Ahora, en noviembre, intensificamos nuestro programa
'Emprendedores 2020' e iniciamos con fuerza el 'Educa 2020'. Sesenta actos ya
en apenas trece meses activos. Un montón de experiencias. Y un grito de
esperanza.
Noviembre es mes tristón,
el de los primeros fríos en serio y que, encima, comienza con visitas
-costumbre que se mantiene, lo comprobé este viernes, muy en boga-a los
cementerios y con una madrugada de jóvenes disfrazados de bruja y de diablo. ¿Malos augurios? Pues mire usted,
amable lector: ni en lo económico, ni en lo político, suponiendo que ambas
cosas sean separables, hay razones suficientes para ser pesimistas. Siempre y
cuando, claro está, haga cada cual los deberes que le corresponden, con orden,
diligencia y -ay-imaginación. Ahí tenemos, sin ir más lejos, esa Conferencia
socialista de la que no sé si no estaremos esperando demasiado en cuanto a
propuestas regeneradoras: lo veremos. Y ahí tenemos esa inminente reunión 'pública'
entre Mariano Rajoy y Pérez Rubalbaca, de la que quién sabe si surgirá algo. O
no...que diría el inquilino de La Moncloa en sus momentos de mayor intensidad
galaica.
Pienso que un periodista no debe meterse en excesivos líos,
ni andar repartiendo consejos a los demás que para él no tiene, ni arreglando
el mundo a su antojo. Pero también creo que quienes gozamos del privilegio de
poder asomarnos a un balcón, por modesto que sea, y gritar las vivencias que
cada día acumulamos en nuestro oficio de mirones, tenemos la obligación de
expresar nuestra opinión, que, confirmo, es la opinión de muchos de los
interlocutores que voy encontrando por ahí. Pero también creo que los medios de
comunicación debemos enviar mensajes alentadores, cuando los haya, a la sociedad.
Es lo que tratamos de hacer a través de nuestros programas 'Emprendedores' y
'Educa', es lo que acabamos de hacer este mes de octubre en Gijón, León, en el
CEU de Madrid, en Aranda de Duero y, este viernes, en Burgos. Y ahora
aceleramos: actos en centros educativos en Madrid, en Castilla-La Mancha, en
Salamanca, en Antequera, en Canarias...Es una toma de temperatura de todo el
país que me hace tener una percepción bastante exacta, creo, de una realidad
que habitualmente se hurta, y se hurtan, políticos y periodistas.
Claro que yo no he hecho ninguna encuesta con validez
demoscópica suficiente. Pero puedo asegurarle, querido lector, que, en el
desarrollo de un programa emprendedor que me hace visitar toda España y tratar
a cientos de personas cada semana, me he hecho una idea bastante aproximada de
cómo andan las cosas por el mundo real, que no es (exclusivamente) el de los
periodistas, políticos, empresarios, banqueros y famoseo, que es el que
habitualmente solemos tratar quienes nos dedicamos en cuerpo y alma a la tarea
de informar. A mí, esas gentes que no son ni periodistas, ni políticos, ni
grandes capitanes de empresa, ni responsables de partido o sindicato alguno, me
transmiten cosas como las que siguen.
Existe, en primer lugar, un enorme hartazgo de la política.
"Cuando los políticos suben al atril a hablar, el acto pierde todo
interés", es lo que me comentan tras algunos actos de emprendedores en los
que participan responsables municipales, presidentes de diputaciones, presidentes
de cámaras de Comercio, algún presidente autonómico, algún ministro...La
crítica no siempre está plenamente justificada, la verdad; creo que, en
general, en los alcaldes está el principio de la renovación de España 'desde
arriba', de la misma manera que al conjunto de la sociedad civil le corresponde
hacerlo 'desde abajo'. Pero, sin duda, la política es, hoy por hoy, una
actividad desprestigiada, si hablamos en términos generales.
Parte de ese desprestigio, constato, viene dado por algunos
'tics' de los políticos españoles. Su afán de permanencia contra viento y
marea, entre otras cosas. Cuando las encuestas muestran una enorme
impopularidad y falta de credibilidad en el presidente del Gobierno, en el
líder de la oposición,en los ministros,
en los responsables autonómicos y en los partidos en general, nadie parece
conmoverse. El día en el que Rajoy y Rubalcaba salgan a la puerta de La Moncloa
para anunciar 'urbi et orbe' que no piensan concurrir a la reelección, que
dejan paso a unos sucesores más jóvenes -con menos pasado a sus espaldas, y
usted entiende que en el concepto 'pasado' se engloban muchas cosas, incluida
la corrupción-y que, hasta que esa sucesión se haya constatado a través de unas
primarias, van a dejarse la piel en un afán reformista de leyes -como la de
partidos-- y hasta de la Constitución donde quepa, ese día, amable lector, la
prima de riesgo baja doscientos puntos y los valores del Ibex subirán mil
puntos. No tenga usted la menor duda.
Pero, claro, ya sé que estoy poniendo aquí negro sobre blanco
lo que constituyó una célebre máxima de la revolución del sesenta y ocho:
'seamos realistas, pidamos lo imposible'. Porque imposible se me antoja que
estas propuestas, que comparten todos mis interlocutores casi sin excepción, se
materialicen en algo, siquiera en un mínimo porcentaje. Sigo escuchando a los
políticos hablar de la necesidad de pacto, de poner en marcha una legislación
regeneracionista e, inmediatamente a continuación, culpar al otro de torpedear
el pacto. Con lo cual seguimos más o menos como siempre. ¿Cómo esperar, y
vuelvo a noviembre, cualquier propuesta verdaderamente regeneracionista
procedente de la Conferencia inminente del PSOE si todo se va a ir en fuegos de
artificio acerca de los rostros que concurrirían a las primarias (que, por
cierto, deberían celebrarse cuanto antes)? ¿Cómo confiar en la puesta en marcha
de una solución verdaderamente imaginativa y eficaz para el conflicto catalán
si lo que transmiten los máximos dirigentes de los dos grandes partidos
nacionales -de los segundos escalones ya ni hablamos-es una desconfianza mutua
que al respetable público le desalienta para confiar en los dos?
Pues eso: que hemos entrado en la penúltima oportunidad de
arreglar algo el patio para acometer ese 2014 lleno de retos, peligros, promesas
y oportunidades, en un clima medianamente aseado. Porque, y termino con lo de
mis interlocutores emprendedores, lo que se percibe con inmensa claridad, sea
en la Comunidad Autónoma que sea, se trate de la ciudad de que se trate, es un
enorme pesimismo acerca de que estemos, aquí y ahora, en las mejores manos
posibles. Y bien que siento decirlo, porque pienso que nuestros responsables
políticos son, en general, gentes honradas, patriotas que, sin embargo, a
veces, tantas veces, son incapaces de la menor grandeza y generosidad, que es
lo que ahora necesitamos. No cabe, entiendo, otra cosa que hacer un llamamiento
a la sociedad civil para que actúe; eso es lo que intentamos en nuestra enorme
gira de 'Emprendedores'.
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