Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad, está en alza. Como gestora y como política. Sin la trompetería mediática que otros procuran, está realizando una tarea política encomiable. Gestionó bien la vesicante historia de la "Gripe A", concitando el apoyo de los consejeros de Sanidad de las 17 autonomías -tarea nada fácil dada la heterogeneidad política del personal- y estos días ha conseguido un importante acuerdo para racionalizar el gasto sanitario marcando como objetivo ahorrar mil quinientos millones de euros poniendo en
.png)
marcha una "central de compras" que optará por los medicamentos de precio más barato cuando las moléculas tengan idénticas propiedades terapéuticas.
Dado que las competencias en materia de Sanidad están transferidas a los gobiernos de las autonomías, la tarea de la ministra no ha sido fácil. A distancia,
Ana Pastor, ex ministra y coordinadora en el PP de estos asuntos, ha sido otro de los pilares del acuerdo. Médico de profesión y poco dada al sectarismo con el que se despachan otros, Pastor ha tenido el coraje de apostar desde el primer momento por el pacto para optimizar los recursos sanitarios del país primando los intereses de los ciudadanos por encima de la pugna partidista. Por eso los consejeros de las autonomías del PP han secundado el pacto. La inteligencia con la que Jiménez y Pastor han llevado este asunto, refuerza una vieja añoranza mía: otro gallo nos cantaría en España sí las mujeres mandasen. Qué quede claro que no estoy pensando en el modelo
Margaret Thatcher. Afortunadamente Trinidad Jiménez y Ana Pastor son de otra pasta y tienen otra forma de estar en la política.
Si (
No(
