jueves 15 de enero de 2015, 08:59h
Siempre
fue un problema pensar diferente a las culturas dominantes, muchas veces con
consecuencias dramáticas para los protagonistas, pensemos en la inquisición
católica, el pensamiento mágico de los pueblos originarios arrasado por el
colonialismo, las luchas antimonárquicas de nuestros Libertadores, la cicuta a
Sócrates por desviar el pensamiento de sus discípulos, Juana de Arco en la
hoguera, Dorrego al paredón en un crimen que aún hoy lamentamos, la ofensiva
contra el "peludo" Irigoyen, primer presidente constitucional del
voto obligatorio, ver el diario La Nación, en esa época, en los momentos
previos a su derrocamiento. Cada vez que los pueblos lograron posición de
poder, aunque sea mínimo espacio, el poder económico, financiero,
terrateniente, imperial, con sus cipayos vernáculos y la reacción conservadora
y sumisa, a los centros de poder internacional. Ese poder nunca dudó, no dudó
en masacrar, asesinar, vetar, prohibir, encarcelar a quienes había osado,
desafiar su prepotencia cultural. Lo hicieron con Perón, con los golpes de
estado, las masacres, los fusilamientos, las desapariciones bajo el amparo de
la Ley y el Orden, por la Libertad y la Democracia, demolieron gobiernos
electos por el pueblo, sin pudor, sin dolores de conciencia, matando hermanos y
compatriotas, como lo ordenaba el poder imponer sus intereses y su cultura.
En ese
orden de pensar distinto, la historia parece arrancar en el siglo lV antes de
Cristo, como si los miles de años anteriores no existiesen, como si sólo
imperace la "Barbarie". De hecho así se los denominaba, desde
"la civilización", a los de "afuera", a los que no eran
eméritos griegos, aprendidos y enseñados, como los inventores de la democracia,
cuando en realidad describieron un mundo que no practicaban, con esclavos, castas
diferenciadas, autoridad de los gentiles y los decentes, o sea los dueños del
poder, eso era el famoso Partenón, el Senado que fue copiado por los Romanos y
donde se ejecutaron las más asombrosas masacres que sirven de guiones de
películas hasta nuestros días. Pero que pasaba en el mundo antes y después,
¿hubo una sola cultura?, cuando los chinos desde hace 5.000 años articulaban la
pólvora para pelear y la seda para comerciar, en una demostración de sociedad
con manejo tecnológico, o los egipcios que hacían trepanaciones de cráneo
descompresivas, como hacemos hoy los cirujanos, que tenían hace 5.000 años
rotación de trabajo estival en las cosechas, con construcción de pirámides
invernales, con trabajadores que se jubilaban, preservando su salud, sociedades
ambas que tenían las más importantes poblaciones del mundo de entonces, junto
con los aztecas en el México de hoy o los Incas que dominaban la rotación de
los cultivos en rindes de tierra imposibles hasta hoy con las tecnologías
modernas, con rutas de miles de kilómetros. O como los árabes que tenían como
los Tehuelches escritura, además de poseer los árabes de papel.
¿Que
era Europa en el año 1.000 de nuestra era? Era una geografía devastada por
tribus vikingas y arias, salvajes que arrasaban poblaciones, mientras en
Oriente y en lo que sería América, las sociedades estaban organizadas, tenían
sus investigaciones, sus herramientas de trabajo, había sin dudas unas
dominantes sobre otras, como los Aztecas sobre los Mayas, como los Persas sobre
los poblaciones árabes, con Ciro el Grande, pero lo cierto es que cada
corriente colonizadora, enterró conocimientos, aplastó culturas forjadas por
miles de años, implantó credos, imponiendo Dioses sobre otros Dioses, el mismo
Dios con diferentes denominaciones, sometiendo a los pueblos, instalando
"nuevos discursos únicos". Eso es imperial, eso es dominación,
colonizar, castigar al que piensa diferente, el pensar distinto como delito de
índole mayor, al cual se lo combate aún con la muerte del causante. Demonizar
culturas ajenas al "occidente cristiano", denigrar al
"otro" fue el devenir de los tiempos históricos. Ese proceso tan
visible en nuestra propia historia, entre un puerto hegemónico, contrabandista,
probritánico, mercantil y financiero, que luchó contra todo aquello que
afectaba sus intereses, desde las economías del interior a los pueblos
originarios, desde los caudillos populares a los intentos de construcción de
Patria Grande, llegando a entregar la Banda Oriental al Portugal, con tal de
eliminar a un Artigas integrador, que pensaba "diferente". El Puerto
que postergó por décadas el sueño de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
que prefirió entregar sus potencialidades al colonizador , invasor de Malvinas
y balcanizador de América, como el Reino Unido, incluso convocando al ejército
portugués para inaugurar en Caseros, derrocando a Rosas , cualquier resistencia
a la prepotencia imperial. Desde ahí, con una Constitución Nacional Liberal, de
1853 se forjó la Argentina actual, cómplice de la destrucción del Paraguay, por
pensar distinto en la Guerra de la Triple Infamia, porque había logrado
ferrocarriles, máquinas a vapor, industria textil, constituyendo una
competencia a los ingleses, que forjaron su derrota, con vidas argentinas,
uruguayas y brasileñas. Los cientos de miles de muertos paraguayos, gestaron
una historia de postergación hasta nuestros días de esa Nación, que sólo fue
reparada, primero por Perón y luego por Cristina Fernández, en una autocrítica
única en la historia latinoamericana, con devolución de trofeos de guerra.
