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Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas en el Magreb II

Nuestro experto en países árabes analiza la 'ventaja' de Marruecos

Nuestro experto en países árabes analiza la "ventaja" de Marruecos

Los acontecimientos en Libia y en Bahrein pueden acabar con la esperanza de cambios democráticos que se ha extendido por el mundo árabe desde principios de este año.  Muamar el Gaddafi parece en condiciones de aplastar a los rebeldes  si  nadie viene en apoyo del Consejo Nacional de Transición que les encuadra políticamente,  pero que no dispone de medios militares  para hacer frente al Ejército libio. La situación en Bahrein, el más pequeño de los países del Golfo –solo 700.000 habitantes,  pero con un per cápita de 25.730 dólares (en 2009)- es  bastante más complicada, se ha internacionalizado, y el jeque HamadIbnIssa al Khalifa ha decretado el estado de sitio por tres meses, durante los cuales puede aplastar a la revuelta. La complicación procede del  estallido simultáneo a la revuelta de la cuestión confesional, siempre latente en un país donde el 80 por ciento de la población es de confesión chiita, pero está gobernado por una familia real de confesión sunita. Irán, un país chiita, ha venido en apoyo de los chiitas y ha sido acusado de ayudar a los rebeldes y  Arabia Saudi, la dinastía sunita de referencia en el  Consejo de Cooperación del Golfo, se ha movilizado en apoyo de la familia gobernante en Bahrein y ha enviado 10.000 soldados a Manama, la capital,  mientras que los Emiratos Arabes Unidos han destacado allí a un contingente de 500 policías. Si los dos regímenes, libio y bahreiní,  lograran aplastar a sus respectivos rebeldes, esta movilización que ya comienza a ser calificada por algunos medios de “primavera” árabe podía verse  comprometida.  De ser así los pueblos árabes recibirían un mensaje pesimista, pondrían en duda la determinación de Occidente de ayudarles, y  se quebrantaría la confianza de los ciudadanos de que pueden hacer frente por ellos mismos a unos regímenes corruptos donde la democracia y está aún lejos y el respeto de los derechos humanos está ausente. En el Magreb se reforzarían las reticencias de algunos regímenes a emprender reformas e iniciar el camino hacia una transición hacia la democracia. En Argelia, la respuesta del poder a las exigencias populares de reforma y democracia puede ser también  complicada. Con razón o sin ella, una parte importante de la población sigue creyendo que el Ejército es un baluarte contra el avance del integrismo radical y teme que la democracia devuelva a los integristas un cierto control del futuro juego político. Los horrores vividos en la década de los años 1990, en que entre 100.000 y 200.000 personas perdieron la vida, están aún muy presentes en el ánimo de los argelinos,  y legitiman un cierto conformismo que favorece que los militares sigan moviendo los hilos de  un sistema político con un elevado grado de corrupción, de clientelismo, y de libertades públicas y privadas inferior al de sus vecinos magrebíes. En este aspecto concreto Marruecos hace frente a esta ola de reformas que recorre el mundo árabe con una cierta ventaja sobre los demás países porque al ser el rey al mismo tiempo “comendador de los creyentes”, esa “comendaduría” le legitima, mientras su condición de emir al muminim no sea cuestionada,  para moderar cualquier extremismo o anacronismo de parte de los grupos de los jeques  integristas. De hecho, Mohamed VI, a pesar de la suspicacia con que frecuentemente se le percibe en España, ha corrido ciertos riesgos políticos al empeñar su propio prestigio en la pasada reformade la mudawana, el Código de Familia y del estatuto de la mujer,  que contó con la oposición del partido islamista Justicia y Desarrollo que  logró hacer salir a la calle en contra de la reforma a bastantes más mujeres que los partidos seculares habían logrado movilizar en su favor y a la que se opone también el  potente movimiento Al Adlual-Ihsan (Justicia y Caridad) del jeque AbdessalamYassine. Es el mismo riesgo que corrió cuando creó en 2004 la Instancia para la Equidad y la Reconciliación, destinada a cerrar el capítulo de la dictadura ejercida por Hassán II al menos en los quince primeros años de su reinado. Todas las arbitrariedades de aquellos años llamados “de plomo”I, el asesinato y la tortura de opositores, las detenciones arbitrarias y los abusos de poder, fueron aireados en público.  La oposición reconocía a su vez que ellos también habían recurrido a la violencia. MoumenDiouiri, autor de varios libros sobre aquellos años en que él mismo fue víctima, ha reconocido que los complots contra Hassan II existieron realmente y ha dicho que él conocía al menos quince.La autocrítica más impactante es sin duda la realizada por AbdelazisTribak, uno de aquellos miles de jóvenes marxistas leninistas maoístas que en los años sesenta y setenta optaron por la violencia contra el régimen y constituyeron numerosos grupos muchos de ellos clandestinos aquel en que militó Tribak. Su libro “Ila al-Aman, autopsie d’uncalvaire” contiene la descripción más terrible que he leído del funcionamiento interno y de la inhumanidad a que las ideologías ritualizadas pueden llevar a un colectivo de jóvenes. Una parte de la prensa y de los periodistas marroquíes no dejan de recordarme a nosotros mismos durante los años sesenta y setenta. A pesar de las limitaciones conocidas con que ejercen su trabajo no cabe duda de que en Marruecos existe un periodismo valiente y sensibilizado con los problemas de su país. Asimismo, y mientras los partidos políticos parecen todos agostados y con una buena parte de sus líderes preocupados de su enriquecimiento personal, la sociedad civil parece convertirse poco a poco en la esperanza de relevo generacional y político en Marruecos. Otros artículos de este autor: Transiciones árabes: Los obstáculos a las reformas árabes I El rey de Marruecos anuncia reformas constitucionales El enorme excedente financiero árabe, un posible instrumento de desarrollo Mundo árabe: transiciones inevitables, pero no garantizadas * Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa.
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