Ernesto Sanz | Jueves 02 de octubre de 2014
Durante diez años las políticas oficiales hicieron que el
país dejara pasar, con más pena que gloria, la década más prodigiosa en la
historia económica argentina; ahora, echan de la peor manera, con reto público
incluido, a la última reserva de racionalidad que quedaba en la conducción
económica. Y, en estos días, en el Congreso, el Gobierno se ocupa de imponer a
la fuerza una ley de hidrocarburos que entrega sin muchos reparos y con pocos
beneficios, la explotación de Vaca Muerta.
La salida de Juan Carlos Fábrega del Banco Central no
presagia nada bueno. Su renuncia, tras el discurso de la Presidenta ayer, sólo
puede traer una profundización de las políticas que han creado el monstruo de
tres cabezas que hoy paraliza el país: inflación, recesión y desempleo.
En tiempos en que la economía demanda confianza, el Gobierno
le dará amenazas y en momentos donde hace falta previsibilidad, florecerán las
arbitrariedades.
Esta dualidad no es casual; expresa ni más ni menos que la
realidad de una Argentina que quiere progresar y salir del pantano y,
enfrente, un Gobierno que sólo piensa en
durar a costa de todo y de todos.
En un país que funciona, la renuncia del Presidente del
Banco Central es una noticia que abre incógnitas y siembra dudas. En la
Argentina de 2014, con un Banco Central subordinado al Ministerio de Economía y
un Ministerio de Economía subordinado a la coyuntura y la necedad, solo nos
queda esperar más gestos, señales y medidas en el sentido equivocado.
El desafío de la Argentina que viene es desandar un camino
que, plagado de errores, convirtió a la política en una máquina de frenar la
economía. El futuro es prometedor para nuestro país, las oportunidades para
nuestra agroindustria serán al menos tan buenas como las que pasaron, sólo hace
falta que la buena política económica deje construir a los argentinos el país
que podemos ser.
No podemos perder más tiempo, no es cuestión de Griesas, es
cuestión de precios y empleos, créditos e inversiones. Hay que volver a poner en
marcha el país, esa es la única manera de progresar. Crear las condiciones para
ello es la obligación de un buen gobierno.
La Presidenta nos dijo que si le pasaba algo, miremos al
Norte. Yo, por el contrario, estoy cada
día más convencido de que, cuando la economía cruje, la inflación sube y el
empleo cae, no hay que mirar muy lejos, solo hay que poner la vista en la Casa
Rosada
Ernesto Sanz
Senador Nacional por la Unión Cívica Radical
TEMAS RELACIONADOS: