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Paritarias

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Por Enrique Szewach
lunes 25 de febrero de 2013, 09:07h
La Argentina económica está enfrascada, de lleno, en la discusión sobre el nuevo nivel de los salarios nominales, a través de negociaciones paritarias.

Como nos enseñara Lord Keynes, en esa discusión, el concepto clave es "salarios nominales".

En efecto, y parafraseando, al respecto, un fragmento del libro del Profesor Kicillof,  "...los sindicalistas y empresarios pueden discutir y determinar  el nivel de salario nominal. Pero el salario real, depende siempre de la productividad del trabajo, y entre los salarios nominales y los precios deberá establecerse una relación que asegure este resultado...".

Lo paso, al castellano básico y, simplificando, con un ejemplo: Keynes diría, si yo, trabajador, produzco por 100 y quiero ganar 200, mi empleador puede aceptar pagarme 200, sólo si está dispuesto a perder 100, o si puede trasladar mi aumento a su precio, de manera que, en términos del precio de su producto, yo sigo aportando lo mismo.

Es decir, a menos que se esté dispuesto a una reducción de las ganancias empresarias, todo aumento nominal de salarios, por encima de la productividad del trabajo, termina siendo anulado, por un incremento similar de los precios.

Este es un planteo teórico, al que hay que trasladar a la práctica, con todas las complicaciones que ello implica.

Pero, siempre simplificando, se podría hacer una aproximación "keynesiana" a lo sucedido con los salarios reales en los últimos años.

La economía estaba, a principios del 2003, con récord de desempleo y capacidad ociosa.

La recuperación de la demanda, promovida desde el sector externo por las mayores exportaciones y la sustitución de importaciones permitió un aumento del empleo. Este incremento del empleo, al hacerse, en promedio, con capital ya existente, elevó la productividad del trabajo, lo que permitió subir empleo y mejorar el salario real, simultáneamente.

Este camino se interrumpió a mediados del 2006, cuando la tasa de desempleo se acercó a los niveles pre crisis.

A partir de allí, los intentos por seguir aumentando el empleo, manteniendo el ritmo de crecimiento del salario real, empezaron a presionar sobre los precios, para "ajustar" el salario nominal a la nueva productividad del trabajo, y el gobierno empezó el camino de "emparchar", "intervenir", "subsidiar", etc., para sostener artificialmente alto el salario real, y a la vez, seguir bajando el desempleo, sin afectar la rentabilidad empresaria.

Estos mecanismos "ad hoc", fueron ayudados por un contexto externo extremadamente favorable, tanto por el valor de los productos de exportación, como por la apreciación de las monedas regionales, y las bajas tasas de interés internacionales, que "disimularon" la suba de costos internos. A lo que, luego, se le fue agregando el cierre de la economía (para compensar con "mercado", la menor rentabilidad unitaria).

Pero, a medida que se avanzaba hacia el pleno empleo, los precios "libres" empezaron a empujar la tasa de inflación, para acercar el aumento de salarios nominales al salario real "verdadero". Mientras, las empresas "controladas" fueron compensadas con volumen, concentración, y ausencia de competencia.

Por su parte, el sector público, como no hace la cuenta de productividad/salario real, si no que paga lo máximo que puede dados los ingresos, aumentó el empleo y los salarios vía presión tributaria, emisión monetaria y dólares de las reservas.

Esta "mezcla" permitió boom de consumo... y de votos.

Pero, insisto, como nos recuerda Lord Keynes, al final de la historia, cuando la productividad del trabajo llega a su techo o cae, el salario real, llega a su techo o cae. Y eso es lo que pasó, en el 2012.

Ahora, para lograr subir el salario real, de manera de volver a ganar las elecciones, el único camino posible es sacrificar rentabilidad empresaria.

Pero sin incremento de la rentabilidad esperada, siempre siendo keynesiano, no hay inversión. Sin inversión, si agrego trabajo,  la productividad del trabajo sigue cayendo y, por lo tanto los precios tendrían que aumentar. Como están controlados, no agrego trabajo y no se genera más empleo.

Como hay más votantes dependiendo del salario que de la rentabilidad, el gobierno forzará el incremento del salario real, a costa de la rentabilidad de las empresas "controladas", mientras las "libres" harán lo que puedan, o lo que el mercado les deje. Y el empleo sólo crecerá, eventualmente, en el sector público.

Keynes diría, en el corto plazo se puede hacer lo que se quiera, y en el largo...
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