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Precios

Precios

Por Enrique Szewach
lunes 21 de enero de 2013, 17:51h
La economía argentina presenta hoy una fuerte distorsión de precios relativos.

Esta deformación de los precios, se origina en varios factores.

El primero, derivado de la política oficial de precios de algunos servicios y bienes.

En efecto, como le vengo contando hace rato, y como lo han explicitado varios funcionarios oficiales, el gobierno mantiene artificialmente bajos los precios de algunos servicios  bajo jurisdicción nacional -provisión de energía eléctrica, gas natural, transporte, etc.- mediante una gran maraña de subsidios financiados con impuestos e inflación.

En el "corazón" de esta política está la intención de incrementar el ingreso disponible de los votantes, para otros consumos y de mantener relativamente bajos los costos de las empresas intensivas en estos insumos, tratando de compensar las pérdidas de competitividad causadas por otras políticas, incluyendo cierto control de precios en bienes de consumo popular.

Pero esta política ya está mostrando su insostenibilidad.

El gasto en subsidios aumenta, ello obliga, a su vez, a elevar la presión tributaria y la inflación. Y la aceleración de la inflación, empieza a erosionar el poder adquisitivo de la gente, de manera que el "neto" favorable al consumo se empieza a reducir. (Además de los efectos ya discutidos, sobre la oferta local de energía, y las importaciones).

Una segunda distorsión de precios, surge claramente, de la política de control de importaciones y del intento por sustituir, insumos y productos de manera arbitraria, y hasta azarosa y no como parte de un ordenado proceso industrializador.

En ese contexto, algunos "vivillos" se aprovechan, otros, más víctimas que victimarios, se previenen de faltas de stocks o de elevados costos de reposición, y otros, casi sin buscarlo, encontraron ganancias extraordinarias en "ceder" exportaciones que de todas maneras realizaban, cobrando una comisión.

El resultado de esta "mezcla" también es de rentabilidades y precios, que no responden a condiciones de mercado.

El tercer elemento que distorsiona precios surge del particular "federalismo" del gobierno nacional.

La política de subsidios, en varios casos, sólo abarca servicios de jurisdicción nacional, de manera que los ciudadanos que consumen en muchos lugares del interior del país, no reciben los "beneficios" de estas políticas y pagan precios diferentes y, además, están obligados, a través de los impuestos y de la inflación a financiar dichos subsidios que nos les llegan, o no les llegan plenamente, dado que, "en el medio", están las administraciones provinciales.

Dejé para el final,  a propósito, el problema de un precio clave como el tipo de cambio.

Durante años, toda América Latina, incluyendo la Argentina, ha tenido que mantener artificialmente alto el tipo de cambio, dado el boom de los precios de los commodities, y el flujo de capitales hacia la región, que generaban una sobreoferta que tiraba el precio del dólar para abajo.

Teníamos fuerte inflación en dólares, pero también la tenían los países vecinos.

Todos los Bancos Centrales comprando y acumulando reservas para evitar que el precio del dólar bajase todavía más.

Pero desde mediados del 2011 y, con más énfasis en el 2012, los países de la región, en particular Brasil, modificaron sus políticas, devaluaron sus monedas y hoy mantienen artificialmente "alto" su tipo de cambio.

El Banco Central argentino, en cambio, prefirió, el sapo cambiario, a la flotación del precio, de manera de permitir una explosión de emisión monetaria para financiar el gasto público.

El resultado, ha sido una importante apreciación del peso, en comparación siempre con los países con los que comerciamos más intensamente.

La sensación general es que este "quilío" de precios relativos resulta insostenible en el mediano plazo y, por lo tanto,  cada uno que puede trata de cubrirse, frente a una eventual vuelta a la "normalidad".

No es de extrañar, entonces, que las expectativas de inflación se hayan acelerado, que suba la presión sobre el valor del dólar libre, independientemente de factores estacionales, o  que ya se vislumbre el acortamiento en los plazos de las discusiones salariales.

Mientras tanto, el gobierno sigue sin cambios importantes en las políticas. "Corriendo de atrás". E intentando moderar los reclamos salariales con más déficit fiscal -la eventual reducción del impuesto a las ganancias para los trabajadores, no será menor gasto en otra cosa, si no más emisión del Banco Central-. En ese sentido, cabe esperar, por ahora,  más problemas que soluciones.
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