red.diariocritico.com
El amor puede más

El amor puede más

Por Sergio Fernández Novoa
lunes 30 de enero de 2012, 15:32h
Volvió una tarde. "Algunos quieren identificar sintonía fina con ajuste, pero lo que se acabó es la avivada". Mostró claridad y liderazgo. "La soberanía enlaza la Nación con el Pueblo y con la defensa de los recursos naturales. (En Malvinas) están depredando nuestros recursos". Los puso nerviosos. "Si me pongo un pañuelo, mañana Clarín dice: esta no se operó". Supo, siempre lo supo, que no querían que vuelva: "hubo alguno que se desilusionó".


La reasunción de la Presidencia de la Nación por parte de Cristina Fernández de Kirchner, después de la licencia para someterse a una operación de tiroides, arrojó certezas sobre el escenario político nacional.


La principal es que ella, esa mujer vituperada por los grandes medios y despreciada por quienes se creen los dueños de la Argentina, es su protagonista excluyente.


Nadie, ni en la oposición ni el oficialismo, expresa de manera tan clara un proyecto político democrático y de inclusión social realizable, que trascienda discursos y buenas intenciones.


Tampoco, que sepa cómo llevarlo a cabo.


A cada definición política precisa sigue una acción que la desarrolla. Incluso, que arroja luz sobre sus objetivos y motivaciones para aquellos que no se interesan por los dimes y diretes de la arena mediático-partidaria.


Al escenario apocalíptico descripto a través de los ríos de tinta (e imágenes) de los medios hegemónicos, la Presidenta responde con la histórica reducción de la desocupación al 6,7 % y un crecimiento económico superior al 9 % durante 2011.


No hace falta remitirse al 54 % de los votos que le dieron la reelección para encontrar la legitimidad de Cristina. Basta observar esa corriente de simpatía y confianza que la une al pueblo argentino. Esa empatía que hoy la inmuniza de los ataques despiadados.


Ejercer la representación popular en base a la justicia social con capacidad de liderazgo y claridad tiene su precio: el odio de aquellos que por su poder económico e influencia suponen que la política y los políticos deben estar subordinados a sus deseos y necesidades.


Después de todo, razonan, los presidentes pasan y nosotros, las corporaciones, los propietarios de las cosas y los hacedores de las palabras, quedamos. Por ello, tal como enseña nuestra historia moderna, los odios son indisimulables: el odio a la chusma radical que expresaba Hipólito Yrigoyen; el odio gorila que se manifestó antes y después del golpe del 55; el odio a Néstor y Cristina porque osaron desafiar a la oligarquía campestre, a militares genocidas y no se arrodillaron ante las clases dirigentes de ningún lugar del planeta.

Odio al Pueblo, en definitiva, porque en su bienestar recupera dignidad y autoestima. Y así, cuestiona lo establecido, revela que hay quien se queda con aquello que le pertenece. El "orden natural de las cosas" entra en crisis y la hegemonía que hace posible el privilegio se resquebraja. El poder real queda expuesto y odia aún más.


Odio a los políticos que no se subordinan al poder real. No les perdonan que el poder del Estado que moldearon durante tantos años y al que tuvieron a su servicio, hoy no les pertenezca ni les responda.


Tanto odio tiene un hilo conductor, histórico, que va más allá de sus implicancias económicas, de las inequidades que justifica, para adentrarse en prácticas sociales y culturales. Por ello no debería sorprender que La Nación se dedique a reavivar ese odio.


En una nota firmada por Pablo Sirvén el mismo día en que reasumió sus funciones la Presidenta, el aristocrático secretario de redacción del diario fundado por Bartolomé Mitre, revive el mito oligárquico según el cual pobres y desheredados hacían asado con el piso de parquet de las casas que les "daban" Perón y Evita.


Hay rencor sin esmero por disimularlo. En su afán por demostrar que hoy nada es como debe ser, Sirvén arremete contra jóvenes y adolescentes, esta vez bisnietos de aquella aristocracia que tanto admira, quienes convertidos en "piqueteros fashion" darían rienda suelta a sus "salvajadas" en las inmaculadas playas de Punta del Este.


Como si se tratara de "hordas peronistas", los jóvenes realizan fogones en la playa, que el periodista compara con la "Roma de Nerón", donde "los adolescentes calman afanes orales de todo tipo (charlan, beben, se besan, cantan, comen, etc)".


En su añoranza del pasado, los profetas del odio no respetan ni el derecho a divertirse de sus propios hijos. Para suerte de "cabecitas negras" y "piqueteros fashion", el amor puede más que el odio. Y la vida, más que la muerte.


Sergio Fernández Novoa
Presidente de ULAN y del Consejo Mundial de Agencias de Noticias. Vicepresidente de Télam
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios
ventana.flyLoaderQueue = ventana.flyLoaderQueue || [] ventana.flyLoaderQueue.push(()=>{ flyLoader.ejecutar([ { // Zona flotante aguas afuera ID de zona: 4536, contenedor: document.getElementById('fly_106846_4536') } ]) })