El informe de la Asignación Universal de Clarín y La Nación: cuando los pobres vuelven a tener la culpa
domingo 25 de marzo de 2012, 19:37h
El 22 de marzo se publicó en diarios de amplio alcance como La Nación y Clarín sendas
notas referidas a los resultados alcanzados por la Asignación Universal
por Hijo (AUH) en materia de reingreso de niños y jóvenes en la enseñanza
primaria y secundaria.
El artículo apoyado en los resultados de un informe
presentado por el Observatorio de la Educación Básica
Argentina concluye de manera contundente en que la AUH "ha fracasado como política
socio educativa".
El Observatorio, según consignan los artículos publicados,
es una iniciativa de la
Fundación Centro de Estudios para las Políticas Públicas
(CEPP), la UBA y
el Banco Santander.
Por el carácter contundente y descalificador de esta
afirmación se hace necesario revisar de manera crítica tanto la fuente y su
rigurosidad, como su intencionalidad.
En el campo de la investigación social ha sido largamente
superada la hipótesis de "neutralidad" de corte positivista que se le atribuye
al investigador y su práctica. Sin embargo, aun persiste en muchos casos la pretensión
de imponer "verdades" bajo formatos aparentemente científicos.
De manera breve repasamos el carácter de los dichos sobre la AUH que se le atribuyen al
informe en cuestión, sobre las base de tres argumentos: la consistencia de la
afirmación, el modo de legitimación que busca el informe y en base a esos dos
aspectos, su posible intencionalidad final.
Sobre la consistencia metodológica del estudio podemos
observar, según lo que se consigna en el diario, por lo menos dos cuestiones.
Primero, la imposibilidad de constatar los dichos publicados sobre los
resultados de la AUH
en materia de reingreso de niños y jóvenes al sistema. Sorprendentemente el
informe que citan los diarios Clarín y La Nación que sí está colgado en la página de la Fundación CEPP nada
dice sobre la AUH
en sus más de 22 páginas.
Muy por el contrario, en varias de sus páginas, comparte
observaciones auspiciosas por parte de los más de 1.500 directivos, docentes y
celadores consultados respecto a las mejoras que tuvo el sistema en estos años,
principalmente equipamiento pedagógico e infraestructura.
Curiosamente de esto no se habla en los artículos
publicados. ¿Será que hay dos informes?
En cuanto a las fuentes, desde el punto de vista
metodológico se espera que un estudio basado en testimonios consigne sus
conclusiones recordando que se trata justamente de "percepciones", entonces
se utiliza el consabido según "creen", "opinan", "perciben" las personas
consultadas.
Se trata de una formalidad de rigor en este tipo de trabajo,
especialmente cuando no diversifican y triangulan sus fuentes de información.
Esta omisión se agrava cuando el director del estudio,
Gustavo Laies, director del CEPP y ex secretario de Educación Básica de la Nación (1999/2001) dice que
los porcentajes presentados por el ministro de Educación Alberto Sileoni en el
2010 -respecto a más de un 30% de incremento de la matrícula de 2009-, no se
corresponden con los resultados de su relevamiento.
El estudio de Laies atribuye, siempre en base a
percepciones, a un aumento del 13% en el nivel primario y de 23% en el
secundario, lo que en un promedio ponderado nos acercaría al 20% que anunció el
ministro.
Recordemos que los datos que presenta el ministro se basan
en las estadísticas que brindan los establecimientos de los que también forman
parte los 1.800 docentes y directivos consultados por el CEPP.
Respecto de la búsqueda de legitimación de las conclusiones
presentadas por CEPP el artículo cita al Banco Santander y a la Universidad de Buenos
Aires (UBA) reunidos bajo la figura del Observatorio de la Educación Básica
Argentina.
También se cita al Ministerio de Educación de la Nación, quien debió aclarar
que, como en tantos otros casos que le es solicitado, brindó al CEPP una
muestra de escuelas seleccionadas al azar.
Otro aspecto cuestionable, es que el informe que se hizo
público que contó con la presencia del rector de la UBA no coincide con las declaraciones
realizadas por el director del proyecto a los diarios.
Esta incongruencia se constituye por parte del responsable
del Observatorio en una falta grave de ética. En este punto, nos queda
pendiente reflexionar sobre los programas de cooperación interinstitucional y
el alcance que una institución pública y prestigiosa como la UBA debe darse como parte de
sus políticas de cooperación, en especial por el carácter legitimador que tiene
su sello institucional.
Finalmente nos referimos a un aspecto sustantivo como es el
enfoque que subyace en la construcción y difusión de estas conclusiones. El
hecho de deslegitimar por falta de una supuesta eficacia una de las principales
medidas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, responde más a un
imperativo ideológico que una genuina preocupación por la evolución de una
política pública que hoy llega a más de 3.200.000 de niños y jóvenes.
El carácter fuertemente redistributivo de la AUH para los sectores más
conservadores merece un lugar especial en su cruzada moralizadora. De ahí que
en los artículos publicados por Clarín y La Nación hay más preocupación por la falta de
sanciones a los beneficiarios de la
AUH, que (en caso de ser válidas sus observaciones) por la
complejidad que adquiere la problemática educativa entre los jóvenes que
pasaron su infancia rodeados de privaciones por efecto de políticas erráticas
del Estado.
Quizás Gustavo Laies que hace este análisis dilapidario
sobre los resultados de la AUH
en materia educativa, pueda también preguntarse por su paso por el Ministerio
de Educación (primero como subsecretario y luego como secretario) durante el
gobierno de Fernando de la Rúa
donde, entre otras cosas, se propuso arancelar la universidad.
Del mismo modo que un ministro de Salud en la provincia de
Corrientes supone que las jóvenes se embarazan para cobrar la AUH, este estudio, en la misma
sintonía, pide "controles y sanciones" para los pobres que no pueden cumplir
satisfactoriamente las condicionalidades.
En un lenguaje popular diríamos "otra vez sopa".
Adriana Clemente
Vicedecana de la
Facultad de Ciencias Sociales de UBA