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Nuestros nuevos emigrantes en el  Río de la Plata.

Nuestros nuevos emigrantes en el Río de la Plata.

Por Manuel Suárez Suárez
jueves 04 de abril de 2013, 10:53h
                Dona Diáspora está triste. A sus años las viejas y mal curadas heridas le producen fuertes destrozos en un cuerpo afectado por más de un siglo de nostalgia emigrante. No entiende nada de economía pero sus ojos y oídos aún no la engañan. Sufre cuando lee o escucha que su paraíso gallego está perdiendo población, en especial en las provincias de Lugo y Ourense. Puede ser una maldición pero semeja que la "Santa Compaña" no influye mucho en las altas tasas de desocupación de la juventud según se recoge en los censos del INE. Lo cierto es que con uno de los paisajes más hermosos del mundo no alcanza para mantenerse. Quizás el problema está en que las nuevas generaciones abandonaron las viejas creencias para entregar sus vidas al servicio de una nueva advocación religiosa llamada "Santa Unión Europea".
 
                Dona Diáspora quiere pedir perdón porque siente vergüenza ajena por la insensibilidad de los parlamentarios que en el Congreso de los Diputados aprobaron normas jurídicas inspiradas por "Santa Unión Europea". Unas normas que iban contra los derechos de los ciudadanos extranjeros que buscaban mejorar su vida trabajando en el amplio solar ibérico. Los señores legisladores cayeron en el mismo error de los conversos que deseaban ser aceptados y por eso son activos represores del viejo credo. Dicen que fue la venenosa burbuja especulativa la que nubló las mentes de los diputados y los llevó a cerrar una puerta que dejó fuera miles de ilusiones. En este cierre violento ofendieron a ciudadanos americanos de países con los que todavía estamos en deuda. En Galicia nunca pagamos las más de 300 escuelas que se levantaron con el dinero que mandaron los emigrantes desde Cuba, Argentina y Uruguay.
 
                En estos 10 últimos años creció con fuerza la economía en varios países americanos. En casi todos ellos dejamos nuestra huella solidaria que nos vuelve a garantizar la posibilidad de tener una puerta abierta en un momento de honda crisis laboral. Volvemos a ir camino el sur. Poco nos duró el bienestar. La juventud más preparada de la historia está cayendo en el desaliento de no encontrar un puesto de trabajo. Antes huyeron los abuelos y ahora son los nietos los que comienzan a buscar ofertas de trabajo en Buenos Aires o Montevideo. Allá en la orilla rioplatense viven aquellos primos de Avellaneda que conocieron hace años en un campamento de la Xunta de Galicia. Habrá que disculparse delante de argentinos y uruguayos para que no nos echen en cara el injusto maltrato recibido en el aeropuerto de Madrid. Están documentados varios casos de retención y devolución de ciudadanos americanos a su país de procedencia como si fuesen mercadería en mal estado.
 
                Dona Diáspora sugiere que el presidente de la Xunta le escriba a Cristina Fernández y a José Mujica para hacerles constar oficialmente que los sucesivos gobiernos autonómicos actuaron siempre con mucha generosidad delante del hecho migratorio. Los presupuestos generales de Galicia incluyen partidas específicas para ayudar a los residentes gallegos en el  exterior, sea a título individual o colectivo. Las asociaciones y entidades mutualistas reciben aportes económicos anuales que se vieron reducidos por la crisis pero no desaparecieron. No dudamos que los nuevos emigrantes serán atendidos en el Centro Gallego de Buenos Aires o en la Casa de Galicia de Montevideo con la misma diligente profesionalidad con la que atienden a cualquiera socio local. Ciertamente que alguno de los médicos o médicas que atiendan a los nuevos pacientes será familiar o coincidirá en los orígenes parroquiales con el recién llegado y hasta pueda que sea de A Fonsagrada que es donde nació el abuelo de la presidenta Fernández.
 
                Dona Diáspora recomienda que los diputados que metieron la pata aprobando la última reforma de la ley de Extranjería y el decreto regulador del 30-VI-2011 deberían de peregrinar hasta la capital de Galicia para arrepentirse del pecado de "Olvido del valioso esfuerzo emigrante en América". Quiere ayudarlos delante de Santiago Apóstol y por eso redactó una plegaria que cada pecador adaptará a su caso particular pero sin salirse del guión ya que entonces no alcanzará el favor solicitado. Pensó en agregar algún que otro pecado clásico pero no quiere cargar con toda la culpabilidad encima de los representantes de la voluntad popular. Asegura que recibirán la indulgencia si leen con el corazón el siguiente ruego:
 
                Buenas, mi Señor Santiago. Reciba usted a este humilde pecador que después de caminar hasta Compostela le ruega el perdón por votar en contra de los derechos de los emigrantes en el Congreso de los Diputados.
 
El camino me abrió mi cerrada mente para descubrirme que en el hemiciclo madrileño fui una ovejita más a las órdenes de mi partido. Si callé la boca fue para que no me sacasen de las listas en futuras convocatorias electorales. Estaba cegado por las vanidades terrenales que me hicieron olvidar que la única lista en la que se debe estar es en aquella que permite entrar con la conciencia limpia en el reino de Dios.
 
                Os pido mi Apóstol el tener en cuenta mi más absoluta ignorancia sentimental al pensar que para ser diputado llega con un título universitario. Lo que quiero decir es que unos días antes de la votación estuve hablando con mi padre sobre la necesidad de poner freno al ingreso indiscriminado de extranjeros.
Cuando le dije que la reforma de la ley sería aprobada por una amplia mayoría y también con mi voto; se puso a gritar en contra mía. Me llamó burro ignorante y desagradecido. No me gustó nada que se enojase de aquel modo pero quedé callado cuando vi sus ojos llenos de lágrimas.
 
Recordó con todo detalle aquel día en el que acompañó a su madre a la panadería. Eran los más duros años de la posguerra en los que la cartilla de racionamiento era el documento básico para el sustento familiar. Volvió feliz comiendo un trozo de pan que le sabía muy bien. Su madre le comentó que lo hicieron con el trigo de Perón. Muchos años después supo que Perón no era el nombre de una variedad especial de cereal sino el nombre del presidente del país sudamericano que nos enviaba, gratis, toneladas de alimentos.
 
Mi padre me despidió ---muy dolido conmigo--- con la advertencia de que no es recomendable el escupir para arriba y que muy pronto los ofensores nuevos ricos del Reino de España volverán a pedir papas a los gobernantes argentinos para que no le pongan barreras a los nietos que van allí a trabajar.
 
¡Qué razón tenía mi padre! Ahora su nieto mayor está en Buenos Aires. Presentó una solicitud que aceptó el Dr. La Blunda [Interventor Judicial del Centro Gallego] para realizar prácticas no remuneradas en el servicio de Radiología del Hospital de la esquina de Belgrano y Pasco. Allí estará hasta que aquí se convoquen las oposiciones para los técnicos de Imagen para el Diagnóstico.
 
Se que fui un tonto presumido y me arrepiento por no tener memoria y pido delante del altar de esta Santa Catedral que me sea concedida la gracia del perdón apostólico. Ofrezco mi palabra de honor de que nunca mas olvidaré que la noble entrega que nos hicieron los emigrantes es sagrada.
               
Manuel Suárez Suárez
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