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Exportaciones

Exportaciones

Por Enrique Szewach
lunes 30 de marzo de 2015, 23:43h
Como le contaba la semana pasada, las restricciones a la compra venta de divisas a la que está sometida la economía argentina, van más allá de las que corresponden a poder ahorrar libremente en dólares.
 
Es cierto que con este "corralito" el gobierno mantiene su coto de caza del impuesto inflacionario, y puede emitir pesos casi libremente, para financiar un gasto creciente y cada vez más ineficiente.
 
Pero, además de este corralito, han sido y son importantes las restricciones que se han impuesto a las exportaciones e importaciones y, por lo tanto, al nivel de actividad interno.
 
En efecto, los exportadores tienen la obligación de vender sus dólares al Banco Central, al tipo de cambio oficial, en un plazo perentorio.
 
En la medida que el precio al cual le venden sus dólares al gobierno, es un precio "anclado" por debajo del aumento de sus costos, y por debajo del precio en el mercado "libre", esa diferencia se convierte en un "impuesto" que paga quien quiere vender al exterior.
 
Este impuesto se suma al impuesto explícito a la exportación (retenciones) que pagan los productores del agro y de  vastos sectores industriales y de otros rubros.
 
Y se suma a otros impuestos implícitos que surgen de restricciones o cuotas para exportar (que reducen el precio efectivo que recibe un productor) o que surgen del costo financiero de demoras de meses de la AFIP en el pago de reintegros y devoluciones de impuestos a los que, en teoría, tiene derecho quien vende al exterior.
 
Resumiendo, hoy quien exporta bienes y servicios, paga un impuesto explícito (las retenciones) y un conjunto de impuestos implícitos derivados del precio artificialmente bajo del dólar, más lo que resulta de cuotas y prohibiciones de exportar y demoras en recibir las devoluciones de impuestos y los reintegros que, eventualmente, le corresponden.
 
A este panorama, hay que agregarle los cambios en el escenario internacional, que afectaron, por un lado, los precios de los productos que más vendemos (soja y derivados), y por el otro a dos de nuestros principales clientes, Brasil y la Unión Europea, con devaluaciones de sus monedas frente al dólar (e indirectamente frente al peso) y con menor nivel de actividad e importaciones.
 
El resultado de todo este "brebaje" ha sido una fuerte caída de las exportaciones.
 
Para dar una idea, si se hubiera mantenido el valor de las exportaciones argentinas del máximo del 2011, durante el período 2012-2015,  se hubieran exportado, aproximadamente, 40000 millones de dólares más que los que se habrán exportado efectivamente en la suma de estos años.
 
Y esto nos lleva a la otra cara de la moneda. Las importaciones.
 
Sin crédito internacional, las importaciones se financian o con el uso de reservas del Banco Central, o con el producido, precisamente, de las exportaciones. Pero las reservas hubo que usarlas, básicamente, para pagar deuda, de manera que hubo que reducir las importaciones en función de las menores exportaciones.
 
Haciendo la misma cuenta que con las exportaciones, en el período 2012-2015, se dejaron de importar unos 36000 millones de dólares.
 
Pero para importar 36000 millones de dólares menos, hubo que frenar la actividad. De manera que mientras todos los países de la región crecían fuerte, salvo Venezuela y Brasil (populismo extremo, y populismo atenuado), la Argentina (populismo a secas), estuvo estancada, lo que implica una caída importante del producto per cápita.
 
Esta es la verdad de los datos, más allá del relato. Y esta es una de las consecuencias más serias del cepo cambiario, construido para poder emitir sin límites y poder mantener artificialmente el precio del dólar, sin perder todas las reservas.
 
Con este panorama, cualquier intento de reactivación de la economía, y mucho más de crecimiento, necesita liberar importaciones, lo que lleva, más allá de conseguir algo de crédito externo, indefectiblemente, a tratar de mejorar la perfomance exportadora de la Argentina.
 
Ello obliga, si persiste el escenario internacional de hoy, a remover esa maraña de impuestos explícitos e implícitos que mencionara más arriba, incluyendo reconocer los verdaderos precios internos de los bienes exportables y el verdadero precio del dólar.  
 
Sin alentar, en sentido amplio, las exportaciones, a menos que se quiera y pueda vivir del endeudamiento externo, no podremos importar para crecer.
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