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Tiempos de soberanía

viernes 04 de noviembre de 2011, 16:33h
América Latina se ha puesto de pie. La llegada de presidentes con respeto por los valores autóctonos y el bienestar de sus pueblos fue la clave para el cambio. Tal vez el momento crucial haya sido la Cumbre de las Américas en Mar del Plata en noviembre de 2005, cuando el NO al ALCA alumbró un tiempo de soberanía plena.


En ese contexto no sorprende la actitud del presidente ecuatoriano Rafael Correa: "El Banco Mundial debería estar pidiendo disculpas por toda la destrucción que sembró en nuestra América y lo que tenemos en primer lugar, antes que los presidentes, son conferencias magistrales de burócratas internacionales", explicó durante una entrevista exclusiva que concedió a la Agencia Télam y que llegó a todo el continente a través de la Unión Latinoamericana de Agencias de Noticias (ULAN).

Correa se mostró indignado. No le resultó aceptable que Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial, estuviese allí, pontificando con burocrática naturalidad sobre la modernización del Estado.
Sus interlocutores no son otros que los mandatarios que llegaron hasta Asunción, Paraguay, para participar de la XXI Cumbre Iberoamericana.

Ante la mirada atónita de sus pares, Correa denunció que Pamela Cox lo había chantajeado durante 2006, cuando era ministro de Economía de Ecuador. Luego de un intercambio de pareceres con Fernando Lugo, se puso de pie y se retiró mientras duró la exposición de la funcionaria del organismo de crédito.

El del presidente de Ecuador fue un acto de dignidad. Un gesto soberano. El proceso político que vive América Latina posee la autonomía suficiente como para ejercer el derecho a la memoria. El Banco Mundial, junto al BID, fueron los encargados de imponer en América Latina buena parte de los programas que durante los años 90 recetaba el FMI. La actitud de Correa marcó un límite a quienes pretenden reciclarse para volver a incidir donde ya fracasaron.

Está claro, también en la Argentina, que los impulsores del neoliberalismo pretenden crear condiciones que reviertan el nuevo modelo económico, político y social que se vive en este rincón del planeta. Así como tratan al gobierno ecuatoriano de "régimen" y llaman a su presidente "dictador", en nuestro país, el principal editorialista del diario La Nación "descubrió esta semana" que el problema con el dólar no es económico sino político, vaya novedad.

Y su responsable, la Presidenta de la Nación. No quedan dudas. Cada vez que los gobernantes intervienen y encarnan la necesaria autonomía que la política debe tener respecto de las corporaciones para conservar su pulsión transformadora, son reprendidos por quienes construyen el relato de este tiempo.
Hay algo que los dueños de los medios hegémonicos no perdonan: la recuperación de la soberanía; la posibilidad de decidir. Como lohizo, una vez más, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner en el G-20 al reiterar que nuestro país no elige el ajuste sino el trabajo y la inclusión social como el mejor antídoto ante la crisis global, con una especial mención a la economía solidaria. "Para solucionar determinados problemas hay que enfrentar intereses minoritarios y poderosos", subrayó la mandataria. A buen entendedor, pocas palabras. La soberanía, así entendida, es territorio pero también comunicación. Delimita fronteras, pero además construye un relato.

La subjetividad pasa a ser el espacio a colonizar por los nuevos conquistadores. La Patria a liberar por quienes luchan por la justicia social y el bienestar general.

En este contexto se inscribe el sexto aniversario de aquel 5 de noviembre de 2005, en que los presidentes de nuestra América profunda enterraron al ALCA para siempre.


Aquel día, Néstor Kirchner nos animaba a animarnos: "nuestros pobres, nuestros excluidos, nuestros países, nuestras democracias, ya no soportan más que sigamos hablando en voz baja; es fundamental hablar con mucho respeto y en voz alta, para construir un sistema que nos vuelva a contener a todos en un marco de igualdad y nos vuelva a devolver la esperanza y la posibilidad de construir un mundo distinto".

Néstor Kirchner le hablaba al territorio. A las fronteras, desde ese día más anchas y orgullosas, de la Patria Grande. Pero también, fundamentalmente, operaba para ampliar la capacidad política de nuestros países. Desde el primer día de su mandato, le habló a su pueblo sin medias tintas a pesar del poder mediático y de las corporaciones. Así como lo hicieron Cristina en el G-20 o Correa en la Cumbre Iberoamericana. Estos gestos, aquellas actitudes son las que nos permiten ser cada día más libres. Y felices.
Sergio Fernández Novoa
Presidente de ULAN y Consejo Mundial de Agencias de Noticias. Vicepresidente de Télam
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