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Las cartas del Abuelo Pascasio:  Los piratas al abordaje de Galicia.

Las cartas del Abuelo Pascasio: Los piratas al abordaje de Galicia.

Por Manuel Suárez Suárez
martes 03 de diciembre de 2013, 11:01h
                Muy querida nieta Cristina:
 
                Te hago unas líneas rápidas para comentarte que los abuelos comenzamos con la lectura comentada de un libro que nos está abriendo mucho los ojos sobre la durísima crisis que está dejando en la lona a miles de familias gallegas. Es un revelador ensayo titulado "Piratas de lo público" de la autoría del profesor universitario Antón Losada. El texto es crítico a la vez que muy instructivo para todo ciudadano gallego que se sienta estafado por el desembarco del neoliberalismo pirata en nuestras hermosas costas atlánticas.
 
                Por desgracia, estos neopiratas son reales. No tienen ninguna semejanza con los corsarios del escocés Stevenson o con los del escritor gallego Xosé María Lema. En las páginas de Costa do Solpor , gran novela de Lema, no hay cobardes escondidos  detrás de unas sociedades financieras denominadas Fondos de Perversión. Los piratas son seres humanos que atacan, luchan y mueren dando siempre la cara. Son gente de mar curtida en mil temporales. Ahora mismo nuestra tierra está siendo atacada por los más peligrosos neopiratas de la historia. No son muchos pero son enormemente poderosos porque nunca ningún ser humano tuvo tanto poder en sus manos.
 
                Bueno, Cristina, a vos no te estamos descubriendo nada nuevo. Vos los conocés bien. ¿Te acordás del intento de abordaje a la fragata "Libertad" en Ghana? Aquellos  degenerados que se chamuyaron al juez Thomas Griesa están acá en Vigo. No lo podemos creer. Es muy doloroso el ver las lágrimas de nuestros compañeros Antonio y José Fernández López. A lo mejor no te conté que los fundadores de Pescanova eran hijos de un emigrante en Cuba que tenía un negocio de compra-venta de carne vacuna en el pueblo lucense de Sarria. Quiere decir que de las vacas se pasaron a los pescados. Fue José, un cerebro pensante, el que decidió había que congelar el pescado en altamar. Nadie lo había hecho antes y la inspiración le vino de observar e imitar los sistemas de frío que utilizaban los barcos argentinos transportadores de carne a Europa. 
 
                Te recomendamos el libro de Antón Losada. Su lectura es muy amena. El autor no es economista, lo cual nos tranquiliza mucho. En los tiempos que corren ---con la excepción de Paul Krugman--- los economistas se dedican a repetir el cuentito barato de que es necesario reducir el déficit público. Nosotros acá arriba, por suerte, estamos a salvo de cualquier tipo de autorrepresión pero entendemos que abajo la cosa está más que jodida. Somos optimistas e igual que el ético Antón defendemos el carácter público de la sanidad, de la educación y de las pensiones. Los gallegos no son culpables de la estrepitosa caída de su poder adquisitivo pero ---como bien dice Manuel Vicent--- "es lógico que el ciudadano anónimo de este país no recuerde cuándo empezaron a irle mal las cosas y, menos aún, el momento en que perdió la autoestima y bajó los brazos frente al poder".
 
 
 
                Lo que nos tiene bastante desconcertados es el hecho de que en medio de tanto monetarismo se instale una teoría de origen divino para proteger a los bancos y demás entidades financieras. Hay algo que no nos cierra. En nuestro tiempos muchos de nosotros teníamos un boliche o una panadería. Unos laburaban más y otros menos. Si por cualquier razón te iba mal, tenías que bajar la persiana. Ahora no es así. Si tenés un banco estás en un altar sagrado; adorado y reverenciado por todos. En la entidad que sea mandan nuestros activos neo-liberales-piratas. Ellos son los que tienen la manija del exprimidor y cuando quieren más jugo enseguida lo consiguen. El personal de servicio [F.M.I.] es muy eficaz y competente en exprimir aquí y allá para que la jarra del amo esté siempre a rebosar.
 
                Me despido, no sin antes pedirte no aflojés en la ayuda al Centro Gallego de Buenos Aires. Recibí un cariñoso abrazo del viejo emigrante que nunca olvida su paso por la orilla rioplatense para ayudar al engrandecimiento de la noble patria argentina.
 
                                                                                                                             Pascasio Fernández Gómez
 
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