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Cristina Kirchner: Triunfo Esperado y Nuevos Desafíos

Cristina Kirchner: Triunfo Esperado y Nuevos Desafíos

El esperado triunfo de la Presidenta Cristina Kirchner - homogéneo en términos geográficos, y por grupos etarios y  condición social de los electores-  resulta inédito, no por el porcentaje obtenido (todos los presidentes desde la recuperación democrática en 1983, salvo su esposo hace ocho años, alcanzaron valores similares) sino por la distancia respecto de sus seguidores. El intento de  explicación de los resultados de  la elección del domingo pasado deben buscarse,  entonces, tanto en las razones del voto a la Señora Kirchner como las razones (o falta de) para sufragar por los opositores. El clima de bonanza económica que la demanda asiática de productos primarios (minerales y agropecuarios) trajo a América del Sur, a diferencia de México y América Central, benefició a los oficialismos, sin importar mucho su orientación ideológica. En ese sentido, la Argentina no es diferente a Colombia, Brasil y Uruguay, donde los partidos en el Gobierno fueron reelegidos, en algunos casos en más de una oportunidad. La situación de Chile es la excepción, pero allí  la fatiga social por 20 años continuados en el poder y, más importante, la fractura de la coalición oficialista ayudan a explicar el resultado. En el caso de la Argentina, debe agregarse al inédito y favorable  contexto internacional que  los gobiernos del matrimonio Kirchner, desde el año 2003,  se vieron beneficiados por el extraordinario ajuste cambiario que produjo la explosión del régimen de convertibilidad en el año 2001; por la declaración del “default” que condujo a una reestructuración con quita  de la deuda, y por la revolución que introdujo en el sector productivo agropecuario, en los años noventa, la soja transgénica. Ese contexto externo auspicioso, junto con los cambios estructurales de la economía doméstica (devaluación, “default” con quita de la deuda   y salto tecnológico en el sector primario), introdujo dos novedades históricas en la economía argentina: el superávit externo y el superávit fiscal que permitieron a Cristina Kirchner disponer, este año, de un presupuesto público seis veces mayor al de su esposo en  el inicio de su gestión. En otro orden, los gobiernos del matrimonio Kirchner, con acompañamiento opositor,  retomaron la senda iniciada por el Presidente Alfonsín - cuando en un momento sublime e histórico se condenó en un juicio justo  a los máximos responsables de la dictadura- y desandada por el anterior gobierno peronista de  Menem - reelegido  Senador como cabeza de lista oficialista el último domingo- que indultó a los violadores de los derechos humanos y, también, a los golpistas del primer turno democrático. Con el auxilio de la oposición, en el primer gobierno de Kirchner, se renovó la composición de la Corte Suprema, sustituyendo a la mayoría de sus miembros designados por el anterior gobierno peronista de Menem ,  e integrándola  con juristas de reconocido prestigio e independencia. Con posterioridad a la derrota sufrida en la elección de medio término del año 2009, la reacción del gobierno de Cristina Kirchner  fue la de implementar una iniciativa opositora a punto de ser sancionada en el Congreso: la Asignación Universal por Hijo que atiende a los sectores más vulnerables de la sociedad. Estas políticas contribuyeron, sin duda, a la valoración positiva de vastos sectores sociales que desplazaron lo que, también, constituyen señas de identidad de la administración Kirchner: la intolerancia, el destrato institucional, la polarización política como método, el desaprovechamiento de la coyuntura favorable para producir un cambio estructural en la economía argentina,   la irrelevancia internacional del país, el desprecio por la construcción de consensos, la discrecionalidad en el uso de los recursos públicos, la arbitrariedad en el trato a los sectores productivos - tanto de empresarios como del mundo del trabajo-, las víctimas fatales  de la represión - legal o irregular-  en conflictos sociales, las denuncias de corrupción no investigadas, entre otras.  En este nuevo turno de gobierno, la Señora Kirchner - que  contará con toda  legitimidad social y política ya que lo afrontará con mayorías suficientes en las Cámaras y con respaldo en las Provincias- deberá hacer frente a nuevos desafíos económicos y políticos. En el plano económico, parece bastante claro que los mejores tiempos internacionales pasaron y que, además, la situación doméstica no admite más dilaciones y  debe  atender la pérdida de competitividad de la industria argentina; la situación de los trabajadores en situación de informalidad; los juicios de los jubilados que reclaman actualizaciones ajustadas a derecho; la crisis energética; el tema de los subsidios que ascienden a más del 3% del PBI y representan 15% del gasto público;  la irregular situación argentina  con los acreedores del Club de París, entre otros.  En la dimensión estrictamente política, la Presidente Kirchner tendrá el desafío de desairar la historia de su partido, el Peronismo, y encontrar los medios para procesar democrática y pacíficamente  su sucesión. Buenos Aires, 24 de octubre de 2011
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