Doña Diáspora en La Habana
martes 30 de diciembre de 2014, 09:10h
Nuestra
activa defensora de los emigrantes despidió el 2014 en La Habana.
Aunque acostumbra a celebrarlo en Baíñas [Vimianzo] en la compañía
de su milenaria amiga Pedra da Arca tuvo que cambiar el rumbo ya que
recibió una invitación urgente de Fidel Castro Ruz para cenar en la
"Perla del Caribe". Se quedó muy sorprendida pues llevaba desde
1991 sin contestación a una petición que le hiciera ---siendo
presidente de Cuba--- delante de la casa de Manatí, en la que el
presidente Fraga Iribarne vivió durante buena parte de su infancia.
Fidel:
¡Bienvenida!
Me alegra mucho que hayas aceptado mi invitación. Después de años
sin noticias mías, te convoco sin avisarte con un mínimo de
antelación. Espero perdones mi absoluta falta de cortesía pero creo
que te vendrá bien un airecito de calor tropical y unas cuantas
cuncas -así le llamaba don Manuel-- de una queimada especial que
te voy a preparar con el mejor ron del mundo.
Diáspora:
No
hay nada que agradecer. Entenderás que soy la primera interesada en
volver sobre el tema que te presenté en el año 1991. Por otra
parte, cuenta a tu favor la gran amistad que me unía al noble
emigrante don Ángel de Láncara. Supuse que ahora retirado, tendrás
tiempo libre para reflexionar sobre el medio siglo de historia cubana
en el que fuiste protagonista. Me dije que tenía que aprovechar para
convencerte de que es el momento apropiado para que enciendas la luz
verde sobre la propuesta que te hice.
Fidel:
Es
cierto, mi amiga, es el momento de reparar errores. Estoy al final
del camino. Si mañana me voy para el cementerio, pasado mañana se
celebran elecciones y las gana el partido de los cubanos que se
fueron a Miami en los primeros años de la década del 60. No es por
desmerecer a mi hermano pero es evidente que el "Chino" no tiene
la autoridad moral que tengo yo. Es buen cumplidor de sus
obligaciones pero entiende poco de economía. Se quedó enredado y
anquilosado en la retórica anti-imperialista de cuando bajamos de
Sierra Maestra.
Diáspora:
Veo
que estuviste repasando los 50 años en los que fuiste el John Wayne
de la película. A ti te tocó ser el guía del rebaño. Durante años
llevaste a los guajiros a pastar dentro de un vallado en el que el
lobo no atacaba. Algo conseguiste pero sientes que eres un pastor
fracasado. No temen al lobo. Al ver que no alcanza la hierba los
invade una ansiedad que los mueve a buscar una senda fuera del
espacio delimitado por el cayado del pastor. Lo que te quiero decir
es que cualquier tipo de organización política es pasajera y que
además el análisis que se haga del pasado casi nunca es objetivo al
llenar de colores el blanco y negro.
Fidel:
Contigo
se puede hablar. Me abres los ojos con tus razonamientos de vieja
gallega emigrante. El gigantesco escritor Miguel de Cervantes ---por
cierto, leí que tiene orígenes lucenses al igual que los míos---
decía que había que confiar en el tiempo porque "suele dar dulces
salidas a muchas amargas dificultades". Bien, tengo mis dudas de
sea así y propongo firmemente el confiar siempre en el ser humano.
El tiempo es poco serio, es muy variable. Te pongo un ejemplo: una
hora en compañía de tu enamorada se pasa volando y una hora
encarcelado puede ser eterna. Cuando decido que es necesario acabar
con la dictadura de Batista no quiero dejar pasar el tiempo. Opinaba
que el tiempo no era neutral, iba pasando y los ricos se hacían más
ricos y los pobres, más pobres.
Diáspora:
Es
una satisfacción escucharte hablar y comprobar que te estás
corrigiendo. Creo que hubieras sido un gran profesor de historia o de
filosofía pero te metiste de cabeza en el papel de Cronos y pasó lo
que pasó. Los años, a algunos de nosotros, nos enseñan a ser
humildes. Creo que la clave de la paz espiritual o de la tranquilidad
de conciencia está en que el corazón se imponga a la razón. Sobre
el tiempo habría que consultar a Stephen Hawking aunque yo no
entendería su explicación. El tiempo es un buen docente pero su
valor didáctico se reconoce al final del camino. Con el tiempo no
funciona la prevención, es una pena, nos hubiera evitado una
cantidad de errores que acabamos reconociendo cuando no le queda más
cuerda al reloj.
Fidel:
Realmente
estoy encantado de tenerte en La Habana. A lo mejor te hago caso y en
una vida futura doy clases de Historia de América. Nunca se sabe.
