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VIH/Sida: La discriminación nunca es el camino

VIH/Sida: La discriminación nunca es el camino

Por Jorge Argüello
miércoles 01 de agosto de 2012, 23:43h
Cada vez que por alguna razón volvemos nuestra mirada unos siglos atrás, dos caras de una misma moneda suelen llamar poderosamente nuestra atención.


Cómo pudo la Humanidad haber razonado y actuado a veces de manera tan absurda. Pero también cómo hubo hombres y mujeres capaces de advertirlo en tiempos tan adversos y a costa perseguidos. En esa evolución, los artistas siempre, siempre, estuvieron entre esos elegidos, un paso adelante. 


Nuestra Embajada en Washington ofrecerá hasta septiembre una muestra más de esa capacidad de sostener la dignidad humana sin violencia en los tiempos más difíciles y de marcar el horizonte con belleza, esta vez a través del artista argentino Fabián Ríos Rubino y la exposición de cuadros "Colores Unidos del HIV", desde la que nos desafía a responder qué significa convivir con el virus, como él mismo, después de aquellas épocas en las que se contaban las primeras víctimas fatales.


La exposición evoca "Pietá", una foto tomada en 1991 al activista David Kirby, en un hospital y recibiendo el amor de su padre junto a su lecho de muerte, publicada en una campaña de United Colors of Benetton y convertida en un ícono artístico de tal poder que la creación de las drogas inhibidoras del virus años más tarde se las considero causa de un "efecto Lázaro".


La obra abstracta y evocadora de Ríos Rubino fue presentada en paralelo con la Conferencia Internacional de SIDA 2012, que deliberó aquí en Washington y concluyó con la sensación de que el fin de la epidemia es posible a través del compromiso financiero, político y científico sostenido.


Ahora, mirando no siglos sino apenas años atrás, todavía hiere recordar los apelativos de "peste rosa" con que las noticias del sida comenzaron a llegar hasta nosotros. Un mismo formato de compresión medieval apenas cambiando el color de la discriminación. Activistas, científicos y, claro, artistas advirtieron que ése no era ni el sentido, ni la forma, ni el camino, pero como siempre en la Historia debió pasar el tiempo, sin contar involuciones.


Estados Unidos había sido sede de una Conferencia Internacional de Sida poco antes de aquella conmovedora obra fotográfica. Fue en 1990, en San Francisco, California, foco terrible de la pandemia, pero tardaría 22 años en volver a ser aceptada como sede por el simple y también incomprensible hecho de que una normativa estadounidense permitía rechazar el ingreso al país de los portadores de la enfermedad. Lo mismo otro medio centenar de naciones, entre las que nunca se contó Argentina.


La curva epidemiológica de nuevas infecciones en nuestro país está estabilizada, con menos del 1% de la población infectada, aunque todavía más del 5% en algunos subgrupos. Gracias a políticas públicas sanitarias muy activas emprendidas desde 2003, la tasa de fallecidos cayó al menos 15% en los últimos años, principalmente por el acceso a la medicación antirretroviral.


Contra absurdas barreras como aquellas inmigratorias, el Estado argentino ofrece un test de VIH gratuito en hospitales públicos, acceso a preservativos gratuitos, asistencia y medicamentos sin costo a personas con VIH todavía sin obra social o medicina prepaga.


En 2010, asumiendo un error de esos que la Humanidad siempre termina lamentando, el presidente Barack Obama suprimió la prohibición del ingreso de personas con VIH/sida (igual hizo ese año China). Washington pudo así ser la sede de la Conferencia 2012. Pero, aunque parezca mentira, esa lista de países sólo se redujo y aún quedan 46 Estados que mantienen esa prohibición, sin ningún efecto en la pandemia, como los expertos ya demostraron de sobra.
Como dijo nuestro conocido y reconocido mundialmente Pedro Cahn, uno de los presidentes que tuvo la Sociedad Internacional de Sida (IAS), la decisión de un país tan significativo en este asunto como Estados Unidos de revisar la prohibición llevará luego al camino que ya recorre Argentina, de olvidar leyes discriminatorias y, en cambio, "adoptar políticas basadas en sistemas sólidos de salud y principios acordes a los derechos humanos".


"Es vergonzoso que seis décadas después de la adopción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos siga habiendo discriminación contra la población expuesta a un mayor riesgo, o se estigmatice a individuos que viven con VIH. Esto no sólo impulsa al virus hacia la clandestinidad, donde puede propagarse sigilosamente; tan importante como este hecho, es la afronta que presenta a nuestra común humanidad", resumió Ban Ki-Moon, secretario general de la ONU.


Los 25 mil asistentes a la XIX Conferencia Mundial de Sida 2012 dejaron Washington con la esperanzada convicción de que la constante lucha de organizaciones sociales, científicos y gobiernos comprometidos nos pone cada día más cerca del control y del fin de la pandemia.


Las muertes por VIH/sida descendieron de 1,8 millones en 2010 a 1,7 millones en 2011, y las nuevas infecciones de 2,6 millones a 2,5 millones. El año pasado había 34,2 millones de personas en el mundo viviendo con el VIH, la mejor estadística hasta ahora, gracias a los tratamientos antiretrovirales.


Mientras tanto, artistas como Ríos Rubino nos seguirán advirtiendo, siempre por anticipado, que la discriminación es el único camino a no tomar, porque la Humanidad siempre se ve tentada a dar un paso atrás que en el futuro, y sólo después de pagar muchos costos, siempre en vidas, termina resultándonos lo que es: absurdo.
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