El alto responsable, como el Gobierno en su conjunto, vive momentos de tribulación, y para él no hay reposo: en cualquier momento se puede producir un atentado de ETA. Ya se han desarticulado cuatro intentos. Se indigna cuando se le sugiere, o cuando afirman desde otros lados, que ahora hay detenciones y antes no. Antes había tregua, no había actividad de los comandos y, por tanto, no se les podía detener porque no se movían. El que podría producirse en cualquier momento no sería un atentado masivo, pero podría ser con víctimas, piensa la Policía. Lo que ocurre es que la Policía puede que esté nerviosa -esto no lo dice, claro, el personaje que tengo enfrente- y 'dé el cante' excesivamente rápido cuando se produce una detención; la de Santander se pudo 'congelar' dos horas antes de que se divulgase, en la confianza, vana, de que se podría arrestar a la compañera del etarra. Otros episodios, como la fuga de un joven en Castellón cuando viajaba en un taxi, se conocieron demasiado pronto, y quizá eso posibilitó la huida del etarra y de los posibles cómplices. El caso es que hasta ahora ha habido suerte a la hora de evitar que la banda crimninal cumpla sus propósitos, pero ¿y mañana? Las vacaciones de algunos altos responsables son casi imposibles.
Quedan unos setenta activistas, jóvenes, a algunos de los cuales se les paga un sueldo. Y los dirigentes de la banda, te reconocen quienes creen que saben, quienes han estado cercanos a la negociación, no son como el grupo de fanáticos ignorantes que componen los comandos. En la negociación con el Gobierno han demostrado que tienen una estrategia y una táctica. Eso sí, están completamente enloquecidos en busca de sus tesis impracticables para el País Vasco. Y ahora están cortados los puentes, todos los puentes, con la banda. Y eso es indudablemente malo, aunque quienes saben, o creen saber, esperan nuevas aproximaciones de los etarras a la negociación; pero pasarán muchos meses, quizá dos o tres años, antes de que eso vuelva a ocurrir, te dicen, pesimistas. No, no son días felices prevacacionales para el Ejecutivo ni para quien lo preside, por mucho que sueñe ya con su desplazamiento a Doñana.