Brasil: un movimiento inédito y sorprendente
viernes 21 de junio de 2013, 10:47h
Las movilizaciones de las últimas semanas en Brasil,
encabezadas por jóvenes, ponen en evidencia, a partir del intento de aumento
del transporte público, las contradicciones de un modelo que, si bien ha
avanzado en la democratización de la sociedad, todavía tiene deudas pendientes,
especialmente con la juventud.
Quienquiera que busque encontrar interpretaciones acabadas
de las movilizaciones de las últimas semanas en Brasil seguramente estará dando
una interpretación reduccionista de lo que sucede en las principales ciudades
del país. El detonante del movimiento fue el aumento -pequeño en cifras- de las
tarifas de transporte público, pero ya en sus comienzos se autodenominaba como
"de pase libre", esto es, reivindicando el derecho al transporte como derecho público
y que, como tal, debiera ser gratuito.
Fueron básicamente jóvenes. El principal programa televisivo
de debates invitó a dos líderes del movimiento -porque sí, el movimiento tiene
liderazgos-, los dos, un chico y una chica, estudiantes de derecho y de
historia de la Universidad de San Paulo, por lo tanto, originarios del medio
estudiantil. Muy politizados, de izquierda, no antipartidarios, con conciencia
de los intentos de la derecha -vía medios de comunicación- de utilizarlos en
contra del gobierno.
Las manifestaciones se replicaron prácticamente por todas
las grandes ciudades brasileñas -empezando por la rica y con mayores contrastes
y dificultades de la vida urbana, San Paulo-, lo que revela el grado y la
intensidad de las contradicciones sociales en las metrópolis brasileñas.
Brasil -el país más desigual del continente, más desigual
del mundo- en los últimos diez anos atraviesa un proceso formidable de
democratización social, que ha cambiado radicalmente la fisionomía de su
sociedad, a favor de los más pobres. Sobre eso no queda ninguna duda.
Pero, en ese marco, no hay políticas para la juventud por
parte del gobierno federal. Consultados, seguramente la gran mayoría de los
jóvenes vota al candidato del gobierno. Pero, sobretodo por los efectos de la
mejoría en la situación general de las familias, así como por la existencia de
muchos más cupos en las universidades, y también más puestos de trabajo.
Sin embargo, los temas específicos de la juventud no son
atendidos por programas dirigidos directamente hacia ella. Ni respecto a la
descriminalización de las drogas livianas, ni respecto a la legalización del
aborto, entre otras cuestiones.
El mayor líder político que Brasil ha tenido -Lula- no tiene
un discurso específico hacia los jóvenes, no dialoga directamente con ellos.
El movimiento logró su primer objetivo, con la cancelación
del aumento de las tarifas públicas. Haber logrado conquistar ese objetivo
genera más ánimo al movimiento para seguir adelante.
La oposición -los medios privados, que hacen como de partido
da la oposición- pasó de condenar a las movilizaciones a promoverlas de manera
desproporcionada, cuando se dio cuenta que podría desgastar al gobierno,
buscando introducir sus consignas. Así como, desde otro lado, sectores
extremistas trataron de terminar con las marchas, con actos generalizados de
violencia, con la destrucción de espacios públicos.
El movimiento se encuentra ahora frente a la disyuntiva
sobre los próximos pasos. Por su formulación original, pretende poner en debate
la gratuidad del transporte público -tema mucho más complicado, porque, entre
otras cosas, supondría elevar mucho los impuestos-. Pero el debate del
financiamiento de los transportes públicos está planteado, lo cual es otro
logro del movimiento.
En las próximas semanas se podrán mensurar los efectos que
este movimiento inédito y sorprendente tendrá sobre la política brasileña.