¿Me imaginas en el aula explicando las causas y consecuencias del
medio siglo de embargo yanqui a Cuba? Aquí tendría mis dudas. No es
fácil, si te hago caso a ti y dejo que el corazón se exprese,
trasmitiré a los alumnos que los imperialistas del norte ahogaron
con su fuerza a una alegre isla que quería vivir con ritmo propio.
Si dejo hablar a la razón, tendré que aceptar que un danzón, un
pasodoble o una canción de Elvis son diferentes formas de expresión
musical que no influyen en el sentimiento patriótico de los cubanos
que es un bien inmaterial no embargable.
Diáspora:
Me
alegra que tengas la valentía de reconocer que en el pasado veías
todo con exceso de carga emotiva. Coincido contigo en que al final
del camino, debemos de despejar todas las nieblas posibles para que
no te castiguen con la oscuridad al llegar allá arriba. Vamos al
tema que supongo me trae hasta aquí en esta noche habanera de San
Silvestre. Me citaste, espero sea así, para informarme sobre la
petición que te formulé para que se proceda a la devolución
oficial a sus legítimos propietarios del inmueble registrado en
escritura pública a nombre del Centro Gallego de La Habana. En la
capital cubana los gallegos emigrados se esforzaron por labrarse un
futuro a título individual y a título colectivo. Por un lado el
hogar familiar y por otro el hogar social. Con sus aportes
construyeron el gran palacio del Centro Gallego que es una joya
arquitectónica de gran valor. El gobierno que tu dirigías lo
expropió y pasó a ser utilizado por diferentes entidades públicas.
No me olvido de puntualizar que las sociedades gallegas siguieron
contando con un espacio para desenvolver sus actividades culturales.
Fidel:
Ciertamente,
Diáspora, te llamé con urgencia para resolver el asunto del Centro
Gallego. Soy consciente de que me estoy acercando a la tumba. No
quiero irme sin antes arreglar el tema de la devolución del Centro
Gallego a sus dueños o propietarios. Como puedes ver no escapo por
la tangente y te hablo de la propiedad privada de una sociedad
mutualista que volverá a estar en manos de los socios. Estoy en
deuda con mis ancestros y con mi padre que fue un luchador que me
inculcó el valor de la perseverancia. Se había inventado un dicho
con rima que con frecuencia nos repetía: "no se llega a Camagüey
con la sombra del jagüey". Quería unos hijos que se moviesen y
nos aconsejaba en base a su experiencia de vendedor ambulante que
recorría las haciendas con sus mulas cargadas de prendas de vestir y
ropa de cama. Así fue como ahorró los primeros pesitos que invirtió
en la compra de un trozo de tierra cubana. Era un gallego corajudo
que se enamoró de los paisajes de una isla que decía te curaba
cualquier humedad o dolor en los huesos.
Diáspora:
Bueno,
Fidel, no esperaba otra cosa de ti. Se abrió la puerta a una nueva
realidad al acordar el restablecimiento de las relaciones
diplomáticas con Estados Unidos. En esta línea aperturista que no
tiene vuelta atrás, te pido que intervengas con firme resolución.
Eres el más indicado para impulsar el acto de reparación que enlace
definitivamente a nuestros descendientes --ciudadanos cubanos---
con la herencia de sus abuelos gallegos. Es cierto que el paréntesis
que le pusiste a sus derechos fue demasiado largo pero ya conoces el
dicho de que "nunca es tarde si la dicha es buena". Si quieres
puedo hacerle llegar al presidente de la Xunta de Galicia, una
tarjeta invitación de tu puño y letra. Creo que corresponde lo
invites para que sea testigo en un acto jurídico que marcará el
inicio de una nueva etapa en la que un gaitero cubano anuncia al
mundo que se abren los caminos de la libertad para los amantes de la
democracia. Gracias, de verdad, me despido. Vuelvo a Galicia con la
convicción de que cumplirás tu promesa de devolución en el próximo
año.
Fidel:
Entiendo
que tengas prisa por comunicarle a los habitantes de Láncara que
Fidel, el hijo de don Ángel Castro Argiz, se comprometió a la
devolución del Centro Gallego de La Habana. Podrías quedarte unos
días para visitar Santiago de Cuba pero otra vez será. Te hago
constar, sinceramente, que el agradecido soy yo al tener la
oportunidad de reparar la gran metida de pata de incautar una
propiedad que lleva en sus cimientos y paredes, el sudor de miles de
emigrantes de la tierra de Rosalía. Te aseguro que el Centro Gallego
de La Habana, construido en el Paseo del Prado o de José Martí,
volverá al seno de la colectividad gallega a la mayor brevedad
posible. Antes de irte, por favor, tómate otra cunca de queimada al
estilo galaico-habanero para que el camino de vuelta sea más
placentero. ¡Un abrazo y feliz retorno!
Manuel
Suárez Suárez