartir con Obdulio Jacinto Varela el gran triunfo de Maracaná. Nos tomamos un mate escuchando a Carlos Gardel. Para llamar la atención de una mujer echamos mano de un poema de Benedetti. Si queremos convencer a los atrasados "blancolorados" de que la vieja patria artiguista está dentro del Frente Amplio; entonces amigos, nos auxilia con eficacia don Eduardo: "en la escuela del mundo al revés, el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a volar y las nubes a arrastrarse por los caminos".
 
POCHO: Hablando de nabos que por definición exacta son todos aquellos que no votan al Frente Amplio corresponde agradecerle a Galeano su aporte al triunfo electoral de un partido que nos volvió a poner en la huella del bienestar. Es evidente que el pensamiento de Galeano nos fue avivando y moldeando. Las aristas frenteamplistas se unieron alrededor del general Seregni para intentar llegar al gobierno para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía. Todos los ministros de Vázquez y Mujica leyeron algún libro de Galeano. Al llegar al ministerio se pusieron a cambiar la realidad sin dejar que el miedo los frenase. Estaban avisados: Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. Los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida. Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados. La democracia tiene miedo de recordar y el lenguaje tiene miedo de decir.
TANO: Nadie discute que Galeano es una reconocida figura de la literatura universal. Lo que muchos no saben es que además los futboleros lo tenemos en un altar. En Argentina, Brasil y España su libro "El fútbol a sol y a sombra" es reverenciado por miles de hinchas. Su hermoso texto nos hace entender que un gol es mucho más que darle una patada a la pelota y que un partido de nuestro cuadro es siempre inolvidable.   Acabo de leer unas declaraciones de Maradona donde lo elogia y llora su muerte. Cuando la FIFA deje de estar dirigida por elementos negativos habrá que proponerle un homenaje en su sede de Zúrich. Puede consistir en una placa con la inscripción: Al goleador Eduardo Galeano nuestro reconocimiento por su triunfo en el campeonato mundial de la pasión honrada. 
 
DON JOSÉ: Tenés razón en recordar la faceta futbolística de Galeano. Un montevideano no podía olvidarse del fútbol. Sus breves reseñas sobre figuras o acontecimientos relacionados con el fútbol figuran en lo más alto de la literatura deportiva mundial. Quizás por ser un "patadura", según confesión propia, llevó la pelota a las páginas de sus libros. Ahora mismo está mateando con Alfredo, Mario y Obdulio. Le está preguntando al héroe de Maracaná por el boliche donde se tomó unas cervecitas, después del partido, a las que fue invitado por unos desolados y sorprendidos cariocas. Escuchen, muchachos, me vine con "Espejos" para leerles esta joya narrativa sobre lo que pasó en aquella final: Los moribundos demoraron su muerte y los bebés apresuraron su nacimiento. Río de Janeiro, 16 de julio de 1950, estadio de Maracaná. La noche anterior, nadie quería dormir. La mañana siguiente, nadie quería despertar. Es doloroso que nos haya dejado cuando aún tenía mucho por compartir. Me consuelo, un poquito, al ver que su obra literaria florece cada día en cualquier lugar del mundo donde haya un lector de noble corazón. Lo expresó muy bien nuestro querido maestro al afirmar que "seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de belleza y voluntad de justicia, hayan nacido donde hayan nacido". ¡Gol de Galeano!
 
 
                                                                                                                                             MANUEL SUÁREZ SUÁREZ
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