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Europa y la tentación separatista

Europa y la tentación separatista

Por Norberto Colominas
martes 20 de diciembre de 2011, 18:24h
Los pronósticos agoreros respecto del euro no son sino el prólogo de la cuestión de fondo: ¿Es viable una Europa de dos velocidades?


¿Es deseable para Alemania arrastrar el pesado carro de los países "indisciplinados" del sur (España, Italia, Portugal, Grecia) y eventualmente cubrir con fondos públicos las deudas impagas de estos para que no quiebren sus bancos? Hoy no parece dispuesta a pagar ese precio.


Por el contrario, ¿qué destino les espera a los países del sur con una moneda con la que no pueden emitir ni devaluar, y más aún, con una estructura impositiva y con regulaciones relativas al gasto y al endeudamiento públicos que, desde ahora, controlará Alemania?


Europa del norte no admite hacerse cargo de un debacle que provocaron sus vecinos del sur, mientras que estos pretenden salir de la crisis con una moneda propia y con decisiones tomadas por sus autoridades nacionales. Esa es la cuestión.


En realidad, ni Angela Merkel admitirá será la primer ministro de Europa al precio de arruinar a sus bancos, ni el flamante jefe del Gobierno español aceptará ser una figura decorativa que aplique en Madrid las decisiones tomadas en Berlín.


Así las cosas, los analistas más serios opinan que el euro está sostenido por un respirador artificial, el mismo que prolonga la vida de la UE tal como la conocemos, porque, desde un punto de vista estructural, es difícil entender cómo podría ser exitosa un área económica signada por las desigualdades de desarrollo, de cultura, de volumen de capitales, de tecnología. ¿Qué tienen de parecido Alemania y Grecia, Francia y Portugal, salvo el hecho de ser europeos?


Si la crisis no se resuelve no es por incompetencia de los políticos sino porque nadie sabe cómo hacer para mantener unida a una Europa que puja por desintegrarse, por volver a la estructura tradicional de los estados nacionales autónomos, cada uno con su propia moneda y sus políticas independientes.


¿Aceptarían los estados, como mal menor, olvidarse del euro y volver a la Comunidad Económica Europea? Así como está, la UE es un negocio peligroso para alemanes y franceses y un callejón sin salida para todos los demás
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