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¿Cómo responder a quienes desde el poder -cualquier poder- quisieran menos periodismo?

El colombiano Germán Castro Caycedo, uno de los periodistas más importantes de América Latina, escribió hace una década un extraordinario reportaje: el asesinato del obispo de Coca, Alejandro Labaca, y la hermana Inés Arango.

Fue un hecho que ocurrió en 1987 en la selva ecuatoriana y estremeció al mundo: Labaca y Arango intentaron acercarse a los tagaeri, grupo étnico no contactado, para explicarles que deberían tomar medidas de protección frente a una avanzada petrolera que afectaría sus territorios.

Los religiosos, que trataron de llegar en helicóptero al remoto lugar, no alcanzaron su objetivo: posiblemente confundiéndolos con emisarios petroleros, los tagaeri los atacaron con un centenar de lanzas y los mataron.

En la pluma de Castro Caycedo,  luego de una investigación de 14 meses, el caso se convirtió en un libro maravillosamente conmovedor de amplia difusión en América Latina y España.

Cuando Castro Caycedo llegó a Quito para la presentación editorial habían pasado 10 años del suceso. Pocas horas antes de la ceremonia lo entrevisté en el ‘lobby’ del hotel y me dio una lección de periodismo:

- ¿Por qué un periodista extranjero se interesó en un caso ocurrido en la selva ecuatoriana hace  tiempo?- le pregunté.

- Esperé 10  años para que uno de ustedes lo hiciera-  respondió.

Desde entonces tengo claro que la única manera de hacer buen periodismo es haciendo más periodismo.

Y no es un juego de palabras: solemos confundir periodismo con subjetividad política, actitud contestataria gratuita, herramienta para el ‘apartheid’ ideológico a quienes no piensan como nosotros y ‘pobreterismo’, como dice la gran reportera mexicana Alma Guillermoprieto cuando critica el facilismo de escribir historias lacrimógenas disfrazadas de compromiso social.

Hay una respuesta sencilla para los periodistas desconcertados y temerosos frente al  posible efecto de la creciente intolerancia, el radicalismo y el intento de uniformar el pensamiento social: hacer buen periodismo.

Un periodismo cercano, contado desde la gente común. Un periodismo verificado, riguroso, intensamente reporteado y vivido. Un periodismo que no especule, no escandalice, no presuma ni suponga, no prejuzgue ni salga a comprobar hipótesis sesgadas. Un periodismo que se fundamente en hechos y no en rumores o malas intenciones. Un periodismo que  no se convierta en el arma panfletaria de obsesivos y fanáticos convencidos de que ellos -solo ellos- tienen la razón.

¿Cómo responder a quienes desde el poder -cualquier poder- quisieran menos periodismo? Con más periodismo.

 

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