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Las cartas del abuelo Pascasio (VIII)

Las cartas del abuelo Pascasio (VIII)

Por Manuel Suárez Suárez
lunes 20 de agosto de 2012, 15:58h
    Muy querida nieta Cristina:
   
    En la agrupación "Cristina da Fonsagrada" estuvimos hablando de la legalización de la marihuana en el Uruguay. Los abuelos pensamos ---sin haber probado nunca un faso de "maría"--- que es necesario abrir en nuestra querida Argentina un debate serio y riguroso sobre el tema. Creemos que nuestros vecinos y hermanos del otro lado del charco están dando pasos muy efectivos para combatir el gran negocio del narcotráfico. Desde acá arriba consideramos que es casi imposible la eliminación del tráfico de estupefacientes. Por experiencia sabemos que al moverse tochos de guita se pueden comprar conciencias,  gobiernos y voluntades para que se opongan a cualquier clase de legalización.


    Mirá, Cristina, con las falsas hipocresías no se va a ningún lado. Te lo decimos porque allá abajo fuimos bastante boludos al respecto. Nos educaron en una religiosidad de la apariencia. En la aldea era obligatorio el asistir a misa todos los domingos pero al cura le importaba un carajo que fueses un buen católico. Si ibas a la iglesia y le pagabas los tributos eclesiásticos eras buenísimo. La hipocresía es el refugio de los coimeros que se esconden detrás de mentiras interesadas. Reitero que nosotros nunca probamos ---así lo declaramos para evitar que nos califiquen de "viejos yoyegas pichicateros"--- pero sabemos que las hojas de una planta son obra de la naturaleza y no de un proceso de síntesis en un laboratorio.


    Nos parece que la futura ley uruguaya está muy bien razonada.  Si tenés 18 años y querés fumar marihuana no hay ningún problema: vas a un comercio autorizado y comprás. Cada pucho vendido lleva incorporado un gravamen impositivo que recauda la administración estatal. Los consumidores deben de identificarse y quedarán registrados. Es sin duda una muy buena solución porque le quitás la guita a los delincuentes al mismo tiempo que obtenés recursos para el mejoramiento de la sanidad pública. Sin olvidarnos de que se abre la puerta a la plantación de marihuana bajo estricto control oficial sobre lo cosechado. Hablamos de un nuevo producto del agro que será un medio de vida para los agricultores que así lo decidan.


    Se nos ocurre aconsejarte que hablés con el presidente Mujica. Vos lo conocés y sabés que te aprecia como su nieta porteña preferida. Si lo llamás te invitará a un asadito al Rincón del Cerro para charlar tranquilamente sobre las flores que cultivaba y vendía en las ferias montevideanas junto con su compañera doña Lucía. Escuchá lo que te diga. Si bien por edad es un veterano como nosotros, nos gana de lejos en sabiduría y también en sufrimiento. Dejálo hablar. Lo único que te pido es que le contés que tu abuelo gallego desembarcó en Buenos Aires con los dos bolsillos del pantalón llenos del aroma de los castaños, de los robles y del suave murmullo del agua fresca que brotaba del manantial de Mazaeda. Entenderá perfectamente que nuestro equipaje era enteramente sentimental.




    Al volver de Montevideo le podés ordenar al Jefe de Gabinete que te prepare un informe sobre el consumo de marihuana en Argentina. Necesitás estar bien documentada porque los "contrera" se oponen a todo lo que proponés sin pararse un minuto en el análisis objetivo. Al ver las cifras millonarias que mueven los traficantes tendrás la mejor justificación para la defensa de la ley en sede parlamentaria mediante un proyecto bien fundamentado. En el futuro el comprar un cigarrito de marihuana será como comprar un chicle pero con la gran diferencia que las hojitas verdes son producto nacional y la goma de mascar es ganancia para una multinacional extranjera.


    Bueno, Cristina, me despido pero antes te pido perdón si nos estamos metiendo en asuntos que no nos incumben. Disculpá, lo hacemos desde el corazón gaita que no nos permite quedarnos al margen cuando se trata del progreso del generoso país que nos acogió con los brazos abiertos. Recibí un abrazo del viejo emigrante que no te olvida.

Pascasio Fernández Gómez
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