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Dulces 16: Democracia para todas y todos

Dulces 16: Democracia para todas y todos

lunes 03 de septiembre de 2012, 22:01h
Cumplí 16 años el 27 de enero de 1982.  Muchas democracias en Latinoamérica comenzaban a retomar su papel de institucionalizar las naciones luego de feroces dictaduras.


El caso de Honduras donde asume Roberto Suazo Córdova, en Costa Rica gana las elecciones el socialdemócrata Luis Alberto Monge Álvarez y en Colombia gana y gobierna Belisario Betancur.
En España gana las elecciones un socialista, don Felipe González, además se aprueba el reglamento que rige el funcionamiento del Congreso de los Diputados y se inicia el juicio contra los acusados del golpe de Estado de 1981 en ese país.


Acá en Argentina no había elecciones. Gobernaba nuestro país una junta militar encabezada por el dictador Fortunato Galtieri, quien decidió en abril de ese año invadir las Islas Malvinas para recuperarlas.


El interés de la dictadura estaba lejos de recuperar la soberanía nacional en las islas, más bien era recobrar prestigio y consenso popular en un contexto de crecientes protestas de sectores políticos y sindicales, quien junto a Madres de Plaza de Mayo pugnaban por retornar a las instituciones de la democracia, con elecciones libres y detener un proceso de genocidio y de devastación social y económica que la oligarquía argentina había diseñado imponiendo a las fuerzas armadas como instrumento de muerte y entrega.


De los datos específicos de las democracias que enuncio al principio me ayudaron algunas bibliotecas virtuales. El resto solo es clara memoria de mi juventud.


Queríamos saber que haría un socialista en España, quien integraba la multipartidaria en Argentina, porque las Madres de Plaza de Mayo ganaban espacio en foros internacionales y en algunos medios nacionales que se animaban a hablar de su lucha.


Fuimos al festival de rock en La Falda y buscábamos en las letras de las canciones de los trovadores populares miles de mensajes que entendíamos eran de resistencia y despertar. Allí estaban León Gieco, Serú Giran que ese año se separaba pero a su vez llegaba Juan Carlos Baglietto con Fito Páez, entre otros. Sentíamos que teníamos todo por hacer.


Lo que no sabíamos era cuando íbamos a poder elegir a nuestros representantes.

La dictadura no sólo cerró el Congreso y puso militares en los gobiernos. Intervino sindicatos, prohibió los Centros de Estudiantes y cualquier actividad donde los ciudadanos, en especial los jóvenes, pudieran elegir, militar por sus ideas y expresarse con libertad. En 1983 fueron las elecciones en todo el país, la recuperación de la democracia en Argentina luego de la más atroz dictadura. Tenía 17 años y no pude votar. Me hubiese encantado hacerlo. Participar y comprometerme.

La iniciativa de legisladores del Frente para la Victoria y de otras fuerzas políticas para modificar el Código Nacional Electoral (Ley Nº 19.945 y modificatorias) habilitando a votar a los ciudadanos desde los 16 años es una clara señal de ampliación de derechos para jóvenes argentinos. Un proyecto que apunta a profundizar el modelo de desarrollo inclusivo del gobierno de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Es indudable que la instalación del debate acerca de la posibilidad de votar por parte de los jóvenes de 16 y 17 años es un claro logro de los sectores democráticos y populares que le tuercen a los medios hegemónicos su vocación de imponer la agenda de discusión política en Argentina.
Las especulaciones en torno a la oportunidad de la iniciativa deja en evidencia la incapacidad de los sectores opositores de aportar a un debate desde la ética de las convicciones. Solo esperan la iniciativa política y se apuran a cerrar filas para impedir las leyes que profundizan la democratización y la inclusión en la vida institucional de la Nación.


La derecha y sus adláteres saben que en los jóvenes no está su salvación. Los jóvenes con su energía, inteligencia, sentido de la solidaridad y libertad natural se disponen a cuestionar los sistemas que restringen las libertades y concentran las riquezas en unos pocos en detrimento de las mayorías populares. La prueba son los extensos argumentos que, los grupos reaccionarios argentinos y sus medios de prensa funcionales, los intentan mostrar a los jóvenes de 16 y 17 años como personas limitadas, púberes ignorantes  y la irresponsable mención continua de la condición de analfabetos civiles. Ellos prefieren dejar a los jóvenes en la marginalidad, debatir la baja de la edad de imputabilidad a los 14 años para que vayan presos cuanto antes y limitar su rol a ser "buenos estudiantes".


Nuestro proyecto político, junto a muchas otras fuerzas con profunda vocación democrática y transformadora, debemos dar el debate, pero por sobre todo, debemos defender a los argentinos de 16 y 17 años de la interminable sucesión de imputaciones que de antemano están haciendo esta vieja política, con sus viejos políticos. Ellos deben acceder al derecho de elegir sus líderes y representantes porque consideramos de antemano que son hombres y mujeres con capacidad y ejercicio crítico. La democracia necesita de ellos.


Las denuncias, persecuciones y sospechas que la derecha liberal realiza sobre la militancia poderosa de los jóvenes en las escuelas secundarias deben tener una respuesta efectiva de parte las fuerzas políticas populares: extender el derecho a participar con el voto a nuestros jóvenes argentinos desde los 16 años
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