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Poesía navarra, hoy y mañana

Para prepararme bien para los actos de “Navarra. Muestra de Literatura 2010. ‘Ni una palabra de más’”, organizados por el Gobierno de Navarra y el Ayuntamiento de Madrid,  que se celebran en Madrid, en el Museo de la Ciudad (Príncipe de Vergara, 140),  hoy  lunes y mañana martes,  leo, naturalmente, a Elvira Daudet, una espléndida poeta de Cuenca. Elvira Daudet publicó, en 1994,  El don desapacible, una joya de la poesía española.  Leer a una poeta de Cuenca, cuando voy a asistir a las conferencias y lectura de poemas de los navarros Tomás Yerro,  Jesús Mauleón y  el equipo de la revista Luces y sombras – que intervienen hoy, de 19.30 a 21.45,  con cóctel de 20.45 a 21.00 - , y Javier Asiáin, Marina Aoiz Monreal, Jesús Munárriz y Ramón Irigoyen – mañana martes, con el mismo horario para las intervenciones y el  cóctel -,  es la mejor forma de que nadie pueda acusarme de chovinismo.

Hay magníficos poetas en Navarra. Pero los poetas navarros son muy buenos  porque empiezan  leyendo, en primer lugar, a nuestros poetas castellanos o vascos – o castellanos y vascos, quienes son bilingües – y, además, leen a  griegos, latinos, anglosajones y, por supuesto, a los conquenses, cuando como, en el caso de Elvira Daudet, son soberbios poetas.Del mismo modo que los sabios dicen esa sensata y humorística frase de “como fuera de casa, en ninguna parte”, yo hoy, partiendo también del hecho geográfico de que el madrileño Museo de la Ciudad está a dos pasos de la estación de metro Cruz del Rayo – un nombre que sugiere que, de nuestra cuna a nuestro funeral, llegamos en las décimas de segundo con que puede alegrarnos la tarde una descarga eléctrica  –, recomiendo la lectura de los once poemas que Elvira Daudet ha publicado – sin título de libro - en la colección Hazversidades poéticas (y Hazversidades, escrito así, con hache mayúscula y con jota). El libro lo han editado Libertad 8 y Absurda Fábula. La idea y dirección de esta colección es del poeta Jaime Alejandre.

Asistí, el viernes pasado, en la parroquia pamplonesa del Corpus Christi, al funeral dedicado a la memoria de mi primo Miguel Ángel Irigoyen Aguirre, un fantástico vasco de Etxarri Aranaz, que, en la intolerante Pamplona de los años cincuenta del siglo pasado, perdió su lengua materna, el vasco, por el acoso antivasquista de la sociedad  navarra de aquellos años, y leí, con dolor, estos versos del espléndido poema Muerte de Ulises, de Elvira Daudet: “Yo no estuve en tu último naufragio. / Aunque morí contigo muchas veces / en otras pavorosas tempestades, / en la definitiva yo no estuve a tu lado”. Ya decía el poeta Ungaretti que la muerte no nos roza, cuando se abate sobre gente que no conocemos, pero nos golpea bien cuando se lleva a nuestros familiares y amigos.  

www.ramonirigoyen.com   

VÍDEO. Ramón Irigoyen estrena página web
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