Opinión

Españoles emigrantes

Luis del Olmo | Lunes 23 de enero de 2012
El número de españoles que han encontrado trabajo en el extranjero se ha incrementado en un 22 por ciento desde el inicio de la crisis, y la cifra va en aumento. Según quienes analizan este nuevo fenómeno migratorio, los que se marchan  actualmente a otros países son, mayoritariamente, jóvenes "muy cualificados" y que, cuando llegan a su destino, no se integran en las veteranas asociaciones de emigrantes,  esas entrañables Casas de España o centros regionales cuyos socios se ayudaban entre sí y combatían la nostalgia; organizaciones en muchos casos algunas con más de medio siglo de existencia, como ocurre en Alemania, en el Reino Unido o en Suiza.

Y ya no llegan estos españoles del éxodo a sus destinos desconociendo el idioma, sin la titulación para un trabajo cualificado o sin una licenciatura universitaria  (como les ocurrió a sus padres o a sus abuelos o a sus bisabuelos en anteriores oleadas de emigrantes: aquellos tiempos en que se marchaban a la aventura, quizá por la llamada o el reclamo de un familiar o de un amigo, primero a los países de Iberoamérica y, ya a mediados del siglo pasado, a la Europa de la prosperidad, a trabajar en las minas alemanas, o en la hostelería en Suiza, o en el servicio doméstico en Bélgica, o en lo que buenamente cuadrase en Holanda, Francia o Dinamarca).

Se da también otro grupo de emigración, formado por los españoles que se marchan a Ecuador, Bolivia o Perú, pero que son, en realidad, gentes nacidas en aquellos países, que obtuvieron la nacionalidad española, y que debido a las adversas condiciones laborales de España retornan a su patria de origen.

Es un fenómeno complejo y con muchos matices. Al final, cada español que emigra configura una aventura singular. Por eso los organismos públicos de emigración alertan, aún a los mejor preparados, sobre el exceso de optimismo, recomiendan a quienes se piensan marchar que no lo hagan a lo loco y que tengan en cuenta que "en ningún país del mundo atan los perros con longaniza", que incluso en Suiza hay paro, y que no esperen, tras cruzar la frontera, que les llueva del cielo un contrato millonario.

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