El día en el que Rajoy y Rubalcaba...
martes 04 de marzo de 2014, 13:01h
Muy revuelto, mucho. Me refiero, claro, al panorama
nacional, que del internacional es mejor ya ni hablar. Tenemos a algunos
presidentes regionales, cuestionados para colmo, poniendo en tela de juicio el
sistema de financiación autonómica y, casi, la Constitución. Tenemos a un jefe
del Estado pidiendo 'regenerar' la vida política nacional. Tenemos a un jefe
del Gobierno cuyo índice de popularidad no rebasa el 17 por ciento; a un líder
de la oposición que no lo supera ni en un 10 por ciento, a unos ministros que
no llegan ni a un suspenso digno y a una clase política que ni en sueños
llegaría al aprobado. Tenemos a un titular de Justicia enfrentado con todos los
togados, a uno de Educación al que hacen vudú docentes y discentes de toda
laya, a uno de Industria y Energía que emplea toda la suya en enfrentarse a las
eléctricas, a una de Sanidad contra la que protestan todas las 'batas blancas'
de España, a uno de Hacienda que ha logrado la unanimidad de que todos estén
contra él...
¿Bastan algunos 'brotes verdes' para contener tantas mareas?
Temo que la salud democrática del país está con fiebre alta, dolores varios,
achaques plurales. No hablo de la corrupción, que esa es otra; hablo de las
insuficiencias legales, de la falta de iniciativas novedosas. Es necesario un
golpe de efecto. Necesitamos a otro Adolfo Suárez para que, en once meses, nos
cambie las cañerías sin dejar de darnos agua. No es un milagro imposible,
porque Suárez, en una coyuntura me parece que más difícil, lo hizo. El día en
el que Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba salgan a la puerta de La Moncloa
a anunciar que no piensan presentarse a la reelección, que convocarán primarias
sin truco y que, juntos, lucharán concertadamente por regenerar el país, la
prima de riesgo baja hasta los cincuenta puntos, y el Ibex sube hasta los
quince mil. Pero no se preocupe usted: eso no va a ocurrir: supondría demasiada
generosidad y una dosis excesiva de patriotismo. E imaginación. Y valor.
Además, lo peor es que nadie les exige que lo hagan.
Muy revuelto, mucho. Pero intentan que no se note
demasiado.