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Fiscalidad

Fiscalidad

Por Enrique Szewach
lunes 28 de enero de 2013, 18:09h
La Argentina ya presenta signos inequívocos de una sus típicas crisis fiscales.

El gasto público consolidado está en niveles récords, tanto en términos de PBI (50%), como medido en dólares per cápita.(Según datos de la Fundación Mediterránea, el  gasto público per cápita era de 2700 dólares a  principios de los 2000 y hoy ya llega casi a los 6000).

Como, además, esta explosión de gasto no pudo financiarse, como en el pasado, con endeudamiento externo, también está en récord la presión tributaria y el Banco Central tiene que aportar creciente emisión monetaria, (impuesto inflacionario) como complemento de financiación.


Es cierto que todavía no se ha abusado del crédito bancario interno, ni se ha echado mano a las cuasimonedas, como a finales de los 90, pero ya se advierte en las provincias el uso de diversos instrumentos de deuda interna, en especial con proveedores de bienes y servicios y la autoridad monetaria ha relajado algunas regulaciones que limitaban el financiamiento crediticio del sector público, mientras se inventan nuevos instrumentos para que el pequeño mercado de capitales local contribuya también con algo de fondos.


 Cualitativamente, este mayor gasto no se ha traducido, salvo excepciones desarticuladas e inorgánicas, en mejoras de la infraestructura de bienes públicos, en sentido amplio, si no que, básicamente, el mayor gasto se concentra en salarios, jubilaciones, y subsidios al consumo. Basta con recorrer las rutas, ver hundirse barcos, viajar en un tren o querer usar electricidad intensivamente en verano o gas en invierno, para comprobarlo.

La "puja distributiva" salarios-precios, ya se ha trasladado a la esfera fiscal, con reclamos de cambios en la coparticipación federal, de deudas de la Nación a las Provincias, o de replanteos en torno al Fondo del Conurbano Bonaerense. (Dicho sea de paso, el peronismo gobierna la Provincia de Buenos Aires desde hace 25 años, y de esos 25, 20 coincidieron con el peronismo gobernando el país. ¿No tendrán alguna responsabilidad en lo que está pasando en la Provincia?.

Además, hay que hacer la cuenta completa, con los subsidios al consumo concentrados en el Gran Buenos Aires, y las retenciones a la exportación. que aportan las provincias).

Por lo expuesto, el "ajuste" fiscal,  ya está en cuenta regresiva.

Obviamente, siendo éste un año electoral, y no un año electoral cualquiera, (Por lo que se juega el oficialismo en busca de una posibilidad de reformar la Constitución), será difícil que dicho ajuste se de este año.

Seguramente, el gobierno nacional intentará postergarlo, manteniendo el actual esquema de centralización de recursos impositivos y financiamiento a través del Banco Central, ejerciendo alguna presión adicional sobre empresas y sindicatos, para moderar las expectativas de inflación y poder cobrar el impuesto inflacionario, sin que la gente huya del dinero, y procurará trasladarle parte del ajuste a las provincias "opositoras" y a los "votos perdidos".

Pero postergar la solución a un problema dinámico como el descripto, no hace más que agravarlo.

Es cierto que las extraordinarias condiciones externas y de productividad agrícola permiten imaginar un gasto público "de equilibrio" superior al pasado (Hacen falta menos toneladas de soja para financiar el mismo gasto), pero no es menos cierto que, salvo un Loto con Vaca Muerta, o bien se desarman y se replantean ordenada y gradualmente, todo el esquema de federalismo fiscal, prioridades de gasto, mecanismos para financiar infraestructura, subsidios, impuestos, retenciones, etc., o bien volveremos a la forma tradicional de "arreglar" el problema, licuando el gasto, con un fogonazo inflacionario, cambiario.

Insisto, aún cuando esta vez, por las extraordinarias condiciones globales, el problema sea menor, todo el ajuste recaerá internamente, dado que, al ser el financiamiento externo actual del gasto mínimo, no podremos "pedirle" una contribución a los de afuera, como hicimos en el 2001. Y máxime cuando ya están contribuyendo por el no pago al Club de París, o el desconocimiento de los fallos del CIADI o los bonos en default.

Y es precisamente el "descuento" de este futuro ajuste del desajuste fiscal actual el que está influyendo en la brecha cambiaria, en la poca inversión privada, o en las tasas implícitas en los bonos de deuda provincial y nacional.

En síntesis, nos encaminamos a un nuevo escenario de "normalización" de un gasto público infinanciable. Puede ser inteligentemente por las buenas, o estúpidamente, por las malas.

La política decidirá.
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