Pensábamos que podía pasar, pero no queríamos que pasara. Otra vez el deseo frente a la realidad. Explosionar el llamado proceso de paz era una posibilidad y se ha cumplido. Con atentados no puede haber negociación alguna. Con víctimas siquiera leves tampoco es posible. Lo contrario es marear una perdiz asesina que toma alas y bocanadas de aliento "asesino" robando armas o explosivos, reorganizando zulos y sembrando el terror entre ciudadanos inocentes que quieren viajar con sus familias para despedir el año sin sobresaltos.
Las valoraciones políticas empiezan ahora. Madrid, de nuevo el escenario y los madrileños rehenes de su violencia gratuita. Aviso de los terroristas ¿a quién?. ¿para qué?, ¿porqué?. ¿Qué ganan? y ¿que pierden?. Con todo el interrogante sin respuesta es que sin duda perdemos todos la parte, que no el todo, de una ilusión probable y necesaria, el fin de la violencia gratuita de los asesinos.
El presidente del Gobierno dará explicaciones -supongo- urgentes. Pedirá la voz y la palabra. Habrá que escucharle y valorar su posición de lo que hasta ayer pintaba como "un mundo feliz". Rajoy -líder de la oposición- ve cumplidos sus malos augurios. Otra vez un coche bomba en Madrid, otra vez el terror, ésta vez en la T4 de Barajas. De nuevo las valoraciones políticas, de uno y otro signo, pero que nadie se engañe, la responsabilidad de esta explosión es exclusivamente de ETA. Los asesinos no se transforman en demócratas con facilidad