miércoles 25 de marzo de 2015, 07:38h
Cada fecha conmemorativa del golpe genocida cívico-militar,
nos interpela, nos conmueve, nos interroga sobre nosotros, cada uno de los que
vivos en aquellas épocas, sobrevivimos con mandato expreso, fijar la memoria,
fortalecer la historia, militar el futuro con las nuevas generaciones,
recreando las utopías y esperanzas, por las cuales nos desaparecieron, nos
mataron, nos exiliaron y encarcelaron. Era ese sino del compromiso de vida
asumido, luchar por un mundo mas justo, una sociedad mas igualitaria en donde
hermanados estudiantes, obreros, curas villeros, de los otros también como el
Obispo Podestá en Avellaneda, profesores, viejos políticos con la cabeza
abierta a los nuevos tiempos, sindicalistas combativos, casas que se nos
abrían, corazones que nos amparaban, solidaridad hecha y derecha en cada
circunstancia que la necesidad lo requería. Nos cuidábamos, nos queríamos, no
especulábamos, ni cargos ni posiciones políticas, estimulaban nuestros sueños,
sólo la justicia social, la independencia económica, la soberanía política, el
Perón Vuelve por el cual clamaba el pueblo desde hacía 18 años. Mirábamos el
mundo desde los No Alineados, nos sentíamos hermanados con el pueblo cubano, el
Che y Fidel eran nuestros, junto a Perón y Mao, la lucha de Vietnam nos
conmovía por la masacre imperial, arrogante y asesina que nos rebelaba y
encendía las llamas de nuestra propia lucha.
Enfrente teníamos a "ellos", los dueños del poder,
del dinero y de las armas a través de fuerzas armadas coaptadas por el marco
inaugurado por la Escuela de las Américas, verdadero lavado de cerebro
conducido por EEUU en Panamá, por la cual pasaron todos los dictadores
latinoamericanos que fueron programados para la represión interna en la guerra
anticomunista, antes que en la defensa de los intereses nacionales de los
ejércitos sanmartinianos, bolivarianos, artiguistas. Eso era coherente con la
historia oficial pro inglesa que desde el siglo XlX escribió el relato de
nuestros pueblos, con pluma extranjera, sumisa, colonial, dependiente. Ese 24
de marzo, con Perón muerto establecieron una estrategia superior, el genocidio
de una generación, intentaron que no quedase memoria viva del peronismo, sus
luchas, sus logros. Destruyeron además de vidas, familias, comunidades, leyes que
no habían podido torcer, de solidaridad social, durante 18 años. Arrasaron con
la impunidad que sólo brinda el poder, no el gobierno, el poder de los
poderosos, el amparo de las embajadas cómplices, de curias adictas, de
políticos cipayos, empresarios inescrupulosos, todos unidos en la masacre de
jóvenes tirados en las mazmorras de la oscuridad cobarde, la de las
desapariciones. Ladrones de bienes y de bebés, cobardes de toda laya que ni
siquiera fueron capaces de asumir frente a la historia semejante asesinato,
contado por miles de historias aterradoras, que ni siquiera novelistas negros,
pudieron imaginar.
Sin embargo la historia siempre repara la verdad, como el
corcho caprichoso que no quiere hundirse, vuelve a flote, nos recuerda que
existe, que está ahí, flotando en la necesidad de ser reconocido en la memoria
colectiva. Lo pudimos hacer cuando no podíamos, lo hicieron la Madres en su
etapa mas dolorosa, lo intentaron grupos resistentes valientes que denunciaban,
recorrían, vociferaban a riesgo de sus propias vidas, lo hicieron quienes
vivían el exilio, lo hicimos desde el interior profundo, el exilio interno, los
trabajadores con huelgas con cárcel. Lo seguimos haciendo cuando la democracia
limitada del Consenso de Washington impuso límites, la primer democracia se
animó a las Juntas en forma valiente, recibió la respuesta en Semana Santa,
donde doblegaron la democracia con las leyes de obediencia debida y punto
final. Luego la traición menemista, en nombre del peronismo con la entrega
traficada del país y el intento de entierro de la memoria con los indultos. No
pudieron con la historia, siguió ahí como el corcho siempre flotando ,
esperando una respuesta a su capricho de no ser hundido otra vez en el olvido.