El
pensar distinto, es el grito combatiente de los pueblos frente a los
pensamientos europeístas, doblegados por la lógica de un universalismo impuesto
por las armas imperiales. Ese pensamiento anida en la conciencia colectiva de
los pueblos, único sujeto histórico capaz de construir historia, que logra con
su resistencia, modificar pensamientos que comenzaron siendo tributarios europeos,
pero la irrupción popular logró modificar como en los casos de Puigross,
Abelardo Ramos, Hernandez Arregui y otros, quienes de raíz marxistas
comprendieron e incorporaron la identidad nacional como eje del pensamiento,
siendo cualquier biblioteca hoy, incompleta sin estos autores u otros, como
Rodolfo Walsh, que desde el catolicismo nacionalista llegó al nacionalismo
popular y revolucionario. Es la "epistemología de la periferia", como
denominó nuestro pensamiento, el filósofo historiador y compañero Fermín
Chavez, injustamente postergado, como lo fueron Astrada, Rodolfo Kush, De La
Riega, Zampay, el mismo Carrillo y su última obra sobre Filosofía, como lo fue
el Congreso de Mendoza de filosofía de 1949, el segundo en importancia del
siglo XX en el mundo, con mas de 100 filósofos argentinos, mas de 40
extranjeros y ponencias llegadas del exterior entre las cuales contamos la de
Heidegger entre otros. Ese proceso fue arrasado por el "pensar
diferente" de los fusiladores del 55, lo mismo que la industria emergente
de aviones, autos y motos, la industria pesada y el proceso
científico-tecnológico en marcha, además de la destrucción de la Fundación Eva
Perón y la eliminación de las conquistas sociales, por décadas, en nombre de la
"civilización y la libertad".
Hoy
estamos en la misma encrucijada, con una variante interesante, el mundo
hegemónico que conocimos se cae en pedazos, ha sido arrasado por su propia
construcción económico financiera, que ya no responde a los estados sino a sus
intereses, acumulando riquezas como nunca antes en la historia, sometiendo a
fuerza de mas y mas, presiones desde comerciales hasta militares, produciendo
golpes de mercado especulativos, promoviendo juicios en sus propios tribunales,
presionando por los medios hegemónicos de comunicación, comprando la Justicia
de cada país, limitando soberanías, produciendo catástrofes humanitarias como
en Grecia , España, Portugal, Irlanda, Italia y ahora Francia, con ajustes
sobre los pueblos, que son invivibles. Ese el el "Primer Mundo", al
cual algunos americanos quieren ingresar, a ser sus súbditos, como en el 76 o
en los 90, en el cual se referencian los factores de poder en nuestro país,
para confrontar al gobierno nacional, en un combo perfecto de presión, para
hacernos claudicar frente a "ellos", los que piensan desde el
hegemonismo del "discurso único".
Estos
11 años de proceso popular nacional y latinoamericano, han escrito otra
historia, mal que les pese a los dueños del poder, han instalado un nuevo
paradigma que ha hecho carne en el pueblo, recuperando memoria, asumiendo
identidad nacional, creando nuevos espacios, ampliando derechos, fortaleciendo
soberanía, marcando un camino en el cual aún falta mucho por recorrer, mucho
por hacer y recuperar, de la humillación causada por décadas de neoliberalismo,
egoísta y salvaje, que llevó a la diáspora social y a la fractura económica,
que recién comenzamos a reparar, en su núcleo mas duro de pobreza y
marginalidad. Es el peronismo y los sectores populares de la Argentina son los
que garantizan un destino nacional, popular y latinoamericano, que se ha puesto
en marcha como el sueño de nuestros Padres Fundadores San Martín, Bolivar y
Artigas, verdaderos artífices de un camino a transitar con grandeza, en los
próximos tiempos.