viernes 06 de febrero de 2015, 13:10h
Escribo lo que escribo aún dominado por emociones varias. Va
a ser la primera vez que me refiera a Podemos en términos de sospecha: ni
siquiera cuando mayor estruendo se ha producido acerca de operaciones
monetarias, o de irregularidades universitarias, me he lanzado a la palestra,
pensando que, al fin y al cabo, mi voz bien poca era, y mi información podría
estar errada. Pero el espectáculo de la política patria no deja de ser, a veces
-muchas veces-, incluso irritante.
Leer titulares como "Pablo Iglesias invita a Tania
Sánchez a unirse a Podemos: mi mano está tendida, dice", me ha provocado
algo semejante al pasmo, y luego a la risa, que es la antesala del llanto. Si
Tania, joven llena de valores por otro lado, es o ha sido la novia del líder de
Podemos, tal vez podemos -valga la redundancia-colegir que su esfuerzo por
convertirse en la candidata de Izquierda Unida a la presidencia de la Comunidad
de Madrid ha sido una maniobra para dinamitar esa IU en la capital, aprovechando
que ahora la vieja formación aglutinada en torno al Partido Comunista anda algo
desorientada con el abandono de Cayo Lara y con la llegada de Alberto Garzón.
Se hace volar por los aires IU, contando con el tirón que
tiene Podemos, se fusiona lo que reste del cadáver -entre otras cosas, una
organización bastante sólida-y se lanza el partido morado a ponerse ídem de
votos en la capital. Si, además, se tiene en cuenta que el PP está, en la CAM,
desprestigiado, y que el candidato socialista, Tomás Gómez, no es precisamente
el líder más aclamado por los votantes de la izquierda, puede incluso que
Podemos -nueva redundancia, inevitable-pueda hacerse nada menos que con la
presidencia de la Comunidad de Madrid, que no es pequeña cosa.
Añádase el hecho de que ni se te ocurra citar la relación
personal que existe o ha existido entre Tania Sánchez y Pablo Iglesias, porque
te llamarán 'machista' y confirmarán que eres un periodista de la casta:
prepárate para cuando lleguen al poder. Más vale que te vayas jubilando,
porque, para colmo, eres ya un veterano: no mereces ni la pena de reinsertarte.
No importa que alegues que esta relación personal entre los dos máximos
representantes de los 'nuevos políticos' se ha convertido en un hecho relevante
políticamente, y no en un mero chismorreo de papel couché. Ya da todo igual,
porque hemos perdido incluso la noción estética en la conquista del poder.
¿Son las mías, acerca de una especie de 'golpe de estado' en
la izquierda de la izquierda, meras especulaciones de caldo de cerebro
político? ¿Nunca se le ocurrió a Tania Sánchez 'operación dinamitera' alguna?
¿Jamás se unirá a Podemos para consolidar su candidatura? Admito que puedo
estar siendo demasiado malpensado. Que todo se quede en una ruptura en IU como
ha habido tantas en la izquierda, en la derecha y en el centro en este país
nuestro, que tampoco es demasiado diferente en esto de otros países. Pero creo
que lo que está ocurriendo en Podemos podría resumirse en 'poseemos': ahora nos
toca irrumpir en el poder. Minimicemos al PSOE, que es el gran rival -el PP ya
ha caído en la trampa de contribuir a esa minimización--, destruyamos a IU,
aprovechándonos de sus infraestructuras y de su nómina de militantes y
simpatizantes, y demos un paso más en la conquista del poder: Podemos poseer,
poseemos. Démonos prisa, además, porque dentro de no mucho descubrirán nuestros
métodos, nuestro desprecio hacia quien no piensa exactamente como nosotros -y
hacia quien piensa como nosotros, pero no es del clan--. Y entonces se irán
diluyendo algunos entusiasmos, se espaciarán algunas intenciones de voto.
Conquistaremos tres o cuatro decenas de escaños, pero no el Poder, con
mayúscula, que es lo que se busca: ¿no lo logró Tsipras?
Pienso que Podemos fue necesario para denunciar al poder
constituido, sus pésimas formas y sus equivocadas fórmulas. Encauzó la
indignación de tantos, quizá la mía propia. Pero no los quiero gobernando ni la
Comunidad de Madrid ni ninguna otra. Menos aún en el Gobierno central. Si han
propiciado lo que han propiciado en el partido de la compañera, qué no harían
conmigo, que ya se ve que soy casta pura. Las encuestas están sirviendo, me
parece, para mostrar hasta dónde pueden llegar los niveles de prepotencia, de
exclusión de tantos, de apropiación de marcas. Puede que me esté haciendo
viejo, pero todavía prefiero, con todos sus claroscuros _-y hay más oscuros que
claros--, las viejas, cuestionables, fórmulas y formas, donde al menos la
caballerosidad -pura casta, seguro-estaba ahí, sobre el terreno, aunque fuese
de una manera hipócrita. Insisto: paren, que me bajo.