Hasta que el 2003 vino el Flaco y en poco tiempo Bajó el Cuadro del Dictador,
conmovió la memoria, nos hizo sentir vivos a quienes no creíamos que viviríamos
otra etapa primaveral de sueños, después bajó las leyes de la impunidad y se
comenzó a juzgar, con la ley en la mano, con memoria, verdad y justicia, con
condenados y absueltos. Con una Justicia que no se anima aún hoy a avanzar
sobre las complicidades civiles, empresariales, que hicieron desaparecer
comisiones internas de trabajadores enteras, como forma de disciplinar la
producción y a los trabajadores.
Por eso nos interpela a la reflexión del porvenir, ese
futuro abierto a las nuevas generaciones a las cuales debemos ayudar sembrando
experiencia, trasladando el conocimiento, trasvasando nuestras luchas pasadas a
un presente democrático, en paz, en el cual podrán desarrollar las ilusiones
postergadas por el genocidio, sin mas requisitos que compromiso, voluntad
política, estudio y profundización geopolítica, sin otro riesgo que ganar o
perder coyunturalmente alguna situación. Podrán pelear el poder, palmo a palmo,
si hacer concesiones espúreas, ni del
dinero el signo de la política, ni de la mentira un método, ni de la hipocresía
un perfil habitual, lo podrán hacer de cara a la sociedad, con el corazón
abierto a nuestros compatriotas, entregando el corazón en cada acción, siendo
sinceros en su expresión doctrinaria, podrán recrear el peronismo, que es
patrimonio del pueblo argentino e identidad cultural en la acción cotidiana,
dando respuestas a los nuevos escenarios que se presenten, a los nuevos
tiempos, sin tener que cargar con discusiones ya pasadas de confrontaciones no
saldadas, pero si superadas por la historia. No debemos cargar, los otoñales, a
los jóvenes con nuestras propias contradicciones, llevadas por décadas como
mochilas de peso, sobre lo que hicimos bien y en que nos equivocamos, donde
estuvimos acertados y donde estuvimos alejados del pueblo, que son discusiones
no realizadas de hace casi 40 años, que no deben ser puestas sobre la mesa de
las discusiones de poder actuales, porque alejan el sujeto histórico que es el
pueblo, que es este pueblo, estas generaciones de hoy, no las de ayer que en un
simplismo que preocupa y pretende por momentos, ser catapultado al presente.
Flaco favor haríamos a la construcción del nuevo modelos social solidario, que
estamos transitando en el fortalecimiento del país y la región como expresión
de soberanía social, que entusiasma hasta los pueblos europeos, que ven en
Latinoamérica el perfil humano de la política, de los nuevos tiempos.
Somos un país y una sociedad que ha podido reconocerse a si
misma como pueblo, esa categoría negada por el coloniaje cultural, siempre
cipayo, siempre mirando hacia afuera, denigrando lo nuestro, lo propio, aquello
que cada día nos alimenta en todo, desde lo moral hasta lo cotidiano y que sin
embargo no trepida en ignorar. El coloniaje cultural es aquel que una vez instalado
es dificil de vencer y más cuando durante más de 40 años, el neoliberalismo
penetró por todos los interticios culturales, desde la comida chatarra a la
necesidad consumista como logro mayor del ser humano en su escala social, el
conocimiento para pocos y privado en la educación formadora de élites futuras
hasta la salud como privilegio del dinero y no de la solidaridad. Hemos
resistido, ahora estamos avanzando, eso preocupa a los dueños del poder, por
eso intentan por todos los medios desplazarnos, "desaparecernos" bajo
la agitación de consignas siempre redivivas: corrupción, inflación e
inseguridad, justamente "ellos" que cuando gobernaron en democracia o
dictaduras, provocaron las mayores crisis en cualquiera de los rubros que hoy
agitan, apuntando sobre las políticas sociales, de ampliación de derechos que
hemos logrado en estos doce años, que debemos apuntalar, ayudar a profundizar,
luchar por preservar, militar para empoderar al pueblo de las banderas que
vive, pero que a veces no agita, por la prensa hegemónica del desánimo,
propiciadora de la teoría del caos que no sucede, pero paraliza, provoca temor
y miedo como objetivo final. Hemos pasado por eso los peronistas y el pueblo
argentino en general, los hemos vivido los mayores, lo rememoramos hoy, pero lo
reflexionamos al mañana posible que estamos construyendo.