¡Hola don Pepito! ¡Hola don José!

"El secretario general del PSOE de Andalucía, y presidente de la Junta, Pepe Griñán, participará mañana en..." Así comienzan casi todas las convocatorias que hace públicas el Gabinete de Prensa del PSOE andaluz. A los peiodistas ya no nos extraña, después de que, tras sus primeras intervenciones como jefe del Ejecutivo autonómico, el presidente, José Antonio Griñán, nos pidiese con su gracejo particular aquello tan guay de "llamadme Pepe", y menos mal que no le dio por unir los dos nombres y ponerse Pepenono. Pero claro, llega cualquiera de fuera de Andalucía y lo de "Pepegirñán", les suena, cuando menos, a república bananera. "No os entiendo a los andaluces, -afirman- la comunidad más grande de España, la más poblada, la de mayor presupuesto y tratais a vuestro presidente como si fuera un colega de botellona. Es verdad. Tanto que a uno le entran ganas de cantarle lo de los payasos de la tele, ya saben: "¡Hola don Pepito! ¡Hola don José" ¿Pasó usted ya por casa? Por San Telmo ya pasé. ¿Y vio usted a Manolo? A Manolo no le vi. Zapatero lo mandó, a jubilarse en Madrid ¡Adiós don Pepito! ¡Adiós don José!". Creo que  todo este tuteo y camaradería la han impuesto los estrategas del PSOE con el fin de "acercar" a los andaluces la figura de Griñán, un político casi desconocido por la gran mayoría del electorado que hasta ahora se había destacado por el distanciamiento con las bases y su desapego a patearse los pueblos de la Andalucía más profunda, precisamente allí donde el PSOE tiene su mayor cantera de votos. Digo yo que, piensen como piensen, habría que cuidar un poco las formas y aludir al excelentísimo señor presidente de la Junta por su nombre propio y no por el apelativo cariñoso de Pepe.

Bueno, a lo que íbamos. No sé si usted ha sido uno de esos cientos de sevillanos que este fin de semana ha hecho interminables colas para visitar la rehabilitación que Vázquez Consuegra ha hecho del Palacio de San Telmo, sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. Les cuento. Lo han dejado de dulce. Claro, despues de gastarse sesenta millones de euros -unos diez mil millones de las antiguas pesetas, que se dice pronto-, más lo que cuesten las añadiduras de los honorarios del arquitecto, la electricidad, el aire acondicionado, el teléfono o la banda ancha. Dicen que la restauración era necesaria para evitar la ruina del edificio, joya del barroco andaluz. Bien está lo que bien acaba. Lo que no es tan justificable es que se hayan gastado miles de euros en colocar mármol de Carrara, frescos de Carmen Laffón y unas lámparas de diseño a ocho mil euros la pieza. Es lo que ocurre con el dinero público. No sale de su bolsillo, se dispara con pólvora del rey y como parece que en Andalucía nos sobra el dinero, ancha es Castilla. Digo yo que con un millón de parados, con cientos de empresas amenazando cierras y con unas perspectivas de depresión a la que no acaba de vérsele la punta, la Junta podía haber cuidado un poco más las formas y haber ajustado los gastos supérfluos en el que ahora llaman "el Palacio de San Pepe". Diez mil millones de pesetas dan para mucho. Y sobre todo, para paliar necesidades más perentorias en Andalucía que la rehabilitación del Palacio de los Montpensier.

Por último, una maldad. La Junta aprovechó el viaje de Griñán a Portugal para hacer la presentación oficial, a bombo y platillo, de la rehabilitación de San Telmo. A muchos nos ha extrañado ya que era una foto que Griñán no debía de perderse al estar tan necesitado de reforzar su imagen. Quizás fuera porque quería evitar las lógicas críticas que iba a hacer la oposición sobre los gastos excesivos. Pero también podría tratarse de una jugada a más largo plazo. La imagen de Vázquez Consuegra entregándole las llaves del edificio a la consejera de Presidencia y portavoz del Gobierno andaluz, Mar Moreno, puede ser profética si, como muchos piensan, Griñán es apartado de la carrera, y Moreno, la apuesta tapada de Zapatero, es finalmente la candidata del PSOE a presidir la Junta en las elecciones autonómicas del año 2012. Tiempo al tiempo. Ya se verá.