Cambio de estilo y ajustes al relato
miércoles 20 de noviembre de 2013, 23:43h
El
último desdoblamiento cambiario en el país rigió en las vísperas de la
hiperinflación de 1989 y persistió durante la de 1990. Quien esto escribe era
en esos tiempos Senador Nacional oficialista
durante la primera, y opositor durante la segunda. Recuerda vívidamente
los efectos de ambas. La primera terminó con el gobierno de Alfonsín. La
segunda, con los ahorros que los argentinos tenían en los Bancos, apropiados
mediante el Plan BONEX.
En
ambos casos, la elefantiasis pública fue una causa subyacente constante. La
misma causa que, por el hiper-endeudamiento del Estado en los 90, provocó la
crisis del 2001.
La
obsesión por desconocer la realidad y la convicción -en ocasiones, rayana en la
soberbia- de creer que con voluntarismo se puede torcer sustancialmente la
evolución de los procesos económicos y sociales termina provocando duras
consecuencias en los ciudadanos de a pie, que sufren sus resultados.
Los
aprendices de brujos, en economía, raramente tienen finales exitosos. Tampoco
lo tendrán ahora. No aprender de los errores es de tontos, insistir en ellos es
de necios.
El
principal problema de la economía -ha dicho varias veces hasta la propia
presidenta- es de la insuficiencia de la oferta. Eso quiere decir: falta
producir más. ¿Quién podría discrepar con este propósito?
El
problema no es la meta, sino la consistencia entre lo que se dice buscar, y lo
que se hace. Para aumentar la producción es imprescindible que exista
inversión. Y para que exista inversión, se necesitan dos pilares fundamentales:
recursos y decisión de aplicarlos a generar riqueza. Más que ideológicos, se
trata de un problema matemático y de uno sicológico.
Ni uno
ni otro se soluciona con las medidas discrecionales y voluntaristas. Recursos,
porque difícilmente alguien (nacional o extranjero) ahorre o preste sus ahorros
al sistema bancario argentino -el intermediador natural entre el ahorro y la
inversión- con el riesgo de medidas oficiales que se los apropien.
Y la
decisión de aplicar esos recursos a la generación de riqueza es improbable que
se dé con este gobierno por el temor que genera la inseguridad jurídica
sembrada con las esperpénticas decisiones de estos diez años, entre otros la
apropiación de los ahorros previsionales de los argentinos, el intento de
apropiación de los excedentes agropecuarios afortunadamente frustrado por la lucha
del sector y la estudiantina de la confiscación de YPF, que ha terminado
absorbiendo recursos del sistema previsional para sostener sus necesidades de
financiamiento. No sólo por eso: también por la persistencia en el error, como
surge del proyecto de Código Civil que consagra la impunidad económica del
Estado ante decisiones delictivas o arbitrarias de los funcionarios.
El
desdoblamiento cambiario incrementa la discrecionalidad y la inseguridad. Si se
produce, llegará con lo que conocemos: la intensificación de la pugna por el
ingreso, la lucha por los sectores para ser incluidos en uno u otro según su
conveniencia, y el inmediato reflejo en la tasa de inflación -en realidad,
caída del valor del dinero nacional-. El mega endeudamiento público -externo o
interno- debido a caprichos fuera de época llevará al mismo resultado que en
las crisis anteriores.
¿Significa lo antedicho que no
es posible hacer nada? Efectivamente, dentro del marco populista no puede
hacerse nada.
Se
puede hacer, y mucho, en otro contexto. Afianzar la seguridad jurídica,
administrar las finanzas públicas con sentido común y profesionalismo, apoyar
fuertemente la capacitación con una educación moderna, inclusiva y a la vez
rigurosa, gobernar con la verdad, estimular el ahorro garantizando la
estabilidad de la moneda e incitar la inversión asegurando reglas de juego que
superen los caprichos presidenciales y ministeriales.
No es
tan difícil. Se está haciendo en el 95 % del mundo, desde EEUU hasta China,
desde Chile hasta Brasil, desde Uruguay hasta Perú, en Japón y aún en Europa, que contra todo
pronóstico, ha comenzado su trabajoso proceso de renacimiento después del
vendaval financiero producto del descontrol de los mercados de "riqueza
simbólica".
En
ninguno de esos casos se ha impulsado la ficción de dos valores para la moneda
nacional. En ninguno se considera una virtud fabricar dinero sin respaldo.
Hasta Cuba está dando pasos para salir de esa fantasía. No hacerlo conducirá a
lo que conocemos en el país -los que tenemos algunos años más- o lo que pueden
observar -los que no los tienen- leyendo las noticias que llegan desde
Venezuela.
Volviendo al título: cambió el estilo y eso está bueno. En el nuevo
estilo no cabe Moreno -tal vez sacrificado en el altar de los acreedores
externos, quién diría...-. Aunque a esta altura su defenestración sea quizás
injusta -sólo era el comisario político de decisiones que no eran suyas- está
claro que su cese distiende la relación con "los mercados" y el FMI.
La
"corpo", participante de un curioso acuerdo general
(Tinelli-C.López-Clarín-Flink-Telecom-Estado-), "los mercados" disfrutando el
pago al CIADI y cese de Moreno. Alegrías para los viejos rivales del modelo.
Mensaje a los gurkas y blogueros de La Cámpora: por las dudas, tal vez les convenga
dejar de hablar por un tiempo del "desendeudamiento"...
Como
lo decíamos en una nota anterior, el único camino de sobrevivencia es conseguir
que, de nuevo, los "enemigos" le presten. Y eso no será gratis.