Pascual Hernández del Moral. | Viernes 20 de febrero de 2015
En el recuerdo de todos estará, seguramente, la
histeria colectiva que se desencadenó en nuestro país cuando el ébola llegó a
España traído por los religiosos Miguel Pajares y Juliana Bonoha. Muchos de
nosotros descubrimos entonces el virus, que venía matando a miles y miles de
personas en los países del Golfo de Guinea desde hacía mucho tiempo. No estaba
próximo y para nosotros, y la lejanía era casi equivalente a su inexistencia.
No se había hecho nada en ninguno de los países que tenían medios para llevar,
primero una atención sanitaria necesaria, y luego una investigación eficaz.
Tuvo que llamar a nuestra puerta para que toda la sociedad se movilizara, y los
recursos se pusieran a disposición de los investigadores. Y parece que se está ganando
la batalla.
Llevamos ya varios años en que otra enfermedad,
esta de intolerancia religiosa, el
ISLAMO-FASCISMO, se está extendiendo por nuestro mundo próximo sin que se sepa
cómo ponerle freno. Hijuelos de Al-Qaeda, a cuyo frente se encuentra hoy Abu
Beker al Bagdadi, el islamo-fascismo nació entre Paquistán e Irak para luchar
contra la invasión de Itrak. Hoy, ocupa territorios que consideran propios, y
no pararán de extenderse por el centro (Boko Haram) y norte de África; no
tardando mucho, los veremos en España, su Sefarad, sobre la que creen tener
derechos históricos. Y casi podemos estar seguros de que la mayoría de
atentados y asesinatos que cometen los denominados "lobos solitarios", como los
de Francia o Dinamarca, son seguidores del Estado Islámico.
Cuarenta y cinco personas en Irak, treinta y
cinco secuestrados en Libia, cuyo final podemos suponer, veintiún cristianos
coptos decapitados son las últimas canalladas perpetradas por estos yihadistas,
aparte de los asesinatos anteriores en los que han mostrado su crueldad
extrema, sobre todo con el piloto jordano quemado vivo. No se puede esperar que
estas hordas de asesinos, que interpretan violentamente unas creencias
religiosas, se sienten a negociar nada con nadie. Están tan pagados de su fuerza,
de su brutalidad, que declararon el Califato desde Siria a Irak, y ahora han
incorporado a Egipto y Libia. Y han puesto sus ojos en Marruecos, al que
pretenden anexar al Califato. Y de ahí a Sefarad, hay solo un paso.
Los últimos asesinatos los han cometido frente
a las costas libias, frente a las italianas. Y amenazan a este país recordándoles
a los italianos que están a menos de cuatrocientos kilómetros, distancia, que
pueden cubrir con un misil Scud. Por eso, el Ministro de Asuntos Exteriores
italiano, Paolo Gentiloni, ha declarado que Italia se encuentra preparada para
la intervención militar; a ello, la radio "oficial" del Califato respondió que
Italia era un país de los de las "cruzadas", y a él le dedicó la decapitación
de los cristianos coptos, como "país de la cruz". Matteo Renzi, sin embargo,
pide "prudencia" porque "no es el momento de intervenir militarmente": esperemos
que sea tiempo de actuar antes de que asesinen aquí y a los nuestros.
Repitamos las palabras de Gadafi en 2001, antes
de que muriera tras la "Primavera Árabe": "¿Es que no os dais cuenta? Pronto
tendréis una yihad al lado de vuestra casa". Parece que ningún país occidental
se toma en serio la amenaza islamo-fascista que anunció Gadafi hasta que en nuestra casa cometan uno de sus
horribles crímenes. Entonces comenzaremos a ponernos tan histéricos como cuando
llegó el ébola, porque parece que la amenaza no es real hasta que no pasa en
nuestra casa. Y cualquier acción de los gobiernos contra el islamo-fascismo
necesita la aquiescencia de la ONU para actuar. No valen los bombardeos: Egipto
ha lanzado una andanada de bombas contra las bases yihadistas en Libia, y ha
matado a varias decenas de terroristas. Ha habido como daños colaterales la
muerte de varios civiles, entre ellos algunos niños. Y enseguida se han alzado
voces contra los egipcios.
¿Cómo se quiere acabar con los asesinos
islamo-fascistas? Renzi pide que "no pasemos de la indiferencia total a la
histeria irracional"; por otra parte, la Liga Norte propone como solución que "se
hundan todas las barcas de inmigrantes que andan por el Mediterráneo
procedentes de Libia, y que se lance sobre su antigua colonia una bomba atómica".
Los del EI, oída la Liga Norte, amenazan con desestabilizar Europa mandándonos
quinientos mil emigrantes en barcazas...
Es indudable que algo habrá que hacer porque
los tenemos en el zaguán de casa. Y dejar de discutir si son galgos o podencos.
Pascual Hernández del Moral.
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