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Cuando el mensaje parece ser que crear trabajo e instrumentar política social no sirve

Cuando el mensaje parece ser que crear trabajo e instrumentar política social no sirve

miércoles 16 de mayo de 2012, 05:21h
La lucha contra la pobreza y la indigencia es una materia que durante los últimos años marcó resultados satisfactorios para el Gobierno y la mayoría de la sociedad, mientras que para algunos sectores las políticas aplicadas siguen siendo insuficientes y sus mediciones las ubican con números similares a los de la crisis de 2001, cuando la economía argentina implosionó.

Un ejemplo de esto surge de las conclusiones de la Encuesta de la Deuda Social elaborada por la Universidad Católica Argentina (UCA), que sostiene que la indigencia afecta al 5,4 por ciento de la población y la pobreza trepa al 21,9 por ciento.

En mayo de 2001, antes del derrumbe de la economía y de la salida de la convertibilidad, el índice de pobreza alcanzaba al 26 por ciento de la población, apenas 4 puntos más que lo que marca en la actualidad la medición de la entidad académica.

En el medio la economía creció a un promedio anual de entre 8 y 9 por ciento a partir de 2003 y el desempleo cayó de manera exponencial.

También parece ser que los más de 4 millones de nuevos puestos de trabajo creados no repercutieron sobre el termómetro de la medición y la instrumentación de la asignación universal por hijo movió poco el amperímetro.

Entonces, vale la pena preguntarse si es posible creer que la pobreza alcance a casi el 22 por ciento de los argentinos como dice la UCA, si en 2001, pocos meses antes del estallido de la escalofriante crisis afectaba al 26 por ciento.

Para algunos funcionarios y economistas heterodoxos, los "inflamados" números de la UCA tienen como objetivo cuestionar el éxito y la efectividad de las principales políticas de empleo y seguridad social.

Coinciden en afirmar que para los especialistas de la UCA bajar la desocupación no diminuye la pobreza, ya que pasar del 16,4 por ciento de desempleados del 2001 al 6,7 por ciento del último trimestre de 2011 casi no tuvo efecto en la medición de pobreza y de la indigencia.

Del mismo modo, tampoco habría tenido un efecto positivo pasar de 4,8 millones de puestos de trabajo registrados a 9,2 millones, ni que los hijos de los nuevos trabajadores registrados cobren asignaciones familiares.

Y cómo contabiliza en estos números el acceso al derecho a la jubilación de 3 millones de mayores que se sumaron a los 3,2 millones de jubilados existentes en 2001.Las conclusiones del trabajo de la UCA parecen no tener en cuenta que la jubilación mínima de 150 pesos que cobraban esos 3,2 millones de abuelos en 2001 pasaron a los actuales 1.687 pesos que perciben más de 6 millones de jubilados, junto con el esquema de movilidad puesto en marcha hace dos años.

En tren de limar la efectividad de las políticas de empleo -más allá de lo perfectible que puedan ser- también se echa por tierra con el aumento del salario mínimo de 200 pesos en 2001 a 2.390 pesos en 2012.

Con una lógica que como objetivo inicial apunta a confrontar los números del INDEC y las políticas puestas en marcha durante los últimos años, el mensaje que brota de las conclusiones de la encuesta de la UCA -según dicen casi a coro esos mismos funcionarios y economistas- en realidad parecen apuntar a que "crear trabajo no sirve, tampoco aumentar salarios, ni extender la seguridad social porque -triste paradoja- los pobres van a seguir siendo pobres".

Los números del INDEC muestran otra foto que a la luz de las políticas aplicadas parecen estar un poco más cerca de una realidad en la que la lucha por desterrar la pobreza y la indigencia debería pasar a ser política de Estado.Según la dependencia oficial, el Indice de Pobreza bajó al término del segundo semestre del 2011 al 6,5 por ciento, frente al 9,9 por ciento de igual período de 2010.

Además, las personas en situación de indigencia, comprendidas dentro del índice de pobreza, y definidas como aquellas cuyos ingresos no alcanzan para comprar la cantidad mínima de alimentación, alcanzaron entre julio y diciembre al 1,7 por ciento de la población, contra el 2,5 por ciento de igual lapso de 2010.

Entre ambas mediciones, la economía creció 8,9 por ciento, la desocupación bajó al 6,7 por ciento -desde el 7,1 de fines de 2010-, y funcionó a pleno la Asignación Universal por Hijo.

En el primer semestre del 2003, en plena salida de la crisis post convertibilidad, el índice de pobreza alcanzaba al 54 por ciento de la población. De ese porcentaje, el 27,7 por ciento eran indigentes
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