Pascual Hernández del Moral. | Domingo 22 de diciembre de 2013
En estas fiestas en
que todos nos deseamos paz, felicidad y amor, y nos mostramos amables, con la
sonrisa en los labios, y hasta somos capaces de cenar con la familia de la
esposa y no morir en el intento, me han sorprendido unos mensajes en una red
social que, pese a que estamos en navidades, destacan por el odio acumulado por
algunos personajes
Hay situaciones de
las que vivimos hoy verdaderamente terribles. El paro y la consecuente falta de
recursos de muchos españoles van a provocar unas Navidades de penuria y
necesidad en muchos que, a poco que lo pensemos, debe acongojarnos a todos. Es
probable que, si no se arregla la situación, la explosión social sea
inevitable. Los desahucios se siguen produciendo, (aunque en un número menor
que el año pasado, quizás porque ya no quede a quién desahuciar); la luz,
subiendo de manera insoportable; los dineros destinados a acciones sociales
(asistencia a incapacitados, residencias para pobres (qué terrible suena, pero
hay que llamar a las cosas por su nombre), servicios asistenciales para
emigrantes y otros excluidos sociales, menguando cada vez más... Sin embargo, nuestros
gobernantes quieren transmitir esperanza: todo va mejorando, según ellos, aunque
tarde en llegar la bonanza a todos nosotros. Que se den prisa, porque los
desheredados ya no aguantan más.
Y en medio de esta
situación dantesca para muchos, pese a las buenas acciones de ciertas
instituciones (por cierto, ninguna de ellas mantenida por los partidos o los
sindicatos), como Cáritas, se acentúa la sensación de desesperanza con
acontecimientos como las muertes que se produjeron la pasada semana en Alcalá
de Guadaira. Lo que al principio parecía una consecuencia de la miseria, parece
hoy que no fue tal, que la situación de la familia era difícil, como la de
miles y miles de andaluces, pero que no murieron por intoxicación de alimentos
caducados cogidos de la basura.
Sin esperar a tener
ningún informe médico que explicara las muertes, el concejal Alberto J.
Miranda, de los comunistas, impulsó manifestaciones en el pueblo, gobernado por
los socialistas, en las que lo más bonito que dijeron fue "asesinos". Como si
la Junta, gobernada, a saber, por ellos en fraternidad social-comunista no
tuviera ninguna responsabilidad. Y en una red social se ha soltado el pelo y
tacha de criminal a Rajoy y a todos los demás gobernantes.
Pues Alberto J.
Miranda sí odia bastante. Al menos, así lo ha demostrado en la red social. Con
un lenguaje propio del odio extremo, dice que la familia Rabesa "no se merecía
morir por culpa de esos gobernantes asesinos que salen a diario en televisión
vendiendo humo, que son quienes merecen la muerte". Mira, amigo lector, si
odia, que dice que la "violencia del pueblo hacia esos usurpadores, esos
capitalistas sin escrúpulo, esos asesinos, porque no tienen otro nombre, es más
necesaria en estos momentos. El pueblo español se tiene que levantar de una
vez, y ese criminal llamado Mariano Rajoy tiene que pasar el resto de su
miserable vida entre rejas". Continúa en el mismo sentido: "Ojalá os muráis los
que habéis matado a mis vecinos con vuestras malditas políticas de recortes. El
capitalismo mata, pero el pueblo cuando no puede más, también, y el día que por
fin nos levantemos, os faltará mundo para correr, miserables asesinos".
Si la situación no
mejora de verdad, de modo que comience a llegar a las clases más
desfavorecidas, es probable que la situación social estalle. Cuando era
estudiante, a propósito de una de las muchas crisis que España ha vivido
últimamente, nos enseñaban que ninguna sociedad soportaba más de un 7 % de paro
estructural. Y ya ves, querido lector, por dónde vamos.
El amigo concejal, de
todas maneras, destila mucho odio, quizás suficiente para compensar el poco que
debieron tener en la preguerra civil.
Quiero desearte,
amigo lector, lo mejor para estas fiestas de Navidad, y que el 2014 permita que
se atempere el odio del amigo Miranda porque comience a mejorar la situación.
Felices Navidades y
próspero año nuevo, pues, pese a todo.
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