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La dimisión de Pizarro hace estallar la crisis larvada

La guerra abierta entre Chaves y Griñán amenaza con dinamitar el PSOE de Andalucía

La guerra abierta entre Chaves y Griñán amenaza con dinamitar el PSOE de Andalucía

Hace unos días, en una conferencia del candidato del PSOE a la Alcaldía de Sevilla, Juan Espadas, en el prestigioso Club Antares, un grupo de funcionaros de la Junta de Andalucía, pretendía boicotearla con unos gritos que ya se han hecho santo y seña de la oposición "pumba, pumba, pumba, el cortijo se derrumba".  No saben ellos lo cerca que están sus cánticos de protesta de la cruda realidad. La pugna larvada entre la actual bicefalia que pretende hacerse con el control del partido (Chaves versus Griñán) ha acabado de estallarle al presidente de la Junta en medio de una complicada situación y amenaza con pasarle factura a corto o medio plazo. La dimisión del consejero de Gobernación y Justicia, Luis Pizarro, ha puesto en evidencia que el actual secretario general del PSOE andaluz no sólo no controla el partido, sino que, incluso, podría costarle el puesto al frente del Ejecutivo.   La historia no es nueva. Se arrastra ya desde hace dos años cuando en plena Semana Santa, Zapatero reclamó al entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, para ocupar el puesto de vicepresidente tercero de su Gobierno, llevándose consigo al número dos del Ejecutivo andaluz, Gaspar Zarrías como secretario de Estado. Chaves, como no podía ser de otra forma, aceptó el cargo y le pidió a la Ejecutiva Federal manos libres para nombrar a su sucesor. Aunque todo apuntaba a que éste fuera Mar Moreno, la favorita de Zapatero para el cargo, Chaves optó por su consejero de Economía, José Antonio Griñán, un hombre de bajo perfil político, un amigo con el que Chaves compartía aficiones cinematográficas los fines de semana, un tecnócrata que nunca había ocupado cargo alguno en el partido y, por lo tanto, fácil de manejar desde Madrid. Pero Chaves se equivocó totalmente. Griñán mantuvo la calma. Remodeló su Gobierno con personas de su confianza y mantuvo a Mar Moreno como consejera de Presidencia y portavoz y colocó al vicesecretario general del PSOE-A, Luis Pizarro, como consejero de Gobernación y Justicia. Muchos vieron en esta maniobra una jugada de Chaves para introducir un “submarino” en la mesa del Gobierno andaluz, que le mantuviera informado de todo cuanto ocurría en Andalucía.   EL CONGRESO EXTRAORDINARIO                  Pasado el verano, Griñán dio un paso aún más arriesgado. Planteó la convocatoria de un Congreso Extraordinario del PSOE-A que apartara definitivamente a Manuel Chaves de la Secretaría General y dejara el aparato del partido en sus manos, algo imprescindible en Andalucía para poder gobernar en la Junta sin presiones. Pese a la pública y rotunda negativa de Chaves, Griñán presionó lo indecible y, en febrero de 2010, los socialistas andaluces celebraban en Sevilla su Congreso Extraordinario que elegía con el 98 por ciento de los votos a José Antonio Griñán como nuevo secretario general. Alea jacta est. La suerte estaba echada. La nueva Ejecutiva Regional promovida por Pepe Griñán (así quiere que se le llame) dejaba fuera a personajes de la vieja guardia como al vicesecretario general Luis Pizarro y ponía el PSOE andaluz en manos de una tripleta de jóvenes promesas que respondían al perfil renovador que buscaba el presidente de la Junta: Rafael Velasco como vicesecretario general, Susana Díaz como secretaria de Organización y Mario Jiménez como portavoz del Grupo Parlamentario en la Cámara andaluza. La malagueña Rosa Torres ocuparía la presidencia del partido tras su anodino paso por la Consejería de Cultura. La sorpresa fue mayúscula entre muchos de los dirigentes socialistas provinciales. Tanta que incluso algunos, como el gaditano González Cabañas rechazaron el ofrecimiento de formar parte de esta Ejecutiva que algunos llamaron la de los “griñaninis”. PRIMEROS TROPIEZOS Las críticas de buena pate de las agrupaciones provinciales por esta “limpia” de veteranos en el órgano rector del PSOE andaluz no se hicieron esperar. Desde Madrid, Chaves y Zarrías comenzaron a mover sus peones para buscar motivos que dejaran en evidencia la apuesta de Griñán. Y no tardaron en encontrarlos. La filtración de unas cuantiosas subvenciones públicas concedidas de forma sospechosa a la empresa de la mujer de Velasco fue el detonante de la dimisión de éste no sólo como vicesecretario general sino también como parlamentario en la Cámara andaluza. El torpedo lanzado por alguien de dentro del partido había dado de lleno en la línea de flotación de la nueva Ejecutiva de Griñán. Todos pensaban que Griñán volvería a acudir a Luis Pizarro para que volviera a ocupar la vacante dejada por Velasco, pero el presidente optó por amortizar el cargo y colocar de número dos a Susana Díaz que, poco a poco ha ido ganando poder hasta convertirse