Balance de una semana económica con buenos resultados
lunes 10 de febrero de 2014, 11:33h
En la semana que terminó quedó en evidencia que el gobierno
nacional tiene un poder de acción y control superior al que desde algunas
usinas del pensamiento opositor pretenden hacerle creer al ciudadano.
La falsa idea instalada tras las últimas elecciones
legislativas, de que el kirchnerismo está "en retirada" chocó esta semana con
la incesante dinámica de una gestión que lejos está de percibirse como dando
sus últimos pasos, sino que más bien sostiene la impronta que marcó al
kirchnerismo desde sus inicios: la acción política sin descanso en aras de una
mayor justicia social.
Ya la semana anterior había cerrado con un dólar controlado
en torno de los $8 y con una demanda pequeña de compradores, una vez
flexibilizado el régimen cambiario, que ni siquiera llegó al 10% de las
personas en condiciones de adquirir divisa.
Esta semana, el dólar siguió los lineamientos que le dictó
el gobierno nacional, mostrando una vez más su poder de fuego sobre la moneda,
y dando mayor credibilidad a lo dicho tanto por el jefe de Gabinete, Jorge
Capitanich, como por el ministro de Economía, Axel Kicillof, quienes aseguraron
que la divisa había alcanzado un nivel de convergencia aceptable, en el momento
en se movió a los $8.
Cuando muchos apostaban que era apenas el principio del fin
de la política económica kirchnerista, cuando muchos aconsejaban a los
comerciantes y a los distribuidores de mercadería de los distintos sectores
ajustar porque se venía una trepada imparable de la moneda norteamericana, el
gobierno nacional puso el dólar a $7,88 al final de la semana. El señor Juan
José Aranguren, presidente de Shell, le hizo perder $5 millones a la petrolera
angloholandesa con su mal negocio de hace quince días, en que pagó $8,70 por
cada billete verde.
En este marco, el economista Miguel Bein explicó el viernes
que "el mercado ya está diciendo desde ayer que la corrida (del dólar) se
terminó. Que el gobierno logró el puente tan difícil de todos los años, este
año el más difícil: el puente con la cosecha de soja que es con el mes de
abril". Alguien twiteó irónicamente, pero no sin razón: "mala noticia para
los mercados".
Así las cosas, la baja del dólar desinfló también la
cotización a la que se vende la divisa en forma ilegal, porque desinfló a su
vez las expectativas que se habían centrado en que el gobierno nacional
perdiera las riendas del manejo del mercado cambiario. Al final de esta semana,
y a dos de haberse flexibilizado el régimen cambiario, con las operaciones de
compra de dólares realizadas, apenas acaba de superarse el 10% de los
argentinos en condiciones de hacerlo. Y encima en la segunda semana las
operaciones concretadas fueron menores a las de la primera. En concreto, la
demanda bajó 15% de una semana a la otra. Cuando en la primera semana fueron
más de 178 mil, en la segunda apenas superaron las 150 mil. Una vez más, se
cayó la teoría de que la gente estaba ávida de querer salir a comprar dólares.
Queda claro que quienes quieren intervenir e interferir en el mercado cambiario
son aquellos con posibilidades de mover grandes sumas de dinero que pueden
generar inestabilidad en la economía.
Los resultados exhibidos por el mercado cambiario, se
consiguieron con un Banco Central que si bien intervino activamente en el
mercado cambiario, logró terminar el viernes sumando U$S 19 millones a sus
reservas, dando muestras que el sostenimiento del tipo de cambio no desangra
sus activos, como quieren que creamos.
Con el dólar bajo control, el gobierno nacional cerró esta
semana diferentes acuerdos de "precios cuidados" con los sectores de la
construcción, combustibles, medicamentos y útiles escolares, que se sumaron al
de electrodomésticos, y a la confirmación de la inalterabilidad de la lista que
ya se había acordado con los supermercados en diciembre.
En esto de los "precios cuidados", asistimos en estos días a
comportamientos inéditos en comerciantes y consumidores, que dan cuenta de una
mayor decisión de la gente de no dejar que le metan la mano en el bolsillo. No
solo se multiplicaron por todo el país las denuncias a quienes aprovecharon el
mar de confusión que pretendieron instalar algunos medios de comunicación, para
ajustar injustificadamente sus precios, sino que aparecieron también
comerciantes que a su vez denunciaron a sus proveedores por lo mismo.
La aparición de aplicaciones para el celular que permitan
escanear en el momento los precios y compararlos con la lista acordada, y en
caso de incumplimiento denunciarlo en el instante, hizo que la gente se
sintiera más fuerte y saliera a controlar a los supermercados. Lo mismo
hicieron otros, lista en mano, para que no les cobren lo que no corresponde.
Pero también los comerciantes cansados de tener que poner la
cara y ser los malos de la película ante sus clientes, por culpa de que sus
proveedores les aplican aumentos sin razón, salieron a hacer sus denuncias,
apelando a carteles, a la comunicación directa con sus clientes, o hasta
teniendo el enorme gesto que tuvo uno de Tucumán que como había ajustado sus
precios innecesariamente, empujado por la neurosis que le imponían sus
proveedores, resolvió devolverles la diferencia a sus clientes.
El acompañamiento de la gente a esta batalla en la que, como
dijo la presidenta Cristina Fernández, el gobierno está solo y necesita de los
ciudadanos, fue tan contundente, que productores, distribuidores y
supermercadistas comenzaron a sentir la presión de la gente, de tener que
respetar los precios acordados.
Esa misma presión se trasladó a los exportadores de granos,
que desde hace meses están sentados encima de una caja de U$S 10 mil millones
de divisas sin liquidar, amenazando la continuidad del proceso económico e
intentando desestabilizar al Gobierno. Esta semana finalmente se comprometieron
a liquidar unos U$S 2 mil millones en lo que resta del mes para descomprimir la
situación. En tanto reapareció el histórico reclamo de los sectores agrarios
pequeños y medianos de que el Estado tome el rol de intermediario en el
comercio de granos para evitar que los grandes jugadores del sector puedan
desestabilizar con sus maniobras especulativas.
En medio de todo esto, una buena noticia, el Club de París
aceptó iniciar las conversaciones con Argentina, para resolver el pago de la
deuda que el país contrajo con ese organismo, fundamentalmente en la última
dictadura cívico militar. La propuesta llevada por el ministro de Economía,
Axel Kicillof, fue evaluada satisfactoriamente por muchos de los miembros y
ahora comenzará un proceso de negociación. Nada que ver con la desesperada
enunciación del editorialista de Clarín Alcadio Oña, que apenas el ministro
dejó la propuesta en manos de los acreedores, se apuró a escribir "paso en
falso de Kicillof", cuando el paso en falto lo dio el propio periodista.