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Doña Calandria Fernández y don Buitre Singer.

Doña Calandria Fernández y don Buitre Singer.

Por Manuel Suárez Suárez
viernes 22 de agosto de 2014, 15:31h
Dicen los que saben que el ateniense Pericles ---reconocido experto en sistemas democráticos de gobierno--- está muy sorprendido por el hecho inaudito de que una mínima minoría le imponga a una amplia mayoría su decisión. Hubo una reunión urgente en el Ágora Celestial para tratar el tema de una peligrosa especie de pájaros que no son capaces de entonar una melodía y le quieren cerrar el pico a las alegres aves cantoras que nos despiertan cada mañana.


            Ahora con las nuevas tecnologías de la comunicación no hay conversación que no pueda ser escuchada y así fue que Pericles conectó un altavoz para que sus compañeros de la Asamblea Democrática Celestial supiesen del bien coordinado ataque del jefe de los buitres a la jefa de las calandrias. El agresor llamó a la Casa Rosada para dejar constancia de que no es posible ningún tipo de arreglo entre buitres y calandrias. Aquí tenemos la histórica grabación completa ---en exclusiva--- del diálogo entre doña Calandria Fernández y don Buitre Singer.


SINGER:  La llamo para comunicarle que no piense usted que hay algo personal en mi reclamo de la deuda que Argentina tiene conmigo. Al contrario, le puedo asegurar que admiro la belleza del territorio patagónico y en especial la blancura glaciar del Perito Moreno. Hace años que espero y quiero cobrar sin perder dinero. La demora no es motivo de descuento, creo que es justo al revés ya que corresponde una compensación por cada año de retraso.


FERNÁNDEZ:  Nunca se me pasó por la cabeza el pensar que tiene usted algo contra Argentina. Soy nieta de un gallego que cruzó el mar para dejar huella en una nueva tierra. Las vueltas de la vida hicieron que sea yo la responsable de defender la herencia sentimental del abuelo Pascasio. Así es que ahora me veo enfrentada a una mentalidad mercantil que se aleja de mi cultura de esfuerzo honrado en el trabajo diario. Estoy en clara desventaja con usted porque fui educada en que un favor nunca se paga. ¿Me entiende?


SINGER: Creo que me quiere llevar al terreno de los sentimientos. En este campo no tengo experiencia. Soy heredero de prestamistas y continuador de la vieja saga de judíos que se enriquecieron para poder honrar al dios de Israel en la intimidad del hogar. Me educaron para ganar dinero. Me hicieron fuerte mis ancestros que murieron sin ver al pueblo de Moisés en su templo de Jerusalén. Presto dinero a cambio de un interés que varía según sea el riesgo que corro en la operación. ¿Tiene algo de malo?


FERNÁNDEZ: Que sea usted un gran prestamista no le impide tener corazón. El problema es que no nos entendemos al estar usted está violando las normas básicas de cualquier operación financiera. Es cierto que compró deuda pública y es cierto que tiene derecho a recuperar su inversión. Pero tiene que aceptar que no todas las operaciones salen bien. Le ofrecimos pagarle con un descuento. Usted se negó y estaba en su derecho. Lo que no veo normal es que ahora pretenda cobrar más dinero por medio de un fallo judicial que semeja ser más un chantaje que un acto de justicia. Le pido que no se ciegue.


SINGER:  Si manejo importantes fondos financieros es porque me dedico a invertir sin hacer diferencias entre países. Mi dinero no tiene ideología. Soy capaz de hacer negocios con los enemigos de Israel al tener de mi parte al buen dios de Sión que me guía por el recto camino. Soy muy religioso aunque usted no lo crea al verme así sin la kipá o yarmulke que me pongo cuando estoy en casa con la familia. Soy un acreedor que no quiere perder dinero después de más de 10 años esperando. Es lógico que quiera lo que me pertenece porque en mi oficio de prestamista no se perdona nunca una deuda, sea grande o pequeña.


FERNÁNDEZ:  Me va a disculpar pero no coincido con usted en la falta de ideología. Creo que está usted negativamente ideogilizado al no ser capaz de discernir que en la vida no todo es beneficio. Por mucho dinero que tenga siempre tendrá poco en relación a otros empresarios o financieros que viven sus días con más tango en su cuerpo. Su pueblo tiene hermosos cantos como el zemer de los sábados pero no abren el cuerpo a la hermandad. Son canciones que unen a los miembros de una comunidad. Nuestro tango es solidario. Sus progenitores vinieron de afuera. Es una creación de alabanza a la nueva tierra por parte de sangre emigrante que se enamora de su nueva tierra. Usted canta para adentro y nosotros para afuera. Ahí está la razón de que no entienda que la República Argentina es un país noble con gente que cumple sus compromisos.


SINGER:  Me sorprende usted mucho. Mis informes no son correctos y voy a tener que corregir a mis asesores. Me la definieron como una mujer de cabeza hueca que llegó a la presidencia gracias a los tontos peronistas que les encanta votar a las viudas. Tiene cultura y conocimientos sobre mi etnia. Yo ignoro todo sobre la fuerza emotiva del tango. Siempre pensé que el tango era una música de marginados. Voy a pedir un informe a algún filósofo serio para que me marque las líneas de inversión en lugares en los que la música popular sea fuente de reflexión. Le agradezco me haya usted abierto los ojos al mundo del tango porque quizás así solucionemos mi reclamo de deuda mediante un nuevo instrumento financiero que vaya acompasado al ritmo de Carlos Gardel o de algún judío argentino que haya escrito tangos.  


FERNÁNDEZ:  No piense que es fácil para mi el dialogar con usted. Lo tengo que hacer. Estoy delante de una injusticia que puede frenar el crecimiento de mi país por una deuda que quisimos pagar y usted no quiso cobrar. Le propongo sea usted mi invitado en Buenos Aires. Por favor, haga el esfuerzo de acercarse conmigo una mañana de domingo a la plaza Dorrego. Le bastará el ver a las parejas porteñas bailando una danza que representa el triunfo de una nueva identidad basada en el amor al nuevo nido en el Plata sobre la tristeza de la ausencia de un hogar que se perdió en siglos pasados. Cuando vuelva a su oficina después de pisar las baldosas de Avellaneda, de la Boca o de San Telmo sentirá que le hablan las voces de los ancestros judíos del "Once" que lo aconsejan: No seas boludo, Paul, pensá un poquito. A vos te gusta cantar. Aprovechá entonces para negociar el pago aplazado de los bonos a cambio de unas clases intensivas con la gayega Stella Díaz. Enseguida aprenderás ---si dejás de pensar en los dólares--- y te sentirás dueño de la riqueza única de un tema bien interpretado. Con Argentina estás desafinando. Tenés que reconocer que la erraste y seguir empeñado en tu error te hará perder la satisfacción de ser Gardel una hora de tu vida.
Manuel Suárez Suárez
 
 
 
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