lunes 02 de febrero de 2015, 09:10h
Como saben, las cuentas del gobierno nacional presentan un
déficit creciente, pese al récord de recaudación impositiva que el amigo
Echegaray anuncia todos los meses. Esto es así, obviamente, porque también es
un récord la evolución del gasto público primario, al que hay que agregarle los
compromisos de pago de deuda.
Este déficit fiscal se financió, durante el 2014, en más de un 80%, con pesos emitidos por el
Banco Central. (Algo más de 160000 millones de pesos).
Si todos estos pesos se hubieran volcado al mercado,
hubieran presionado aún más sobre el precio de los bienes y servicios y sobre
el precio del dólar en el mercado informal. (E indirectamente sobre las
reservas del Banco Central).
Para evitar esta consecuencia, el Banco Central colocó deuda
de corto plazo (Letras del Banco Central, Lebacs), por el 80% de lo que emitió.
En números redondos parece "la regla del 80". Emitir por el 80% del déficit y
absorber fondos colocando deuda, por el 80% de lo que se emitió.
Dicho de otra manera, el 65% del déficit fiscal del año
pasado, fue cubierto con endeudamiento local en pesos, por parte del Banco
Central.
En la "jerga" del gobierno, el "desendeudamiento" fue
endeudamiento.
Si bien para el equilibrio macroeconómico de corto plazo, y la
distribución del ingreso, es posible que sea mejor el endeudamiento que cobrar
más impuesto inflacionario, este mecanismo tiene consecuencias.
En términos de presente, "retirar" los pesos emitidos para
financiar el gasto, colocando deuda en pesos del Banco Central, distorsiona la
estructura del mercado financiero, en tasas y en asignación de crédito. Por
ejemplo, durante el 2014, el stock de préstamos al sector privado del sistema
financiero, creció menos del 20%.
Es decir que, aún
medido contra la tasa de
inflación oficial, o contra la tasa de interés, el crédito al sector privado
cayó en términos reales durante el año pasado. En el mismo período, el
mencionado endeudamiento del Banco Central para financiar al gobierno, creció
casi un ¡140%!.
A este endeudamiento a través del Banco Central, hay que
sumarle el aumento del endeudamiento con el Anses, el Banco Nación, y diversas
emisiones de títulos por el 20% del déficit no financiado directamente por el
Central, por otros 40000 millones de pesos.
Pero a estas distorsiones de corto plazo, hay que agregarle
consecuencias más complejas, mirando hacia delante. Por la deuda que coloca, el Banco Central
paga intereses.
Para pagar esos intereses, tiene que emitir más pesos, y
para evitar que esos pesos se sumen a los pesos que ya tiene la economía, con
las consecuencias ya comentadas, tiene que colocar más deuda.
En otras palabras, si hoy, mágicamente, desapareciera el
déficit fiscal, o se obtuviera crédito para financiarlo, sólo para pagar los intereses,
a una tasa del 25% anual, el Banco Central tendría que emitir más de 60000
millones de pesos. Pero como el déficit continúa este año, y aumentará y no hay
crédito externo disponible en las dosis necesarias, también se incrementará el
uso del endeudamiento del Banco Central, por lo tanto, de persistir esta
dinámica, se están acumulando en el
balance del Banco Central, deudas de corto plazo cuya normalización no será
sencilla.
Téngase en cuenta que dicha deuda equivale hoy a más del 50%
del monto de los depósitos a plazo fijo depositados en los bancos, o que, al
tipo de cambio oficial, estamos hablando del equivalente a 29000 millones de
dólares, prácticamente, todas las reservas brutas del Banco Central, sin
contabilizar, insisto, lo que habrá que colocar este año.
En conclusión, la aparente "calma" cambiaria y "moderación"
inflacionaria, se está logrando, a costa de utilizar el tipo de cambio, como
ancla, y al endeudamiento de corto plazo del Banco Central. Estos experimentos,
en el pasado al menos, siempre terminaron mal.
O se "licuó" la deuda con un fogonazo
devaluatorio/inflacionario. O se "canjeó" la deuda de corto plazo, por deuda de
largo plazo, con sus consecuencias en el sistema financiero. O se combinaron
este tipo de "soluciones".
No digo que esto vaya a pasar, inexorablemente, pero el
gobierno le está dejando a su sucesor, un menudo problema, monetario y
cambiario.
Es cierto que, al lado de la gravedad de los problemas
institucionales que se heredarán del régimen K. este puede resultar un tema
menor.
Pero no deja de ser un tema.