Día 1: Nueva Era

Fin del periodo magdaleniense y bienvenidos a la época blanca. O Blanco más exactamente. Donde Magdalena dijo que NO, Blanco se ha hartado de decir que SÍ: sí a la ampliación de las Cercanías, sí al cierre norte de la M50, sí al aeropuerto en El Álamo, sí, sí, sí y mil veces sí. La nueva era ha cambiado hasta en las formas: Álvarez le endiñaba las ruedas de prensa a su Secretario de Estado ya que ella no comparecía conjuntamente con Esperanza Aguirre. Antes ‘partía que doblá’. Y Blanco en una semana se ha cargado de un plumazo no sólo la manía de decir que NO: ha compartido plano, micro y sólo le ha faltado salir de la mano.

Hay algo casi pornográfico en este cambio de rumbo. Desgraciadamente es noticia que dos administraciones se sienten a hablar y lleguen a acuerdos. Debería ser lo normal, no lo noticioso. Y sin embargo es casi tan noticia que a uno le digan siempre que no, como que a uno le digan siempre que sí. Tan extraño era que Magdalena Álvarez negara el pan y la sal a cualquier propuesta que saliera de la Comunidad de Madrid, cumpliendo órdenes no les quepa duda. Como extraño es que ahora José Blanco asienta como un perro persiguiendo una galleta a las mismas propuestas que si hubieran entrado en registro del ministerio hace ocho días habrían conseguido el sello de ‘rechazadas’. Blanco también cumple órdenes por si les asaltan las dudas aunque las propuestas sean las mismas

Y si las propuestas son las mismas ¿qué ha cambiado?: pues las personas. Y no deja de ser triste que el futuro de la movilidad madrileña esté pendiente de si tal presidenta se lleva bien con tal ministra, o de si el presidente del gobierno decide cambiar de rumbo y estrategia. Si todo es tan discrecional es lícito pensar que podrías ser también inestable. Del amor al odio hay un paso y Moncloa y Sol siguen igual de lejos que antes. Esperemos por el bien de todos, que estos acuerdos acaben convirtiéndose en obras concretas. Porque a una obra hecha no hay cambio del sentido del humor que la deshaga.