Galicia se encuentra en estado de conmoción y personas como
Alberto Núñez Feijóo, Ana Pastor y el propio Mariano Rajoy pasan hoy uno de los
peores días de su vida. Aun así, nada comparable al dolor irreparable de las
familias de los muertos y desaparecidos. En un segundo, sea por un error humano
o técnico, casi un centenar de vidas se han roto. Y detrás de cada uno, unos
padres, un esposo o una esposa, hijos, amigos, sin consuelo. La vida no vale
nada. Por eso hay que aprovecharla cada minuto. Por eso hay que olvidar las
pequeñas rencillas. Por eso hay que decir a las personas con las que convivimos
que las queremos. Porque tal vez no haya posibilidad de decírselo nunca más.
Entre las víctimas de esta tragedia hay alguien que fue
amigo y compañero de empresas profesionales, de grandes retos, de éxitos
importantes y de algún fracaso. Un periodista de raza, hombre de radio y de
relaciones públicas, inteligente y trabajador incansable. Se llamaba Enrique
Beotas, un abulense con alma de gallego, y aunque en los últimos años no
teníamos ninguna relación, la noticia nos ha impactado a todos los que le
conocíamos. Y el dolor se mete en el corazón y sólo se recuerdan los buenos
ratos, los afectos, las esperanzas puestas en algo que no fue como habíamos
soñado, pero que nos hizo crecer.
Camilo José Cela, una
de las personas que Enrique trató, decía que "la muerte es algo tan
tremendamente airado, que sólo la desnudez, la elemental desnudez, puede
escindirla del ridículo". Desnudos venimos y desnudos nos vamos. No atesoramos
nada que nos podamos llevar con nosotros. Detrás de nosotros, una gota en el
océano de la humanidad, no hay nada más que el recuerdo que dejamos. Como decía
Ghandi, "si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente
sería una burla cruel". Como yo creo que sí hay otra vida, allí espero
encontrarme, desnudo también, con las personas que amé y que me amaron,
con los que fueron mis amigos, con los
que en cada momento me ayudaron a ser como soy hoy. Con los ojos abiertos a la
luz y a la esperanza. En paz. Ojalá descansen en esa paz todas las víctimas de
la terrible tragedia de Galicia. Descansa en paz, Enrique. Y un fuerte abrazo
para tu mujer y tu hija.
francisco.muro@planalfa.es