Ejercicios espirituales del suburbio
miércoles 05 de marzo de 2014, 18:58h
Dispuestos a justificarlo todo empecemos a teorizar sobre
las bondades del camarada Kim Jogn-un, la ternura de su padre y el misticismo
de su abuelito.¿Alguien puede, en su sano juicio, defender o tomar de modelo a
la revolución cubana - segundo país en el mundo de turismo sexual - en pleno
siglo XXI? ¿Alguien puede, con una mano en el corazón, creer en la revolución
chavista o nacional y popular de nuestras tierras? Quien haya leído un poco, un
poco nada más, de los pensadores clásicos del siglo XIX, le es impensable.
(¡Viva el virrey Pedro Cisneros! ¡Viva el virrey Juan José de Vértiz!). Estamos
rodeados de cholulismo, de dictaduras democráticas, de revisionismo berreta, de
pantomima épica. Les recomiendo que lean alguna biografía de Calígula, amado
por su pueblo, y verán que su época era
él. Y, también, que analicen sin prejuicios La grande belleza de Paolo
Sorrentino.
Siempre es previsible la secuencia. Previsible y dolorosa.
Es desolador como se mezcla y se confunde todo. Desolador y patético. Parecería
que el hombre no comprende o está imposibilitado de hacerlo. Lo digo sin
demagogia, claro está. Intelectuales, hombres de ciencia o de formación
artística, seres con vocación humanista, las más de las veces no ven lo
grotesco. Eso que está allí a la vista, eso que
un niño lo señalaría con facilidad. Bueno, es verdad, no todos los
niños.
La atmósfera plúmbea que se cierne sobre el horizonte
asfixia. No se quiere ver. No se trata de desesperanza ni de escepticismo. La hija del astrónomo Teón, Hipatia, es un
eslabón de aquello que intentamos resumir. Lo dramático es qué se entiende por
progresismo, por libertad. El Poder
fomenta embrutecimiento y
alienación. En el suburbio, digo. Hamsters reciclables los bautizó Esteban
Peicovich.
Usted sabe, fariseo lector, que sostengo teorías
libertarias. Durante décadas el Partido Comunista señaló en una suerte de
Inquisición del Hombre Nuevo, que todo aquello que no pasase por su concepción
era reaccionario, agente del imperialismo o secuaz de la CIA. Y quedó la marca.
Diluída, sin criterio, pero el halo sigue dando vueltas. Nacieron los mitos,
las leyendas. (¿Quién recuerda La revolución desconocida, de Volin?) Hicieron
listas negras donde estaban Camus y Ionesco, Pirandello y Orwell. Se ocultaron
datos de manera desenfadada, siniestra. Desde los campos de concentración o
Gulag (qué no dijeron "los camaradas del mundo" de Solhzenitsyn) hasta los
crímenes más absolutos en la Guerra Civil Española. Pero los camaradas leían
Novedades de la Unión Soviética y todo estaba en orden. El mal estaba afuera:
en la Alemania nazi, en la España franquista, en la Italia de Mussolini o en el
liberalismo inglés. Y naturalmente lo
falso, lo espúreo, lo irracional, lo consporativo, provenía del Pentágono. El
potitburó estaba ajeno a eso. Era la Biblia, lo único digno, lo sagrado. Hasta
embalsamaron a Lenin para cumplir con la tradición del culto a la muerte.
Montañas de documentos, de contradicciones, de engaños. Y paralelamente
mártires, persecuciones, exilios. Una cosa va con la otra. Una cosa va con la
otra. Así se hace el juego. Destacados intelectuales que leyeron a Hegel o a
Spinoza, a Svevo o a Joyce analizan la realidad desde la ceguera absoluta. La
literatura, el arte, sirve para poco en ciertos seres.
Entre nosotros, lo
que no es peronista es fascista. La
razón de mi vida, escrito por el valenciano, falangista, Manuel Penella, fue un
texto obligatorio. Como si lo hubiese escrito Rosa de Luxemburgo. La confusión
general, ubuesca, se genera a traves de
engaños, claroscuros, conversos y leales, patriotas y traidores. Y sobre eso
bombo, liturgia, sinarquía, maniqueo, silencio cómplice. Se formó un gran caldo
donde se mezclaron deseos y creencias, sectas y castigos. Una enorme capacidad
de olvido de nuestra sociedad y la falta de autocrítica hacen el resto..
El avión negro que trajo al General - Madrid-Buenos Aires -
el 20 de junio de 1973 estaba acondicionado según órdenes de su secretario
privado, José López Rega. En el sector A viajaban Licio Gelli, López Rega,
Luchino Revelli, Giancarlo Valori, miembros de la Logia Propaganda Due (P2). En
el sector B Juan Perón, Isabelita, Cámpora, su esposa Georgina, el coronel croata
Milo de Bogetich, la esposa del embajador en España, José Campano.
En marzo de 1974 el General sentía que su organismo iba
decayendo. No obstante se sintió con fuerzas para recibir al presidente de
Rumania, Nicolás Ceausescu junto con su esposa, Elena. Ceausescu, joven lector,
uno de los dictadores más brutales de la Europa del Este. A Ceausescu y a su
esposa se les entregó el Collar de la Orden del Libertador San Martín y la
Universidad de Buenos Aires lo nombró Doctor Honoris Causa. Vale la pena recordar
que durante su primer gobierno no recibió al Premio Nobel de Medicina, 1947,
Dr. Bernardo Alberto Houssay por ser antiperonista o contrera como solían decir
despectivamente. O gorila.
Luego las nefastas consecuencias: el horror del Terrorismo
de Estado (el PC Argentino sostenía que Videla era progresista, no así
Pinochet), la demencia de una sociedad cada vez más enferma. Y una y otra vez
sobre hechos revolucionarios, míticos, populistas; algo que forma parte del
delirio latinoamericano.
Esperamos nuevas estratagemas. Esperamos nuevos ornamentos,
cánones y pecheras. Aggiornamento y apelaciones
desde algún populismo zurcido. Y otra vez Ucrania, el dolor, el engaño,
los viejos hábitos. Con sólo saber de la excentricidad, del lujo de la mítica
residencia presidencial de Viktor Yanukovich: inodoro en forma de trono con dos
cabezas de tigre, zoológico de avestruces... Kiev, otro ejemplo de lo que venimos
diciendo.
Carlos Penelas /
Buenos Aires, marzo 2014