Cataluña, España, Europa, Occidente

Y, en el titular, falta el mundo. Porque, tal vez, esta unidad (la más difícil) sea el objetivo. Pero de esto ya hablaremos más adelante. Sólo por cuestión ordinal. Y de proximidades. Así que vayamos a lo que nos ocupa.

Este martes, en el chat de Diariocrítico con Jordi Xuclà, un lector se cuestionaba si el valor de la unidad española no debe primar sobre el de la separación. A su vez, el president Pujol, según leo en las crónicas, reivindicaba los valores europeos invitado por la Comunidad de Sant'Egidio. Unas ideas que también -como nos enseñó Jean Monet entre otros- tienen relación con la idea unitaria, aunque los espectros que diferencian a ambos conceptos de unidad sean de diferente origen.

Son dos planteamientos que poco tienen que ver -sólo por la temática de fondo- y, sin embargo, tienen puntos en común. Aunque los estadios sean diferentes. Porque cabe caer en la cuenta de que curiosamente, y con una proporcionalidad inversa, cuanto más pequeña es la estructura, más problemas de divergencias se suelen dar. Que se deban evitar o no es otro tema. Así, es más posible que se dé el caso de grupos administrativamente adscritos a España -como puede pasar con Cataluña- que quieran dejar de ser españoles que no que nadie desee olvidarse de Europa. O, incluso, sin que se dé la circunstancia y partiendo de una base unitaria, que haya intereses que no sean comunes. Para entendernos, por ejemplo, seguro que el Corredor Mediterráneo no es visto como una prioridad en el noroeste peninsular. Y, en definitiva, cabe la hipótesis de que las circunstancias que nos unen -de hecho, seguro que es así- sean más que las que nos separan pero que éstas sean más determinantes que las otras. Y no pasa nada... Veremos a dónde nos llevan los tiempos.

En cambio, cuando hablamos de supraestructura europea -que también presenta su aspecto polémico- todos nos sentimos cómodos en el marco: tal vez porque la amalgama de sensibilidades que éste engloba lo hace más difuso, más inconcreto y, por ello, menos susceptible de generar discrepancias. Y ya no hablemos de un sentimiento occidental que nos cobija a todos y más en estos tiempos de choque de civilizaciones de los que nos habla Samuel Huntington. Cosa que no significa que debamos desdeñar la búsqueda de consenso con estas sensibilidades tan diferentes, aunque siempre manteniendo nuestra personalidad.

En definitiva, pues, brindemos por lo que nos une y, si por ventura hay algo que nos separa, que de la nueva situación sepamos sacar su parte positiva. Y, eso sí, sin olvidar los lazos fraternos.