en la verdadera ejecutora de los planes previstos por Griñán para acabar con la vieja escuela que había dominado al PSOE andaluz desde hacía dos décadas. Desde Madrid, Gaspar Zarrías llamaba a los suyos (Jaén) a la rebelión; desde Sevilla, Luis Pizarro hacía lo propio con Cádiz, donde Alfredo Pérez Rubalcaba ocupó la cabeza de lista en las últimas generales, tratando incluso de enmendarle la plana a la Ejecutiva regional con la candidatura a la Alcaldía de Jerez; Martín Soler alentaba a los almerienses y, en Sevilla, su secretario general, José Antonio Viera (ex consejero de Trabajo) se veía entre la espada y la pared al verse directamente implicado en el escándalo de los fraudulentos expedientes de regulación de empleo que la jueza del Juzgado de Instrucción número 6 de Sevilla, Mercedes Alaya comenzó a destapar al investigar minuciosamente la espesa trama de corrupción en Mercasevilla. LOS ERES Y EL CONTRATAQUE Porque el asunto de los EREs merece un capítulo aparte. No ya por el escándalo provocado en toda España al descubrirse la cantidad defraudada, más de seiscientos millones de euros, y las empresas afectadas, más de un centenar, sino porque Griñán se ha visto completamente señalado desde su antiguo puesto como consejero de Economía del Gobierno de Manuel Chaves. Aunque al principio dio órdenes de que fuese la propia Junta de Andalucía quien llevase las investigaciones del fraude “hasta llegar al final, caiga quien caiga”, según sus propias palabras, lo cierto es que todo parece haber sido una comedia al haberse descubierto solo 70 supuestos defraudadores y algo más de un centenar de posibles sospechosos que, según la Administración, han defraudado “sólo” unos veinte millones de euros. La jugada de la “dignidad” no parece haberle salido bien a Griñán. La jueza, fiel a su línea de investigación, ha pedido reiteradamente a la Junta las actas de los Consejos de Gobierno para comprobar si el Ejecutivo que presidía Manuel Chaves y que preside Griñán desde hace dos años tenía conocimiento del fraude. Y algo debe haber cuando la Junta se niega reiteradamente a facilitarle la documentación a la jueza quien va a tener que acudir a la Policía para obtener la información solicitada. Y en esas estábamos cuando, de la noche a la mañana, Luis Pizarro presenta sorpresivamente su dimisión y le abre una crisis sin precedentes a Griñán. A la vez, alguien filtra a la prensa unos documentos que le han sido robados al hijo de Manuel Chaves, Iván, en los que todo parece indicar que ha ejercido de mediador y comisionista entre la Junta y algunas empresas con reuniones con consejeros. A Chaves, que ya ha pasado por el calvario del “Caso Matsa” con la subvención a la empresa en la que trabaja su hija Paula, el asunto le saca de quicio y busca a los culpables de la traición. Algunos miran hacia sus enemigos en Sevilla que no son precisamente los del PP, sino miembros de su propio partido o ex familiares. A LA ESPERA DEL 22-M Desde hace más de un año, todas las encuestas, incluidas las de la propia Junta de Andalucía, dan como ganador al PP de Javier Arenas en las elecciones autonómicas del 2012, algunas incluso por mayoría absoluta. Algo inaudito hasta el momento para el PSOE que lleva gobernando ininterrumpidamente, casi siempre con mayoría absoluta, desde hace treinta años. La situación para Griñán no es nada cómoda y el test de las municipales puede ser clave para su futuro. Si, como todo parece indicar, el PSOE pierde las dos únicas capitales en las que actualmente gobierna (Sevilla y Jaén), alguna Diputación Provincial y la mayoría de los más de 500 pueblos en los que tiene alcaldes del total de 711 localidades andaluzas, se considerará un fracaso directo del secretario general, José Antonio Griñán, quien, en esta ocasión no podrá escudarse en el “efecto Zapatero” después de que el presidente del Gobierno haya anunciado su intención de no volver a presentarse. ¿Qué ocurrirá el 23-M? Son muchos los socialistas que apuestan por imitar a Zapatero y que Griñán anuncie su renuncia a presentarse como candidato, aunque también es verdad que el presidente cuenta con apoyos, cada día menores. Todo parece indicar que Griñán aguantará en el cargo al menos hasta verano y que, una vez pasado éste, decida adelantar las elecciones andaluzas al otoño (algo improbable si no lo hace Zapatero) o bien plantear unas primarias para acabar de una vez por todas con la actual escisión del partido. Unas primarias en las que Griñán tendría que disputarle el puesto a su consejera de la Presidencia, Mar Moreno, y, posiblemente a la ministra de Medio Ambiente, Rural y Marino, Rosa Aguilar, a quien Ferraz está empujando como sustituta del actual presidente de la Junta. Pero esa es otra historia. La actual, como vocean los funcionarios de la Junta en sus ruidosas protestas, es la de “pumba, pumba, pumba, el cortijo se derrumba”, y a Griñán se le puede caer encima.
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