Pero el resto, la inmensa mayoría, no estamos por esa labor. Porque el ciudadano medio, el que en lugar de 'caña' quiere soluciones, diálogo, entendimiento, acuerdos y necesita confiar en su Gobierno y en la política y en los políticos porque ve que las cosas no están bien y van a estar peor, que lo de Irak y los GAL y todo lo que cada uno quiera sacar a relucir, es pasado y está tan repartido como el presente porque ningunos de los dos grandes partidos está libre de chorizos que ha utilizado sus siglas, la de los dos, para enriquecerse y corromper.
Por eso precisamente queremos, exigimos, que en los debates que vemos y en la comisiones que no vemos, se hable en serio sobre los problemas que de verdad nos preocupan y resulta pintoresco que a estas alturas de crisis, la única mesa que siente a Gobierno, oposición sindicatos y empresarios en la misma mesa, sea la de un programa de TVE. Esto no puede ser un espectáculo para lucir dotes dialécticas ni se puede limitar a un programa de televisión que se muere una vez emitido. Esta crisis habría requerido desde hace ya tiempo que lo que TVE unió, lo hubiera unido el propio Gobierno y mucho más amplio, que abarcase desde la sensatez de CIU en los económico, o a la realidad exasperante y cierta que denuncia en cada intervención Rosa Díez.
A estas alturas de crisis es un lujo inaceptable sacar a relucir el islote Perejil. Pero no se enteran. ¿Es que no ven que el ciudadano medio -insisto- está encantado y hasta ilusionado con el pacto en Euskadi, que es eso, lo que pide, lo que exige? Pues no; gobiernan y opositan tan sólo para conservar el poder, sin proyecto, sin futuro; hacen política rentista en lugar de hacer Historia y así no hay manera. El gran acuerdo nacional se lo estan pidiendo desde el presidente del BBVA al último de los autónomos, pero ellos son incapaces, ellos y la labor que se hace desde algunos medios que jalean este agrio e inútil griterío y hasta lo provoca. Pues vale.
El problema es que, por mucha democracia que tengamos, carecemos de mecanismos para otra cosa que no sea el cabreo de barra de bar; ni siquiera el día en que la abstención sea del todo escandalosa, cambiará nada: estamos creando una clase política que va ascendiendo por el escalafón y que es ajena a la vida. Cuando los que voten sean sólo los que quieren 'caña', ellos estarán aun más cómodos y podrán aumentar el ya increíble parque móvil de coches oficiales.